CAPÍTULO 33

226 8 0
                                    

─Será en la noche, paso por ti, dime que sí.
─Veré si puedo, no prometo nada pero lo intentaré.
─Perfecto, te marco un poco más tarde.
─Sí, hermosa, cuídate ─me gustó la expresión de Jessica, no pudo esconder los celos. Jessica salió sin decir nada. Las niñas, la señora Sara y Camila pasaron en la piscina todo el día. Jessica fue a su habitación y no salió. Yo estaba en la cocina al pendiente por si algo se les ofrecía. Saqué el celular del trabajo, Jessica estaba en línea, quería mandar un mensaje preguntado si estaba bien, si necesitaba algo, pero ¿quién era yo para hacerlo?, no creo que me contestara. Sali para respirar un poco de aire. Con la noche llego la brizna, vi ese cielo azul y mis suspiros salían, pensaba que quería ir con Violeta, más no sabía cómo pedir a la señora permiso. ¡Dios! Había tantas cosas en mi cabeza. Me recosté sobre mis brazos.
─Sí, que te lleve Héctor ─decía la señora a Pamela.
─No abuela, quiero que me lleve Fer.
─Bien, pero Héctor también irá. Vayan con cuidado. Fernanda, no las pierdas de vista.
─Sí, señora ─subí a la camioneta.
─¿A dónde vas, Fer? ─preguntó Pamela.
─Vamos a salir, ¿no?
─Sí, nos vamos caminando ─algo dentro de mí se emocionó.
─Me encanta la idea. ─Héctor nos seguía con tres escoltas. Las niñas caminaban felices platicando sus proyectos, me impresionaba que Pamela dijera que ella quería tener lo suyo sin depender de los abuelos. Carina estaba en la misma sintonía, me puse a pensar que eran almas gemelas y podrían alcanzar la felicidad. El mar era impresionante. Pamela y Carina se quitaron las sandalias y corrieron a meterse. Sonreí, se veían muy bien juntas. Las dos jugueteaban lanzándose agua, metí los pies a la arena y se sentía rico, se sentía fría. Me senté a contemplar aquella maravilla, a lo lejos veía a los clavadistas, se aventándose de una elevación era impresionante.

─En una ocasión me avente de esa altura. ─comentó Jessica, que se sentó al lado mío. ─al caer sentí un golpe tremendo en mi cara, jamás lo volveré a hacer ─respiré. Jessica sabía lo que me hacía sentir su presencia─ me gustaría meterme hasta allá ─señaló en medio del mar.
─¿Por qué no?
─No me siento con ánimos de nadar.
─Pues yo sí ─me incorporé y le ofrecí mi mano─, ¿vienes conmigo? ─me miró y río sin hacer nada─ ¡Vamos! Te ayudaré a nadar hasta allá.
─Pero me no me vayas a soltar, me siento débil ─caminamos de la mano al mar, la mitad de nuestros cuerpos se hundió y entonces nadamos, siempre al pendiente, cuando paraba también lo hacía yo.
─Ya no puedo, vamos a quedarnos aquí un rato ─dijo limpiando el agua de su cara.
─No, dijiste que a la mitad.
─Pero se ve oscuro hasta allá. ─de repente se sumergió, la saqué abrazándola de la cintura.
─¿Estás bien? ¿Qué pasó? Me asusté.
─Nada, solo quería que me abrazaras ─reía.
─¿Por qué haces esto?
─¿No lo sabes?
─No, dímelo ─quería escuchar que tenía que decir.
─No sé cómo pasó, pero siento bonito tenerte cerca. ─sentía raro el estómago cada que ella decía algo. Me hacía suspirar una y otra vez.
─¿Qué paso con eso de que yo no estaba a tu nivel?.
─Solo son palabras, me agradó mucho todo lo que dijiste, no supe cómo actuar.
─¿Ya no serás grosera? ─su sonrisa fue hermosa.
─No. Dime que todo lo que dijiste es verdad.
─Es verdad, Jessica. Me encantas, me enloqueces, me fascinas, eres esa cosita hermosa que jamás pensé conocer.
─Eres muy cariñosa.
─Déjame quererte como te lo mereces, princesa. Quiero ser quien te haga olvidar que estás rota y que yo puedo remendar ese corazón. Déjame demostrarte cuanto soy capaz de amarte, protegerte y cuidarte.
─No sé qué siento por Ana, pero tampoco sé qué siento por ti. Si me ayudas a entenderlo... ─la callé con un beso que sellaba nuestro encuentro sentimental. La besé con suavidad, con pasión, su boca sabía deliciosa y sus manos abrazando mi cuello hacían que me estremeciera.
─No quiero que te vayas los días que dijo mi madre.
─Por qué no?
─Solo no quiero. Dime que te quedarás.
─Finalmente yo no estaré contigo, me iré con Victor.
─eso no será posible, te quiero todo el tiempo a mi lado. Hablaré con Víctor, el entenderá.
─No entiendo, Jessica, ¿qué pasa entre nosotras?
─Dejemos que el tiempo lo decida, por ahora necesito que te quedes conmigo. ¿Lo harás?.
─me quedaré toda la vida si es necesario. ─nos besamos, con una pasión desbordada.

─¡Fer, Fer! ¿Qué pasa contigo?. ─Pamela me movía.
─¿Qué!? ─volteé a todos lados. Era tal mi cansancio que me quede dormida.
─Te quedaste dormida en la arena. Vámonos a casa para que descanses más cómoda ─me levanté de inmediato. Me puse triste pues mi sueño había sido tan real, era sorprendente lo que Jessica provocaba en mí.
─¿Todo bien, Fer?  ─preguntó Carina.
─Tuve un sueño impresionante.
─¡Cuenta, cuenta!
─No, no entenderías.
─No me digas que soñaste con mi tía ─Pamela cuestionó seria.
─Sí.
─¿Estás enamorada, Fer? ─no podía mentirle a Carina.
─Sí, como una chiquilla.
─Está pasándola difícil, pero creo que algún día podrás hablar con ella ─dijo Pamela.
─No lo creo, amor, tu tía parece que ama a Ana. Aparte, ella es muy selectiva con las personas. Lo siento, Fer, no quiero decirte esto, pero la tía Jess no se fijaría en alguien como tú. ─dijo Carina firme.
─¿En alguien como yo? ¿Y cómo soy yo? ─la miré enojada.
─Seamos honestas, ella tiene mucho dinero y tú solo eres la chófer.
─¡No, pues guau! No me ayudes, Carina.
─Perdón, Fer. Pero así es ─Jessica era una niña rica y yo solo la chófer, pero en los sentimientos nadie manda.
─Eso no es verdad, Carina. No se fija en eso, jamás lo hizo con Ana, que no tenía dinero hasta que mi tía llegó a su vida. No hables sin conocer a las personas ─Pamela se incomodó.
─Disculpa, amor. No sabía eso. Discúlpame, Fer.
─Tranquila, niña.
─Cuenta tu sueño, ¿sí? ─Carina tomó de la mano a Pamela.
─Fue maravilloso, donde ella y yo hacíamos a un lado nuestros problemas. Y bueno, es mejor quedarme con los detalles ─Violeta llamaba a mi celular.
─¡Hola!
─Dime, ¿nos vamos a ver? ─preguntó entusiasmada.
─Estoy con Pamela y Carina, vamos a casa. En cuanto llegue pido permiso. ¿Me das algunos minutos?
─Estaré esperando tu llamada.
─¿Quién es, Fer? ─Preguntó Pamela.
─Violeta, quiere que nos veamos hoy.
─¿Vas a ir?
─Si llegamos rápido y tu abuela me da permiso, sí.
─Pues lleguemos rápido entonces. Violeta es muy bonita, Fer ─apuntó Carina.
─Sí, pero mi tía es mucho más guapa ─refutó pamela.
─No lo niego Pame, Violeta solo es una amiga. ─Pamela se plantó.
─Nunca renuncies a tus sueños, nadie es inalcanzable y todo se puede lograr ─Pamela me sorprendió, estaba siendo madura.
─Gracias, niña ─me hizo un guiño. La caminata había sido agotadora, entré a la cocina y tomé un poco de agua.
─Hola, Fer ─Erica, como siempre, me asustaba.
─Dios, mujer.
─Disculpa. ¿Quieres de comer? Prepararé sándwiches.
─¡Sí, por favor! Tengo mucha hambre. ¿La señora está en casa?
─Sí, ella está en la oficina.
─Necesito pedirle un favor. ¿Como le hago?
─Ve, toca la puerta.
─Ahora vuelvo. ¿Mi sándwich lo puedes hacer con mucho picante?
─Claro que sí. No tardes. ─fui a la oficina y toqué.
─Adelante.
─Buenas noches, señora. ¿Puedo hablar con usted?
─Sí, Fernanda. Dime. ─no me miraba, estaba ordenando papeles.
─Necesito un favor. ¿Puedo salir un par de horas? ─dejo las hojas y me miró.
─Claro que sí, Fernanda.
─Gracias, no tardaré. Con permiso.
─Ve con cuidado ─volvió a lo suyo y yo a la cocina, abriendo la puerta de la cocina rápido, Erica me las pagaría.
─¡Aaah! Me asustaste ─dijo tocándose el pecho.
─¡Ja, ja, ja! Discúlpame, Erica, no sabía que estabas aquí ─eran sus palabras, las estaba regresando.
─Chistosa, sí sabias. Aquí esta tu sándwich.
─Gracias, me lo voy comiendo. Me voy, al rato regreso.
─¿Dónde vas? Recuerda que mañana nos vamos temprano.
─¡Lo sé! No tardaré.
─Cuídate, pues.
─Gracias ─salí dando mordidas, sabia delicioso, Erica tenía buen sazón. Llamé a Violeta.
─Hola.
─Hola, ¿vienes por mí? Te espero frente a la casa.
─Sí, en seguida voy ─iba saboreando mi sándwich, la vereda para llegar a la puerta estaba lejos y caminé despacio dando tiempo a Violeta para llegar.
─Espero que lo que haces no esté mal.

Continuará...

CUANDO LA VIDA TE SORPRENDE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora