CAPÍTULO 51

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Volamos a Monterrey. Jess tenía todo bajo control: el hotel donde nos hospedaríamos, la cita con la doctora y lo que hiciera falta.
─Te noto intranquila, mi amor, ¿pasa algo? ─preguntó Jess.
─Me siento nerviosa, corazón. Pero todo está bien.
─Relájate, yo estaré contigo en cada momento.
─¡Lo sé, mi vida! ─el avión aterrizó y mis nervios aumentaban. Tal vez porque nunca me había pasado por la mente formar una familia o porque tener un hijo no era mi prioridad. Mi cabeza estaba revuelta. No quise pensar más en nada, me dejé fluir.
─Voy a lobby y en seguida nos vamos a la cita ─dijo Jess. Dejamos las cosas en la habitación y nos fuimos. Casi temblaba.
─Te vez muy tensa, Fer ─aseguró Camila.
─Lo estoy, pero todo estará bien ─sonreí.
─¡Ja, ja, ja! Si así voy a estar yo, entonces no quiero. ─Carina se burlaba.
─Ya te veré, niña.
─¡Ja, ja, ja! Si vieras tu rostro, Fer, te reirías de ti ─señaló Pamela.
─Ustedes me están poniendo más nerviosa, niñas. Que malas son conmigo ─fruncí el ceño.
─Buenos días, señorita, tengo cita con la doctora Mariana Robledo ─dijo Jess a la enfermera.
─Un segundo, por favor ─checó en su computadora. ─sí, esperen en la sala.
─Gracias.
─¿Qué pasa, Fer? Estás muy intranquila.
─Nada, Camila, solo debo respirar ─caminé unos metros.
─Por favor, pasen por aquí. Adelante ─abrió la puerta.
─Tomen asiento. Soy la doctora Mariana Robledo.
─Mucho gusto, soy Jessica Palacios y ella, mi pareja, Fernanda Alonso.
─Mucho gusto, doctora.
─Un placer. ¿Ustedes son? ─preguntó la médico.
─Me llamo Camila y ellas son Carina y Pamela. Somos las tías del futuro bebé ─se emocionó al decirlo.
─Espero que sí ─La profesional sonrió.
─Necesitamos saber un poco más acerca de este procedimiento, doctora ─pidió Jess.
─¿Quién será la mamá genética y quien será la mamá gestante? ─preguntó.
─Yo seré la gestante, Fernanda será la mamá genética. ─respondió Jess -
─Bien, les explico un poco de lo que va a pasar y como va a ser el procedimiento. Suspiré profundo. el método me pareció muy bien explicado y parecía simple, la doctora se explayó en el tema y me convenció del todo─. ¿Alguna pregunta?
─¿De cuánto tiempo estamos hablando para que Jess quede embarazada? ─preguntó Camila.
─Quince días es el tratamiento, Antes, hacemos estudios de todo para asegurar que ambas estén en perfectas condiciones para concebir. Nos llevará más o menos mes y medio.
─¿Que tan seguro es de que quede embarazada? ─intervino Pamela.
─Cien por ciento. De hecho, en el caso de haber obtenido más de un embrión, estos se podrán criopreservar para futuras gestaciones de la pareja.
─¡Esto es genial! Amor, ¿Escuchaste? ─Pamela estaba impresionada.
─Sí, esto es realmente sorprendente ─respondió Carina.
─Yo estoy de acuerdo, Fer. Necesito saber tu opinión. ─Jess se giró para verme, yo daba vueltas tratando de digerir.
─¿Tienes dudas, Fernanda? ─cuestionó la médico. No sabía qué decir, pensar en ese tratamiento me ponía nerviosa.
─No, ninguna, doctora. Cuando quieras empezamos con esto, cielo ─puse mis manos en los hombros de Jess.
─Lo más pronto, corazón ─me miró emocionada, y alegre. Y también satisfecha por lo explicado por la doctora.
─Bien, hagamos esto ya. ─lance un ruidoso suspiro.
─¡Okey! debemos hacer estudios y análisis a las dos ¿Empezamos ahora mismo?
─Adelante, doctora ─respondió Jess.
─Primero me llevare a Fernanda, ¡Acompáñame! 
─Te amo, amor ─Jess se levantó y me dio un beso.
─También yo, mi vida. ─salí detrás de la doctora. Todo me parecía algo raro y loco, pero ya estaba ahí y había aceptado. No había marcha atrás.
─Descubre tu brazo, voy a sacar un poco de sangre ─una enfermera alistaba la aguja e hice lo que me pidió. Revisó mi cuerpo desnudo y salió. Me sentía un poco incomoda.
─Vístete y puedes salir ─me indicó la enfermera. Camila estaba en la sala de espera con las niñas.
─¿Que paso? ¿Te dolió? ─cuestionó.
─No, el piquete fue rápido, pero me desnudó y tomó algunas muestras de mi parte íntima.
─¡Dios! ¿Te sientes bien? ¡Qué dolor!
─Estoy bien, y no, no hay dolor.
