CAPÍTULO 25

201 8 0
                                    

Le di su bolsa y los cosas. Estaba sentada a la cabeza de una mesa larga donde había muchos planos. había cuatro hombres y dos mujeres sentados. Uno más explicaba algo en un pizarrón.
─Gracias, puedes retirarte ─asentí. Miré que en el pizarrón estaban escritos algunos cálculos matemáticos. Las matemáticas siempre fueron para mí una delicia, me gustaba mucho estudiar, pero me gustó más el desmadre con los amigos y por eso no terminé mi carrera. Empecé a analizar aquellas cifras y descubrí que algo andaba mal.
─Perdón. Con permiso. A ese cálculo le hace falta una décima, los planos pueden salir mal por eso ─comenté sin que nadie pudiera mi opinión. Me miraron con curiosidad.
─Puedes salir ─pidió un caballero
─¡Espera! ¿Qué has dicho? ─interrogó otro.
─En esa cifra falta una décima, la cual, puedes agregar en esta suma, al sumar aumentas la décima, al hacer una resta le quitas y embona a la perfección.
─No te entiendo
─¿Puedo ir al pizarrón?.
─Adelante. ─dijo ese hombre. Tomé el marcador y empecé a explicar.
─La suma de este número nos lleva a esta cantidad, la cual, sube dos décimas, pero al hacer la resta esa dos décimas bajan a una y listo. Problema resuelto ─no podían creerlo, ¿que pasaba? Tampoco yo lo sabía pero había resuelto en mi cabeza algo que era muy fácil para mí.
─¿Porque le diste la décima a la suma? no se puede. ─dijo extrañado el hombre que explicaba en la pizarra.
─Claro que sí. Lo divides, al hacer la división, te sobran dos décimas.
─Ahora entiendo.
─Por ende, esas dos décimas la sumas y te da esta cantidad, después haces la resta y aquí se aclara el panorama.
─Te escucho. ─dijo un hombre que estaba sentado, cruzó sus pies y me puso toda su atención ─hice algunas gráficas y empecé a exponer.
─Esta línea, al no estar correctamente el cálculo, se va de lado un poco, la décima es muy importante porque todo se va al carajo si calculas mal, esa décima puede ser la muerte. ─hice algunas líneas explicando, dibujé trazos, cifras y por un largo rato me explayé.
─Es por eso que los planos no estaban bien. ─comentó el que cruzó los pies.
─Por esa razón no pudimos empezar la construcción en Cancún ─agregó otro ─Jessica me veía muy extrañada.
─Bien, creo que ya está resuelto el problema, hablemos de cifras ─propuso el primero.
─Quedamos de 55% a 45%.─aseguró otro, que no había hablado.
─Bien, yo pondré los materiales y la mano de obra y ustedes ponen el terreno y las maquinarias.
─Así es ─seguro de sí contestó el hombre que dijo las cifras 55% a 45%. Me quedé pensando por unos instantes lo que había dicho, ¡ustedes ponen el terreno!
─¿Por qué usted ganará más poniendo la mano de obra?. El terreno vale más de lo que se va a construir y la maquinaria es demasiada. La mano de obra y el material debe de ser menos.
─¿De qué hablas?
─Matemáticamente, por lo que veo en estos planos, el terreno vale mucho más y la maquinaria es muy costosa contratarla. Es el dueño del terreno debe ganar el 55%.
─Es verdad eso. ─dijo ese hombre de las cifras.
─Estoy de acuerdo, Víctor. ─dijo Jessica confirmando mi conclusión. Y por fin conocí a otro hijo de la familia.
─¿Que tienes que decir, César? ─pregunto Víctor.
─Se queda 55% a 45%. No me retractaré ─contestó.
─Entonces debemos estudiar bien lo que queremos, nosotros debemos ganar más que tú ─agregó Jessica.
─Las cifras se quedan como están.
─Debemos pensarlo entonces ─aclaró Víctor.
─Las cifras se quedan así tal cual o no hay socio.
─No hay necesidad de que se retire, don César. Es un bien negocio y está ubicado en buena zona. Todos aquí ganarán si lo hacen bien y trabajan en conjunto. Pero sigo afirmando que el dueño del terreno debe ganar más que los demás socios.
─¿Quién te crees que eres para decirme eso? ¿No sabes con estas hablando?.
─Sí, lo sé. Con un hombre que el día de mañana se va a arrepentir de no haber apostado por el hotel ─su mirada fue fulminante.
─Me voy, no sé cómo dejan entrar a una junta importante a gente desconocida. ─fue directo a la puerta. Dio dando la espalda.
─No pasa nada si se retira, al contrario, muchos socios minoritarios estarían dispuestos a contribuir, solo esperan una oportunidad, y esa se las está dando usted ─giró muy enojado.
─Espero los encuentren ─sonrió burlón.
─No tenga duda de ello ─le regalé una cortés sonrisa. Me estaba poniendo nerviosa, no sabía que iba a pasar después de mi intromisión.
─Señorita Jessica, Víctor. Los dejo, espero encuentren a sus socios minoritarios ─se mofó.
─Le aseguro que caerán como moscas. Y usted solo verá lo que pudo haber sido suyo y dejó ir. ─afirmé, salió burlándose. Sus acompañantes salieron detrás.
─¿Qué pasó? ─exclamó Víctor.
─No quiso, y no vamos a rogarle ─aclaró Jessica.
─Lamento haberme metido en esto.
─Tranquila, tienes toda la razón, íbamos a cometer una estupidez ─respondió Víctor.
─¡Ja, ja! Por fin lo pusieron en su lugar ─dijo Jessica.
─Vamos a buscar esos socios ─concluyó Víctor.
─¿Como te llamas? ─me preguntó.
─Fernanda alonso.
─Un placer, Fernanda. Nadie había puesto en su lugar a César. Que por cierto, se apellida igual que tú. El siempre abusando de los demás y nosotros seríamos sus próximas víctimas. Te lo agradezco.
─De nada, ustedes pueden conseguir esos socios minoritarios, es muy fácil y el proyecto les va a interesar.
─¿Como lo harías tú, Fernanda?. ─preguntó Jessica.
─Fácil. Internet es una herramienta muy útil si la sabes usar a tu favor. Publica lo que quieres y ahí obtendrás las respuestas, muchas personas necesitan una oportunidad como esta.
─Sí, lo sabemos, pero necesitaremos muchos socios y eso se complicaría ─Víctor estaba preocupado.
─Puede ser que sí, pero le estarías dando oportunidad a la gente de abajo a que logren sus objetivos. Personas que lo tienen todo no les importa una meta más, pero los de abajo, que desean salir adelante, son entregados y ponen más entusiasmo en lo que emprenden al estar en un proyecto así, sabiendo que van a ganar dinero, no dineritos.
─¿A qué te refieres con eso?. ─preguntó Jessica.
─A que la gente de abajo tiene hambre de triunfar. Créeme, estarán dispuestos a trabajar por ganar ese capital.
─Sí, me gusta esa idea, Jess. Fernanda tiene razón. ─los dos se vieron, y afirmaron mi propuesta.
─¿Nos ayudarías a buscarlos socios? ─Propuso Víctor.
─Claro que sí. Sé donde.
─Perfecto. Hablaremos con mi padre y le explicaremos lo que paso aquí. Tocaron la puerta.
─Adelante ─respondió Víctor.
─Licenciado Víctor ─dijo la secretaria─, el señor César Alonso quiere hablar con usted en privado.
─No lo puedo creer ─dijo Jessica mirando a Víctor.
─¿Que querrá? ─suspiró─ bueno, vamos a ver. ─salió.
─¿Quién eres en realidad? ─preguntó Jessica.
─Una mujer a quien le gustan las matemáticas.
─No entiendo que haces de chófer sabiendo el potencial que tienes.
─Ni yo me lo explico, señorita.
─Jessica. Puedes llamarme, Jessica.
─¡Okey! Gracias ─entro la secretaria. Me miró y me sonrió, Jessica se percató.
─Permiso, el licenciado Víctor me mandó por los papeles ─me sonreía y yo a ella.
─Pasa, ahí están. ─contestó Jessica mirándonos.
─Gracias, con su con permiso ─no dejaba de verme. Cerró la puerta.
─Es muy guapa. ─opinó Jessica.
─Si, lo es ─admití. Claudia llamaba a mi celular.
─Contesta ─me permitió Jessica.
─Gracias, es importante para mí. ─fui a una esquina.
─¡Hola!
─Siento morirme, Fer, me siento desesperada.
─No sé que puedo hacer por ti, me siento mal de no estar contigo y darte un abrazo reconfortante.
─¿Por qué te fuiste y me dejaste sola?
─No sabíamos que iba a pasar algo así, tranquilízate, no sé qué hacer para ayudarte.
─No, discúlpame tú a mí, sé que estás trabajando y yo con mis tonteras.
─No son tonteras, desahógate, aquí estoy para ti.
─Eso lo sé amiga. Gracias por estar cuando te necesito.
─Me preocupas mucho.
─Tranquila, ya sé me pasará. ¿Cuándo regresas?.
─En dos días.
─¡Dos! Me iré con mi hermana, no quiero estar sola.
─Sí, es lo mejor que puedes hacer, cuando llegue te busco, por ahora estaré contigo por celular.
─Gracias, Fer.
─A ti por confiar en mí, todo pasará, déjalo al tiempo.
─Sí, ¿Pero cuánto tiempo?.
─El que sea necesario.
─Cuando estés en casa llama, quiero verte.
─Así lo haré. Cuídate mucho, y sabes que te quiero, nunca lo olvides.
─También yo. ─respiré profundo, Claudia me preocupaba mucho.
─¿Pasa algo?.
─No, nada.
─Te ves inquieta.
─Si, bueno. Una amiga acaba de descubrir que la mejor amiga de su novia anda con ella ─se agachó y lanzó un ruidoso suspiro.
─¿Estas bien?.─pregunté.
─Sí ─entro la secretaria.
─Señorita Jessica, el licenciado Víctor la solicita.
─En seguida voy ─la secretaria me sonreía con coquetería. Jessica río moviendo la cabeza negativamente.
─Espera aquí, Víctor puede necesitarte.
─No me moveré.
─Si lo sé. Es más, ve a platicar un rato con ella, puede ser que se entiendan ─sonrió con mofa. También reí.

Continuará...

CUANDO LA VIDA TE SORPRENDE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora