CAPÍTULO 18

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─Vamos, se hace tarde ─la señora Sarita fue a avisarme. Salí con ella.
─Nos vemos, Erica ─me dijo adiós con la mano.
─Fernanda, te llevarás la camioneta de mi esposo. No regresaremos en tres días, ¿Traes ropa?
─No, señora.
─No importa, no tuve tiempo de avisarte, te comprarás algo cuando lleguemos a casa.
─Sí, señora ─tres días, que hermosa noticia. Tres días para mirar a la mujer más hermosa. La camioneta era blindada como las demás, pero tenía algo en particular, vidrios polarizados y detrás de los asientos delanteros una ventana oscura que con un botón se subía, para que el conductor no viera lo que pasaba en la parte de atrás. Ezequiel me sonrió desde lejos, subió a la camioneta del señor Arturo.
─Hola Fer, me da gusto que vayas con nosotras. ─Pamela se veía muy emocionada.
─Me da gusto verte bien, niña.
─¡Sí! ¿también irás Fer? Me gusta la idea ─me alegré. Carina subió con Pamela.
─Hola, Fernanda ─Héctor me habló son seriedad.
─Hola.
─Irás detrás mío, no te detengas y trata de ir checando todo alrededor, quiero que estés al pendiente de mis movimientos ─me quedé helada, yo era el chófer. no un guardaespaldas.
─Está bien ─Jessica se paró al lado de Héctor.
─Señorita ─Héctor le dio el paso a Jessica para que subiera a la camioneta donde irían el señor Arturo y la señora Sarita.
─Gracias. Iré con Pamela y Carina ─subió. Héctor cerró la puerta y corrió a abordar la camioneta donde iban ya cuatro escoltas; en otra camioneta irían otros cinco. Me pregunté cuánto peligro estábamos corriendo. No supe descifrar, el peligro me parecía inminente. Nos metieron en medio a Ezequiel y a mí.
─Fer, pon música. ─propuso Carina.
─¿Que quieren escuchar?
─Pop en inglés ─contestó Pamela.
─Y súbele todo el volumen. ─pidió Carina ─miré al retrovisor para ver a Jessica esperando que dijera algo negativo ante la petición de Carina. Parecía que no había escuchado nada, ella iba con sus propias ideas. Encendí el reproductor.
─Esa canción está hermosa ─suspiró Pamela y empezó a cantar sumergiéndose en sus más profundos pensamientos, las lágrimas rodaron de sus mejillas. Carina la abrazó.
─¡Quita eso! ─exigió Jessica en un grito. No sabía el por qué me lo pedía.
─No tía, quiero escucharla ─reusó Pamela limpiando sus ojos.
─Te harás más daño y este viaje es para estar tranquilas ─respondió Jessica. Me pareció prudente quitarla, me imaginé el mar de sentimientos dentro de esa niña, tal vez le recordaba a su mamá. No preguntaría.
─Les pondré una canción que me gusta, espero también les guste ─Carina  cambió de género. La voz de la cantante retumbó.
Pamela se recostó en el pecho de Carina y empezó a llorar con más fuerza.
─No es grosería Carina, pero esa música en este momento no es prudente ─opinó Jessica. Carina aceptó resignada. Jessica me veía por el retrovisor, cuando me percaté volteó de inmediato a la ventana. Bajé el volumen y puse una canción que pensé les gustaría, finalmente no los conocía.
─Está bonita, Fer, súbele todo. ─indicó Carina.
─Pamela se alejó de Carina y empezó a bailar, el ritmo era contagioso y hacía mover el cuerpo a cualquiera.
─Si, me gusta. ─Carina levanto las manos y las movía de un lado a otro y Pamela le seguía.
─Baila, tía.
─No, esa canción no me gusta.
─Ay, si te la sabes. Cántala ─Pamela tomó la mano de Jessica y esta se la aventó.
─¡Te dije que no! ─protestó. A Pamela no le importó el desplante y cantaba y bailaba con Carina.
─¿Tu sí bailas, Fer?
─Claro que sí, niña. ─empecé a mover el cuerpo y las tres locas bailábamos. Sonó el celular de Jessica. Bajé el volumen de la música, pensé que era la señora Sarita para llamarnos la atención.
─Hola ─un silencio─. No, ya no quiero saber nada de ti, te amo, pero me amo más a mi y quiero que no me molestes ─¡Vaya! Sus palabras me hicieron sonreír, finalmente Jessica se dio cuenta que no valía la pena llorar por alguien que no la quería y mejor aún, estaba empezando a quererse ella─. Quiero que te quede bien claro, Ana, haz lo que mejor te convenga, vete con quien te haga feliz. Quiero que tu estés bien ─las chicas y yo nos quedamos atónitas, sabíamos que le dolía la respuesta que daba, pero su salud mental era más importante para ella en ese momento─. Adiós, no vuelvas a buscarme, ya no estaré para ti ─colgó, suspiró lastimosamente y se recargó en la ventana.
Recordé cuando Claudia me dijo que había encontrado a alguien más en su vida, me puse muy triste y lloré mucho. “Todo pasa, Fer, nada es para siempre” me dijo y dio la vuelta dejándome devastada.  Al final superé todo y ahora estaba mejor que nunca. Sola y haciendo lo que más me gustaba.
─¿Estás bien, tía?
─Si mi amor, ahora todo está bien ─Pamela la abrazó y Carina le acarició la espalda. Cuantas sensaciones se respiraban en ese momento, podía sentir el latido del corazón de Jessica, sentía el sentimiento de Pamela llorar, percibía el amor de Carina hacia Pamela y yo me estaba enamorando de esa mujer que ni siquiera volteaba a verme. ¡Vaya! Cuantos sentimientos de todas había ahí dentro. Héctor bajó la velocidad poniendo sus direccionales para salir de la carretera y estacionarse. Lo imité.
─¿Llegamos? ─pregunté.
─No. Falta mucho, yo creo que nos detuvimos para comprar algo. ─manifestó Pamela asomando la cabeza por la ventana.
─¡Vamos a ver que pasa! ─propuso Carina.
─No.
─Señorita, dice su mamá que bajen a comprar algunas cosas ─Héctor nos dio le aviso.
─¡Si! ─exclamó Pamela. Jessica bajo con ellas.
─Baja, Fer, vamos a comprar algo ─el entusiasmo de Pamela era evidente, parecía feliz.
─Ahora las alcanzó, niñas ─apresuraron el paso las tres y yo bajé para ver a Ezequiel.
─¡Ey!
─¿Como va todo, hermanita?
─Todo en paz, hermano, pensé que iba a pelear todo el camino con Jessica pero no, se ha portado muy bien.
─Te está ignorado, eso es lo que hace.
─Quiere llamar mi atención.
─¡Ja, ja, ja! Ese ego que no te deja.
─No es ego, es la realidad. ─Héctor llegó a nosotros.
─Dice la señora Sarita que vayan a comprar algo de tomar, ya no va a haber paradas.
─Gracias. Vamos, hermana ─me abrazó. En la tienda,  fui directo a los refrigeradores, saqué una bebida energizante y sin fijarme, choqué con Jessica.
─¡Ay! Discúlpame ─me vio, pero no dijo nada. El olor de su perfume me distrajo totalmente, era delicioso. Sentía feo que no me dijera nada, antes al menos me insultaba y me sentía bien, ahora me estaba ignorando y empezaba a incomodarme.

Continuará...

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