─Fer, ¿Estas bien? ─Carina estaba muy muy impresionada.
─Si, me siento bien, tranquilas. ─contesté.
─Las veo aquí la próxima semana, debo checar los resultados de los análisis para poder empezar con el procedimiento ─decía la doctora a Jess.
─Aquí estaremos puntuales ─agregó Jess contenta.
─Tengan buen viaje de regreso a casa ─se despidió. Fuimos al hotel para comer y descansar de un día difícil mentalmente.
─Corazón, te siento preocupada ─Jess estaba conociendo otra faceta de mi vida. Mis miedos.
─Me aterra que esto no salga bien.
─Es normal, pero no debes temer. Es una clínica segura y confío en que todo estará bien ─me abrazó tan cálida que sentí todo su amor. Me preocupaba tanto tener un hijo y me angustiaba sentirme así.
─Eso espero ─contesté.
La comida estuvo deliciosa. El cabrito al pastor fue una exquisito, no quería irme de Monterrey sin probar esa delicia de carne. Fuimos al Cerro de la Silla a caminar un rato, es un lugar muy bonito.
─Para poder subir al Cerro necesitamos más o menos tres litros de agua, lleven comida y bloqueador solar. El recorrido dura aproximadamente seis horas. El sombrero es de suma importancia, gafas de sol, bloqueador solar. De ropa pónganse algo muy cómodo, una camiseta de cuello y un pantalón ligero ─gritaba el guía.
─Vamos a subir, Fer ─sugirió Carina.
─No hay tiempo, es hermoso este lugar, pero debemos ir a casa, el trabajo nos espera ─anunció Jess. Carina se sintió mal por ello.
─Te prometo venir otro día y nos subiremos, ¿vale? ─dije emocionada.
─Sí, me gusta la idea. ¿Cuántos picos tiene?
─Cuatro. La Virgen, Pico Sur, Pico Norte y Las Antenas. Este último es el más visitado porque es más fácil de subir. Pico Norte es el más alto y se llama Cerro de la Silla por su peculiar forma de una montura.
─¿Como sabes eso, Fer? ─Camila estaba asombrada.
─Se escuchar, El guía lo acaba de decir ─sonreí.
─¡Ja, ja, ja! No puse atención ─reímos. El paseo fue muy lindo Jess me abrazaba y besaba sin importar nada más. Sus manos eran suaves y me encantaba llevarla de la mano. Que lindo es Monterrey, me quede maravillada. Regresamos al hotel y fuimos a dormir. Teníamos que salir muy temprano. El viaje a casa fue rápido. En cuanto llegamos Jess se fue a la oficina y yo me quedé en el despacho a trabajar. No tuvimos tiempo de platicar nada, en la noche ya había paz.
─Hola corazón, ¿Como fue tu día? ─le di un beso.
─Agotador, me siento muy cansada. ─se puso de espaldas a mí y se recargo en mi cuerpo.
─Vamos a la cama, te haré un rico masaje, pedirás que no pare y te quedarás totalmente dormida ─le dije al oído.
─Sí, mi amor, sí quiero. ─hizo pucheros. El masaje fue tan relajante que se quedó dormida. Me acosté a su lado y el agotamiento me hizo caer.
─Buenos días, amor ─la abracé y besé.
─Buenos días, corazón ─me pegó a su cuerpo. Amor, ¿cómo te gustaría que se llamara nuestra bebe?
─¡No lo sé, amor! No había pensado en eso ─se puso de rodillas al lado mío.
─Si es niño le pones el nombre tú, si es niña se lo pongo yo ─se veía feliz.
─Me gusta la idea.
─¿Cómo te gustaría llamarlo?
─Un día me hice esa pregunta y llegué a la conclusión que si algún día tenía un hijo le pondría Damián.
─¡Mmm! Esta bonito, me gusta.
─¿Cómo llamaras a nuestra bebe?
─Ariana, me gusta mucho ese nombre.
─La llamaremos Arianita.
─Sí, corazón. ─la emoción nos invadía. Queríamos que el tiempo pasara para poder tener en nuestros brazos al bebe que ya me estaba haciendo mucha ilusión. El trabajo era constante, casi no nos veíamos, salvo por las noches. El cansancio era demasiado y solo nos duchábamos y a dormir. Mi suegra se fue unos días a Venezuela con don Arturo y las niñas habían entrado a la escuela, Camila viajaba mucho a ver sus negocios, pero vivía con nosotras porque decía no poder estar sola, le daba miedo la soledad en la que se encontraba y con nosotras había encontrado algo de compañía. Pasaron cinco días y nos alistamos para regresar a Monterrey; las niñas no pudieron venir con nosotras y Camila nos alcanzó en el hospital.

Continuará...

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