CAPÍTULO 48

231 7 0
                                    

Con el amanecer, la belleza de Jess me cautivaba; empecé a creer que la felicidad de verdad existía, me hacía sentir plena, la vida comenzaba a tener sentido.
─Hola, princesa, buenos días ─acariciaba su cabeza.
─Hola, mi amor, ¿dormiste bien? Yo descansé tranquila en tus brazos.
─Me alegra, amor, sí logré dormir un poco, corazón. Te amo tanto, Jessica ─mi mirada era de bienestar con ella.
─Te amo, esposa mía ─sonreía. Fuimos a la ducha, la acariciaba, se había convertido en mi mayor necesidad y finalmente era parte de mi vida.
─Vamos a desayunar corazón. Hoy te voy a preparar algo delicioso ─me llenaba de besos mientras nos vestíamos.
─¡Mm! Me encantaría probar algo hecho por tus manos suaves y delicadas, corazón. ─En la cocina estaban Camila y mi suegra.
─Buenos días, princesas ─saludó contenta Camila.
─Mi amor, necesito que vayan a guardar algunas cosas, se van de viaje. Su luna de miel las espera ─añadió mi suegra.
─Mamá, no podemos, tenemos el proyecto en puerta, urge irnos ─protestó Jess.
─Nada se eso, cariño. Se acaba de casar mi hija y merece su luna de miel.
─Mamá.
─¡Ey! No escucho nada. Fer, vayan a hacer maletas. Héctor las llevará al aeropuerto, aquí están los boletos de su viaje ─Jess los recibió.
─¡Puerto Vallarta! Mamá, sabes que me encanta ir allá, gracias. ─la abrazo.
─Lo sé, mi amor, diviértanse mucho. ─Se me acercó─ haz lo posible por hacer feliz a mi hija, deseo que ella hago lo mismo para ti, Fer ─no sabía si abrazarla, pero ella lo hizo.
─Gracias, suegra.
─Mamá, ¿diez días? ─la miró impresionada.
─Y bien merecidos hermanita ─gritó Víctor, que iba entrando con Cesar. ─Fer, papá te manda tu pago y te da las gracias por lo que hiciste por el en Valle ─me dio un sobre.
─Gracias ─el sobre pesaba un poco.
─Y yo, muñequita de sololoy, te doy lo que te ganaste por trabajar para mí ─me dio otro sobre.
─Gracias, creo que me gusta trabajar para ustedes ─reímos.
─Felicidades a las dos, las quiero ─Camila nos abrazó.
─Se les hace tarde, ¡vayan, vayan! ─dijo la señora Sara. ─en la habitación guardamos algunas prendas. Abrí los sobres por curiosidad y me impacté.
─Amor, esto es mucho dinero ─le enseñé.
─Te lo mereces, corazón. Es tu esfuerzo ─sonrió. Me apresuró hacia la puerta.
─Nos vemos, no nos extrañen ─Se despidió Jess feliz y fuimos a la camioneta. Héctor abrió la puerta
─¡Fer, Fer! ─gritaba Ezequiel.
─Hermanito, pensé que no te vería ─me alejó de ellos.
─No he podido felicitarte como se debe, deseo que sean muy felices.
─Gracias, hermano.
─No nos vemos a ver por largo tiempo, cuídate mucho y que Dios las bendiga.
─¿A dónde vas? ─pregunté preocupada.
─Me voy con don Arturo por tres meses fuera del país.
─Cuídate, ¿oíste? Que Dios te bendiga.
─Te amo, hermana ─nos abrazamos rico─. Señorita Jessica, felicito su osadía por casarse con mi hermana ─rio.
─Gracias, Ezequiel, y sí, fue una osadía ─le cerró el ojo. ─Nos vemos en diez días, familia, adiós a todos, los amo, gracias, mamá ─Jess subió yo tras de ella.
Ya en el avión, la azafata nos ofreció una bebida, que aceptamos.
─Brindo por nuestra unión, que sea para toda la vida.
─Así será, para toda la vida ─respondí. Dimos un trago y sellamos nuestro amor con un beso. El viaje fue cómodo, tomamos un taxi que nos llevaría al hotel. Jess fue al lobby y nos llevaron a la habitación.
─Por fin solas, amor. Te amo, Fernanda, no sabes cuánto ─se arrojó a mis brazos, yo no cabía de tanta emoción, disfrutaríamos nuestro tiempo a solas.
─Te haré muy feliz, no te arrepentirás de haberte casado conmigo.
─Nunca lo haré, mi vida ─sentía el amor en todo su esplendor, tanta felicidad me emocionaba.
─Vamos a comer algo, tengo mucha hambre ─sugirió.
─Sí, soy capaz de comerte en este momento ─la llenaba de besos y ella se dejaba consentir. El hotel quedaba frente a la playa, la vista era hermosa, se veía azul claro y en el fondo oscuro. En la calle buscamos donde comer, pero la vista nos ganó y fuimos a ver las artesanías, la plata de Taxco, había anillos de serpientes, elefantes, delfines, etc., vidrio soplado,  figuras de obsidiana, piedras muy poderosas que ayudan a reflexionar y son un gran escudo para contrarrestar las energías negativas en tu cuerpo y entorno, compré una a Jess y una para mí. Y finalmente las ya típicas playeras inteligentes. Tenían el diseño de la playa y el nombre " playa los muertos" .
─Amor yo quiero una playera. ─jess estaba emocionada.
─Lo que quiera mi princesa. ─compramos algunas cosas y finalmente fuimos a comer. Yo pedí pescado “embarazado” y Jess, pozole de camarón. De beber nos trajeron una tuba exótica, sabía a coco.
─¡Que delicia! ─dijo Jess saboreando su platillo.
─Estoy de acuerdo ─le ofrecí un poco de mi plato y lo puse en su boca. Era lindo hacerlo. Fuimos a la playa, y caminamos en la orilla con los pies en el agua.
─Ven, amor. siéntate junto a mí ─la arena era suave e hice un hoyo, metí los pies de Jess y reía por todo el esfuerzo que estaba haciendo.
─Amor, jamás pensé que fueras tan detallista ─su mirada me enloquecía.
─Te amo, eres mi niña consentida y mi bella mujer. ─contemplábamos la playa, a quienes pasaban y la gente que se metía a nadar. Algunas personas se acomodaron a un costado con bebidas y música. Pasaron algunos minutos y un hombre muy guapo se acercó a nosotras.
─Hola, a mis amigos y a mi nos gustaría se unieran a nosotros ─nos invitó.
─No, gracias, estamos a punto de irnos ─respondí.
─¡Oh! Disculpen la molestia.
─¡Ey! Amigas, vengan, vamos a cantar, bailar y tomar unos tragos, únanse ─dijo una mujer que abrazó al hombre.
─Vamos un rato, amor ─suplicó Jess.
─¿Cómo no complacerte? ─nos ofrecieron bebidas, reíamos mucho, cantamos a todo pulmón y cada uno bailaba con su pareja.
─¿Bailamos? ─un chico le extendió la mano a Jess.
─Sí, claro ─ bailaban muy pegados, observaba su belleza, ella me gustaba mucho, no me afectaba que bailara, al contrario, me gustaba verla feliz. Ellos eran de la clase social de Jess, a leguas se notaba.
─Vamos a bailar, ven ─una mujer me jaló de la mano y nos dejamos llevar, las risas de todos se escuchaban muy fuerte, el alcohol ya estaba haciendo estragos en algunos. La mujer tropezó y la alcancé a agarrar, nos dimos un beso sin querer.
─Disculpa ─se puso roja.
─Tranquila, fue un accidente ─no le tomé importancia. Acabó la canción y Jess se acercó a mí.
─Vámonos ─estaba muy enojada.
─¿Qué pasa, amor? ─me sorprendió.
─No me siento ya cómoda aquí. ¿Te quedas? ─Me imaginé que el tipo con el que bailaba la molesto.
─Les agradecemos su invitación, sigan pasando bonito rato ─dije a todos. Caminamos hacia el hotel.
─¿Amor, que pasó? ¿Ese tipo se quiso propasar contigo? ─me puse frente a ella pues no decía nada─ amor, habla conmigo, por favor!
─No tengo nada, Fernanda ─me esquivó. Entramos a la habitación y la abracé por detrás, me quito mis manos con mucha fuerza y las quitó con potencia.
─¿Qué tienes? ¿Por qué me avientas así? ─me sentía muy desubicada.
─¿Crees que soy estúpida, Fernanda? Esa mujer se acercó mucho a ti y vi cuando te beso.
─¡Oh! No fue así amor, ella tropezó y la alcance a agarrar abrazándola, por accidente chocaron nuestras bocas, ella se disculpó.
─No mientas, Fernanda, vi cuando se lo diste, qué poca vergüenza tienes ─no la conocía enojada, el diablo se le había metido en el cuerpo.
─Amor, no fue así, mis labios tocaron los suyos por accidente, ni siquiera fue un beso, ¡por Dios, corazón!
─No quiero verte en este momento, lárgate. ─señaló la puerta.
─No me voy a ir, yo no la besé, por tercera ocasión te lo estoy diciendo, fue un accidente.
─¡Que te vayas, no quiero verte! ─gritó. Me quedé sin decir ya nada. Qué bonita luna de miel estábamos pasando. Ninguna pelea y ahora lo hacíamos y por un malentendido. Se metió al baño, me senté en la orilla de la cama y suspiré profundo, dejándome caer hacia atrás.
─¡Te dije que te fueras, no quiero verte, vete con ella, aún estarán ahí!
─No sé qué te está pasando, te juro que no fue con intención ─traté de hacerla entender, pero la posición en la que se encontraba no era la adecuada, tenía que salir para dejarla pensar un momento y se le pasara─ bien, te dejaré sola para que pienses las cosas, pero te digo que estás mal.
─¡Lárgate ya! ─grito.
─No me gusta cómo estás haciendo esto, no me culpes por algo que yo no provoqué y que no hice con intención.
─Que te vayas ─señalaba la puerta. Salí tratando de cavilar lo que sucedía. Fui al bar del hotel.
─Un tequila doble, ¡por favor!
─En seguida ─contestó. Yo pensaba en lo ocurrido, ella salió a bailar y yo no dije nada, pero bailo yo con esa mujer, lo que pasa es un accidente y ya me está crucificando.
─Hola ─dijo un hombre.
─Hola. ─contesté y lo ignoré.
─Disculpa, ¿está ocupado este asiento?
─No, adelante ─respondí sin verlo.
─Me da un tequila doble, por favor ─pidió al barman.
─¿Porque tan solita? ─quiso hacerme platica.
─No, no estoy sola, estoy con mi novia en este hotel, se enojó y por eso estoy aquí ─lo mire para ver que expresión ponía.
─¡Qué sinceridad la tuya! ─estaba sorprendido. Alcé los hombros, no me interesaba su platica.
─Hola.

Continuará...

CUANDO LA VIDA TE SORPRENDE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora