CAPÍTULO 65

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─Hola ─esa voz me salvó de seguir escuchando a Jess.
─¡Violeta, tu aquí! ─Jessica se alejó.
─¿Como estás, Fer? Hola, Jessica.
─No puede hablar ─le respondió.
─Entiendo. Me dio un beso rosando apenas mis labios y me acarició la frente─. ¿Pensaste que te dejaría sola? Pues no, aquí estoy y no te dejaré. ─Sonreí─. Te felicito por ser tan valiente ─Violeta me hacía sentir bien.
─Las dejaré a solas.
─Te lo agradeceré ─contestó Violeta a Jessica que salió de inmediato─. Me cae gorda ─hizo muecas y reí soltando un quejido─. ¡Perdóname! Soy una inconsciente. ─sonreí.
─Gracias por estar aquí. ─mi voz era más clara.
─No fe freofufes ─me arremedaba y yo reía─. ¡Tienes una hija! Te felicito, debe ser una niña encantadora, como tú.
─Mejor ─contesté bajito.
─¡Pero no me grites! ─me hacía burla y yo reía dando leves gemidos de dolor.
─Lo que necesites, pídelo ─me tomo de la mano.
─Gracias. Debo quedarme en un hotel, ¿podrías?
─Ahora mismo busco donde llevarte.
─No será necesario, Violeta ─Jessica había entrado por su bolso─, se ira conmigo a casa. ─Violeta me miró─. Es lo menos que puedo hacer. También tú estas invitado si te vas a quedar más tiempo ─me sorprendí.
─Sí, quédate conmigo. ─pedí a Violeta.
─Con gusto, gracias, Jessica.
─De nada ─sonrió tranquila. Entraron los demás, parecía reunión. La enfermera entró con una sonrisa y detrás el doctor.
─Arianita está aceptando el transporte. La subiremos a piso, pero no podrán verla, solo Jessica ─respiré profundo. No pude más que sollozar─. Ella está bien. ─Jessica me dio un beso en la frente. Violeta se hizo a un lado.
─Les pido que dejen sola a la señora Fernanda y entren de uno en uno, necesita reposo por la operación
─Claro que sí, doctor. ─contestó mi madre. ─vamos, dejemos que mi hija descanse. ─todos salieron, excepto Jessica.
─Voy a ver a nuestra bebé, pero ahora estoy contigo, tampoco yo te dejaré sola ─me sonrió. Así se fueron tres días. Jessica siempre al pendiente se quedaba día y noche y cuando iba con Arianita en seguida regresaba conmigo. Me estaba recuperando rápido, pero me angustiaba saber de Arianita, esperaría buenas noticias como todos los días que llegaba el médico y con su cara sonriente decía que todo iba marchando bien.
─Me siento nerviosa ─dijo Jessica.
─Tranquila ─pero yo me moría de los nervios, mi respiración en momentos era agitada y en momentos dejaba de inhalar aire.
─Buenos días ─saludó el doctor. ─Arianita va muy bien ─respiré profundo y solté el aire. ─Ella seguirá con nosotros hasta que esté bien. Pero a usted, Fernanda, la daré de alta mañana. Debe guardar mucho reposo y nada de cargar cosas pesadas, y no lo podrá hacer hasta que muera. ─me impresione, pero no me importaban las consecuencias ─Su recuperación depende de usted y en cuanto tiempo quiera levantarse de esa cama.
─Lo haré más pronto de lo que piensa, doctor. Mi hija necesita de mí ─contesté firme.
─Prefecto. Las dejo, por ahora es todo. ─salió.
─Todo va bien, mi amor. ─Jessica se tapó la boca con las manos─. Discúlpame.
─Estoy feliz, la vida es impredecible y eso me gusta. ─sonreía por la felicidad que Dios me estaba regalando. La paz volvía. Jessica fue a con nuestra bebé mientras yo moría por verla.
─Fer, nuestra bebé esta más despierta que nunca ─me contagiaba su felicidad.
─Llévame a verla ─Me levanté.
─¿A dónde va, señora? ─la enfermera corrió hacia mí.
─Quiero ver a mi bebé, por favor ─ supliqué.
─Está bien, pero solo unos minutos ─Jessica me ayudo a pasarme a la silla de ruedas. llevándome a ver a mi cosita hermosa y ahí estaba. Me pareció que tenía mi sonrisa.
─Hola, princesa, estás muy grande ─se retorcía en su cama, no podía moverse mucho y eso le molestaba.
─¡Mamá! ─dijo llorando. por primera vez escuché su voz.
─Aquí esta mami, mi amor ─Jessica la acariciaba.
─Me miraba y más lloraba.
─Debo salir, esta inquieta, quédate con ella yo me voy sola. ─dije. Le di un beso y salí. Subí a mi cama y descansé un poco, dolía mi herida.
─¿Como estás? ─preguntó Héctor preocupado.
─Muy bien, fui a ver a mi princesa.
─Ella está bien y me alegra.
─Gracias, Héctor. ¿Como pagarte todo lo que has echo por mí y por mi hija?
─Estando bien contigo y con la señorita Jessica, ella te ama. Durante estos tres años solo pensaba en encontrarte, Fer. No te niegues al amor que el destino te ofrece, tu no niegas tampoco el amor que le tienes ¿Por qué no ser feliz? Hacen bonita pareja, ella ha cambiado mucho, es otra y es mejor persona. Siempre lo fue, pero ahora es mejor.
─Es demasiado tarde, Héctor.
─Nunca es tarde para perdonar y dar una segunda oportunidad.
─¿Y es que hubo una primera?.
─Si, cuando se casó contigo. Piénsalo, Fer. Esto creo que es tuyo. ─me dio unos papeles arrugados y sonrió─ cuídate, estaré esperándote afuera, la señora Sara no me permitió llevarte a un hotel.
─Gracias de todas formas ─en seguida leí.

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