CAPÍTULO 35

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¿Violeta?, me pregunté. Su belleza me impactaba. Jessica vio mi cara de felicidad.
─¿Qué haces aquí, Violeta?
─Hola, Fer. Vengo a una cita de negocios, nunca pensé encontrarte. Creo que alguien quiere que nos despidamos como se debe ─me dio un abrazo bonito y lleno de cariño.
─Sí, el cosmos está a nuestro favor, hermosa.
─Jessica, hola.
─Hola Violeta. Vamos Fernanda, debemos irnos.
─Manda mensaje cuando llegues a casa, me gustaría saber que llegaste con bien ─me besó rosándome los labios, dejando su labial a la mitad de mi boca. Sonreí.
─Así lo haré, hermosa. Cuídate ─me cerró el ojo y se fue. Jessica caminó y yo tras ella. Subí a la camioneta, me puse los lentes oscuros y algo de música.
─La vida te puede cambiar con ella, es muy guapa y tiene dinero. Te puede dar todo ─argumentó Jessica.
─No necesito tus consejos, gracias ─contesté enojada.
─Limpia tus labios, se te ve mal ─dijo tranquila.
─Creo que eso no te importa ─contesté prepotente.
─Para, vamos a hablar ─dijo muy amable.
─Según tú, ¿de qué vamos a hablar?
─De ti y de mí. Para, por favor.
─No hay nada de qué hablar. Cuando yo quería hacerlo no te importó, ahora a mí no me interesa decir nada ─yo estaba siendo muy agresiva.
─Fernanda, para, ahora.
─No ─sacó su celular e hizo una llamada.
─Héctor, voy a detenerme un momento ─él estacionó a un lado y yo hice lo mismo. Héctor abrió la puerta y Jessica descendió para subir a mi costado.
─Héctor, ve a tu camioneta, cuando te indique nos vamos.
─Sí, señorita.
─No me importa lo que hagas con tu vida, Fernanda. Víctor te necesita con él, no quiero ser la causante de que te vayas y nos dejes a la deriva. Termina el proyecto que tenemos en manos y después haces lo que quieras.
─Te lo diré solo una vez, Jessica. Mi palabra vale, quede con Víctor de apoyar en lo que pueda, y es a él a quien le debo lealtad, no a ti. Te voy a pedir que no vuelvas a meterte conmigo.
─Gracias, su majestad ─lo dijo irónicamente. Llamó de nuevo.
─Sigue, Héctor ─las dos miramos para adelante. En la acera, un hombre cargo a una mujer y tambaleó, el hombre la arrojó al frente cayendo el encima de ella. Las dos no podíamos contener la carcajada.
─¡Qué golpe tan más fuerte! ─exclamó Jessica. Los dos se levantaron riendo.
─¡Ja, ja, ja! Es muy debil ─dije.
─Ella es más alta y robusta, era obvio que no la aguantaría. ─contestó Jessica riendo. La mujer se subió a la banqueta y monto sobre él.
─¿Cuánto te apuesto a que no la tira? ─propuso Jessica.
─Unos tacos al pastor con un refresco bien frío, a que sí ─no rodábamos porque el carro que iba delante de Héctor tapaba el paso; a pesar de los claxon pitando, nadie quería perderse esa escena.
─Me encantan los tacos, acepto. Les vamos a dar diez pasos, ¿okey?
─¡Va! ─ el hombre apenas si podía con ella.
─Ya no aguanta los pies, mira cómo se le doblan ─dije riendo.
─la va a tirar. ─Jess fingía taparse los ojos─ ay no, por favor aguanta, plis
─¡Ya, ya, ya, cáete!─grité. Los dos fueron al suelo, ella arriba de él.
─Ja, ja, ja! Sí, gané unos tacos al pastor.
─Qué mal, pensé que podía llegar a la meta.
─¡Ja! Nunca apuestes conmigo, siempre gano ─la miré burlona.
─¿Estas segura que siempre ganas? ─preguntó seria.
─Sí, nadie me ha vencido aún.
─Ya perdiste conmigo ─nos miramos a los ojos.
─¿Y qué perdí?
─Enamorarte de mí ─no podía creer lo que esa mujer había dicho─, niégalo.
─No, no lo voy a negar. Pero tú también perdiste.
─¿Yo?
─Sí. Me amas y no soportas verme con otras mujeres, los celos te rebasan y tratas de ocultar tu amor por mí siendo grosera. Pretendes ser fuerte cuando lo único que quieres es besarme, abrazarme y decirme lo que sientes ─me miró fijamente y aventó una carcajada.
─No me lo puedo creer, Fernanda. ¿De cual fumaste?
─Di que no ─me miraba y reía nerviosa.
─¿Sirve de algo que te lo diga? Te irás con ella de todas formas.
─Pídeme que me quede y lo hago ─dejó de reír, me observo detenidamente, puso su mano en mi mejilla y con la otra limpió de mi boca el labial de Violeta. Acercó sus labios a los míos y nos dimos un beso. Mis manos empezaron a sudar y toqué las suyas, ella temblaba y su respiración era agitada, acaricie su rostro y nos entregamos en un beso sin censura, tierno y apasionado.
─Dime, ¿me quieres? ─preguntó sin soltar mis labios.
─Te quiero, Jessica, ya no puedo perder más ─contesté sin dejar de besarla.
─¿Te vas a ir con ella? ─me besaba apasionada.
─No, quiero quedarme contigo toda la vida. ─mordía mis labios. Me separó sin soltar mis mejillas.
─Soy tuya, Fernanda. No lo arruines ─qué delicia, volvió a besarme, la emoción recorría mi cuerpo. Héctor sonó en la radio
─¿Qué pasa, Fernanda?
─Nada, Héctor.
─Sígueme ya ─se escuchaba desesperado ─Jessica me dio otro beso.
─¡Uy, que rico! ─suspiró─, te quiero comer a besos y nunca soltarte. 
─¿Me quieres? ─la tomé de sorpresa.
─Nunca lo dudes, te quiero, Fernanda.
─¿Tú me quieres?
─Mucho, soy tuya ─¡ay! Cuanta pasión y ternura sentía.
─¡Fernanda, Fernanda! ─gritaba Héctor por la radio.
─Vamos, Héctor está muy enojado. ─dijo Jessica.
─Te sigo, Héctor ─contesté.
─Hablaré contigo, Fernanda.
─No hablarás con nadie, ella no se movía por mis órdenes ─le aclaró Jessica.
─Entendido, señorita.
─Gracias, Jessica, no quiero problemas con Héctor.
─¿Jessica? ─pregunté─, creo que no es la manera ni el lugar. ¿Quieres ser mi novia? ─su rostro se iluminó.
─Sí, sí quiero. ─me tomo de la mano y me dio un beso en el cachete. Gire de inmediato y sus labios sabían a miel.
─¡Qué rico! Me gustas mucho Fernanda.
─¿Por qué lo negabas?
─Porque me gusta hacerme la interesante ─me sonrió.
─Demasiado, me costó lágrimas, ¿sabías?
─¿Lloraste por mí? ─se sorprendió.
─Por ti no, por tus groserías sí.
─Perdóname, mi amor ─sentí bonito al escuchar sus palabras─, me escondí en mi caparazón, no quería ser lastimada otra vez ─se agacho y se puso triste.
─Tranquila. Estamos juntas y eso es lo que importa.
─Sí, espero que esta relación dure mucho, y si no, lo que dure que seamos felices. ─se notaba su tranquilidad.
─Durará porque siempre lo alimentaremos de amor, comprensión y entendimiento.
─Me encantas, Fernanda ─estaba conociendo su parte cariñosa y atenta, y me gustaba.
─Nadie sabrá de lo nuestro ─dije viéndola a los ojos.
─¿Por qué no? Yo jamás me escondo de nadie, cariño, no necesito una relación a escondidas, tengo la suficiente edad como para saber lo que quiero ─esa respuesta quería escuchar.
─Por mí no hay inconveniente, pero por tus papas, creo que sí.
─Ellos quieren mi felicidad y nada más. ¿Tú escondes algo?
─Jamás escondo nada a nadie, mucho menos el amor.
─Entonces viviremos un amor sin restricciones, te presentaré a mi familia como mi novia y tú a la tuya.
─Sí, me gusta la idea. ─el policía nos abrió la puerta
─¿Te irás los tres días que dijo mi madre?.
─¿Quieres que me vaya? ─me miró triste.
─No.
─Entonces me quedaré a tu lado ─se puso feliz. ─Héctor abrió la puerta.
─Te veo en un rato más, corazón. ─me cerró el ojo. Héctor me miró extrañado.
─¿Qué pasa, Fernanda? ─preguntó─ ¿ella y tú?
─¡Ssschh! No hables tan fuerte, te pueden oír.
─Es neta, Fer. ¿Tu y ella son pareja?
─Sí, Héctor, y estoy feliz.
─Me alegra. Pero no tanto porque serás mi patrona.
─Calla la boca Héctor, es mi novia, no mi esposa.
─Pronto lo será.
─Y te trataré igual ─enseño los dientes en una sonrisa.
─Eso espero ─fui a la cocina a esperar la orden de la señora, Erica ya estaba lista para partir.
─Fernanda, llevaras a Pamela y Carina contigo ─dijo la señora sarita quien entró a tomar un plato.
─Sí, señora.
─Al llegar a casa, te vas de inmediato, si te ve Pamela, querrá que la lleves a algún lado.
─De eso quiero hablar con usted señora. ─apenas dije eso cuando entro Jessica.
─Ella no se irá los tres días mamá, la necesito para trabajar ─la señora la miró sorprendida.
─Son mis órdenes, Jessica.
─Mamá, disculpa que lleve la contraria, Fernanda debe viajar conmigo.
─Fernanda debe descansar porque no habrá tiempo de hacerlo. Mis decisiones se respetan, Jessica.
─Disculpe, señora. No quiero descansar, me iré con Jessica cuando ella lo ordene. ─dije sin titubear, Jessica me tomó de la mano.
─Mamá, te presento a mi novia, Fernanda.
─¿De qué hablas, Jessica?.
─Quiero a Fernanda y quiero estar con ella.
─Lo siento, esto me está rebasando ─puso la mano en su rostro─. No entiendo que está pasando, sin embargo, quiero decirte que las personas no son un juego, Jessica, y tus emociones no están aptas para una relación por el momento, puedes dañar los sentimientos de Fernanda, ¿estás conciente?
─Sí, mamá. Lo que siento por Fernanda es lindo y me gusta, no quiero perder mi vida pensando en lo que pude haber hecho y no hice, prefiero ver si podemos tener entendimiento como pareja.
─Pensé que eras más madura, Fernanda. ─lo dijo intranquila─ Fernanda, sabes que Jessica acaba de terminar una relación de muchos años, ¿crees que ella ya olvidó a Ana? ¿Aun así quieres estar con ella? ─ la vi muy enojada.
─No sé qué vaya a pasar más adelante, señora, pero quiero a Jessica y estoy dispuesta a afrontar lo que se venga. Estoy conciente de lo que siente por Ana, pero sé que puedo ser la mujer que ella ame y yo estoy dispuesta a amarla, no le diré que más que mi vida, porque si hay alguien a quien amo es a mí misma. Solo quiero seguir mi intuición, con el permiso de ella y el de usted ─fui firme.
─Entonces les deseo la felicidad completa, y si no se entienden, deseo la paz entre las dos. Bienvenida a mi familia, Fernanda, no hay nada más importante que la felicidad de mis hijos ─¡Dios! Qué difícil situación, me temblaban las manos.
─Gracias, señora Sarita.
─Te amo, mamá. ─la abrazó.
─Si tu eres feliz también lo soy yo ─me extendió la mano para unirme a su abrazo, entendí que cuando hay apoyo de esa naturaleza las familias viven mejor, la señora sarita era una mujer sabia.

Continuará...

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