CAPÍTULO 42

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─Amor, ellos están afuera ─no dejaba de besarme, sus labios olían rico, a bombón.
─¡Sssch! Déjate llevar ─sus labios apenas rozaban los míos invitándome. Me separó de la pared guiándome hacia una recámara, abrió la puerta sin soltar mi boca y la cerró poniendo seguro. Ya no podíamos contenernos. Finalmente nos entregamos al amor haciéndonos una.
Desperté en sus brazos, que rico sentir su cuerpo desnudo junto al mío.
─Buenos días, amor ─dijo besándome.
─Buenos días, corazón ─le sonreí.
─Vamos a bañarnos, hoy habrá mucho trabajo por hacer ─dijo levantándose e invitándome a bañarme con ella.
─Me encantas, Fernanda de Palacios, eres solo mía ─al salir de la regadera, mientras nos vestíamos, llamaron la puerta.
─Buenos días, señorita, el desayuno está listo ─dijo Erica. Fue una sorpresa verla ahí.
─Gracias, Erica, ¿con quién vienes? ─preguntó Jess.
─Con su papá, él me trajo.
─Está bien, ya vamos. Qué raro, mi padre está aquí amor ─antes de salir me beso muy rico, no quería soltar sus labios─. Gracias por esta noche, me encantó.
─Gracias a ti, corazón ─nos besamos de nuevo.
─Buenos días a todos ─saludó Jessica muy contenta.
─Alguien no durmió ─dijo Camila irónicamente.
─En efecto, Fernanda y yo pasamos la mejor noche ─presumió Jessica
─Eso es muy importante en una relación, el sexo es lo más maravilloso que puede existir ─agregó Mariela viendo a Jessica.
─Habló la voz de la experiencia. ─opinó Cesar.
─No sé quien tenga más experiencia, si tú o yo ─contestó irónicamente Mariela.
─Claro está, tú. ¿Cuántas mujeres has tenido en tu vida, Mariela? ─Cesar se sentó al lado de ella.
─Las necesarias, pero no estas preparado para contarte.
─Qué mal, muero por saber de tus relaciones fallidas y sin sentido ─tomó un pan dándole una mordida enorme.
─¿Como las tuyas? ─Mariela lo observo fijamente.
─En efecto, en eso nos parecemos, nos olvidamos de que las personas también tienen sentimientos, a ti y a mí no nos importan, al final, somos iguales, querida ─le dio otra mordida a su pan.
─Te equivocas, no somos iguales, yo estimulo a las mujeres y tú las humillas, eso lo haces muy bien.
─¡Sí, lo sé! Te he humillado tantas veces y mírate, sigues aquí.
─¡Ja, ja, ja! ¿Piensas que me has humillado? ─la risa de Mariela era de nervios. ─no te engrandezcas, aún no nace nadie que me humille.
─Ya basta, Cesar, si tienen problemas arréglenlos sin hacer partícipe a ninguno de nosotros ─exigió la señora Sara.
─Yo no tengo que arreglar nada con nadie, Sarita, solo digo lo que pienso ─miraba a Mariela con desprecio.
─Tampoco yo, así que mejor disfrutemos de este rico desayuno. ─concluyó Mariela─. ¿A qué te dedicas, Fernanda?
─En este momento, ayudaré a Víctor y a Jess en el proyecto de Cancún.
─Buenos días a todos ─saludó don Arturo─. Fernanda, necesito hablar contigo, vamos a mi despacho
─¿Qué pasa, amor? ─pregunté a Jess.
─No sé, mi vida, pero ve, no hagas esperar a papá ─me dio un beso.
Nerviosa, entré a la oficina.
─Dígame, don Arturo.
─Toma asiento, Fernanda. ¿Puedes revisar estas cifras? Necesito tu opinión ─tomé los papeles. Todo estaba bien.
─No encuentro ninguna anomalía, don Arturo.
─Ahora estas ─las cifras no concordaban.
─Son iguales ─comparé las dos hojas─, pero aquí están maquilladas.
─¿Es decir? ─preguntó preocupado.
─que las cifras se alteraron haciendo que en las dos hojas diera el mismo resultado.
─¿Puedes sacar el monto real de la que está maquillada?
─Deme unos minutos. ─tomé un lapicero y empecé a hacer operaciones;  mi cabeza trabajaba a su máximo potencial. Don Arturo me veía escribir, no usaba la calculadora pues no la necesitaba─. Esta es la cantidad ─la encerré en un círculo.
─¿Estás segura? ─estaba angustiado.
─Sí. Quien modificó lo hizo muy bien. Ahora hay que ver en que producto bajaron la calidad. 
─No te entiendo.
─Cuando alguien altera costos necesita bajar la calidad de varios productos para que la propuesta en un principio sea la que ellos fijaron. Este porcentaje se les salió de las manos o hubo algo que no contemplaron. Bajaron la calidad del material cualquiera que haya sido para llegar a su meta. Caso contrario, alguien está robando mucho dinero.
─¿Qué quieres decir?
─Que lo comprado es de baja calidad y puede haber problemas a futuro. Y ese dinero ya está en la bolsa de alguien más.
─¡Por Dios! ─se levantó y aventó la silla a un costado. Se tomó la cara y volteó a la ventana.
─Hola, papá, Erica me dijo que estabas aquí ─dijo Víctor cerrando la puerta.
─Llama a Jessica y a tu madre, necesitamos hablar. ─don Arturo no dejaba de ver a la ventana. Víctor volvió en pocos minutos.
─¿Qué pasa, corazón? ─preguntó la señora Sarita. Jess se quedó a mi lado.
─Tenemos problemas en la construcción de Los Cabos, el hotel se está viniendo abajo ─Sara, Jess y Víctor se aterraron.
─¿Por qué? ¿Acaso no diste tu aprobación para que se empezara la construcción, amor? 
─Sí, mujer, en el camino alteraron las cifras, Fernanda lo acaba de corroborar ─Jess me miró preocupada.
─¿Dónde está la falla? ─cuestionó Víctor.
─ Fernanda, explícales.
─Las cifras que vi aquí se salen del presupuesto original, la propuesta en un principio estaba bien, pero no se confirmaron cotizaciones y compraron más barato para no salir del presupuesto, evidentemente el material es de muy baja calidad y se puede venir abajo la construcción. Y no hablo solo de números, el hotel está construido con el material menos resistente y en cualquier momento puede caer.
─¡Por Dios! ─la señora sarita llevo sus manos a la boca.
─Por otro lado, alguien lleva los bolsillos llenos de dinero a costillas de ustedes ─continué.
─Debes poner en la cárcel al responsable, papá. ─aseguró Víctor.
─No, no se puede, don Arturo dio la orden, al firmar los papeles dio luz verde para iniciar, se puede poner una demanda y tratar de recuperar lo que más se pueda. Pero ellos alegarán la firma de don Arturo, esa es su carta principal.
─¿Se puede hacer algo, aun así? ─preguntó Víctor.
─Sí, ellos devolverían lo robado, los despedirán y se irán como si nada. El problema quedará con la perdida de mucho dinero.
─¿Cuánto se perdió, Arturo? ─preguntó la señora sarita. Don Arturo respiró lastimosamente
─Veinte millones de dólares.
─¡Por Dios! ─la señora sara se dejó caer en la silla. hizo lo mismo que Jess.
─No, en teoría es eso. En la práctica aún no. ─Agregué.
─Explícate ─pidió Víctor.
─Aquí dice que la construcción está a su primer fase, es decir, no se ha construido del todo. El material de baja calidad aún no se pone en todo el edificio, si hacemos algunos cálculos y subimos la calidad del producto podemos salvar la construcción.
─Eso implica meter más dinero, Fernanda. ─exclamó don Arturo.
─En efecto. Pero estoy segura de que algo se puede hacer, de que van a invertir si, lo harán, pero no será mucho.
─Espero no te equivoques, Fernanda ─lanzó un ruidoso suspiro la señora.
─Víctor, ve a la oficina con Jessica y traigan los planos, llama al arquitecto y nos vemos aquí.
─Disculpe, don Arturo, no se levanta una construcción si el arquitecto no da la orden. Él debe checar la calidad del producto antes.
─¿Qué quieres decir? ─preguntó Jessica.
─Fernanda tiene razón, papá. El arquitecto está en complicidad con ellos. Sabía del material y nunca fuiste notificado ─aseguró Víctor. Don Arturo tenía las venas de sus manos saltadas a su máximo nivel.
─Habla a los abogados, Víctor. Los quiere ahora mismo aquí. ─afirmó don Arturo.
─En seguida, papá ─Víctor salió y la tensión en el despacho se hizo evidente, Jessica estaba muy preocupada, la abracé. La señora hizo lo mismo con don Arturo.
─Tranquila, amor. Todo estará bien ─le dije al oído.
─Lo sé, amor, no te vayas nunca de mi vida, cariño. ─me apretó, quería mi apoyo y yo se lo estaba dando.
─Jamás, corazón. No me sueltas, no te suelto. Te lo prometo ─don Arturo nos veía sin decir nada.
─Listo. Papá, ellos estarán aquí mañana, hoy no pueden llegar ─señaló Víctor.
─Está bien. Nos da tiempo a que Fernanda examine las cifras y ver que podemos hacer ─agregó don Arturo.
─Cariño, Fernanda está en el proyecto de Víctor y Jessica, no creo que pueda con todo ─observó la señora sarita.
─Tienes razón, mujer. ─don Arturo se meció el cabello.
─Tranquilo, papá, Fernanda apoyará, ¿no es así, cuñada? ─Por primera vez Víctor me decía así.
─Ayudaré en lo que pueda ─respondí.
─Bien, por ahora pongámonos a trabajar en esto, más tarde comenzarán con el otro proyecto ─señaló don Arturo. Tomé los papeles, Jessica se sentó a mi lado en silencio, mi cabeza daba vueltas a las cifras, Víctor fue por los planos y entre él y don Arturo los inspeccionaban.
─¿Quieres un café, amor? ─ofreció Jess.
─Sí, corazón, esto va para largo ─salió. Yo hacía anotaciones y todo se estaba poniendo en su lugar.
─¿Cómo vas, Fernanda? ─preguntó Víctor.
─Bien, parece que el panorama se está aclarando, pero me falta un poco más.
─Tranquila, vamos a comer algo y seguimos.
─No, vayan ustedes, no puedo distraerme, tengo un leve problema, debo apuntar de inmediato lo que pienso, luego se me olvida ─le cerré el ojo.
─Entonces pediré a Erica que te traiga algo aquí.
─Si se puede, lo acepto con gusto ─salió dejándome con don Arturo. En el despacho había una pizarra, donde empecé a hacer algunas gráficas. Don Arturo observaba lo que dibujaba comparando con sus planos escritos.
─¿Por qué le diste una décima más? ─preguntó.
─Deme dos minutos ─tracé unas líneas, calculé y ahí estaba el problema y probablemente la salvación económica.
─Listo! Al hacer estas modificaciones salvaremos un poco de dinero, y construiremos para que soporte el peso de este lado. No se va a tirar nada, la construcción seguirá tal cual con la diferencia de agregar resistencia.
─Pero los cimientos ya se hicieron con ese material, no creo que resistan.
─Eso debe verlo con los ingenieros, ellos le dirán la mejor respuesta, yo solo estoy tratando de economizar lo más posible.
─Permiso, la señora Sarita les manda el café ─Erica entró con la cafetera y dos tazas, me miró y moviendo la cabeza me señaló la puerta.
─Gracias ─aceptó don Arturo.
─Con su permiso. ─salió.
─Ahora regreso, don Arturo, voy al tocador.
─¿Qué pasa, Erica?
─No me gusta lo que te voy a decir, Fer. Pero la señora Mariela quiere conquistar a Jessica, ten cuidado.
─oh! Me asustaste, pensé que era algo más importante.
─Pero ¿no te importa?
─Nunca supongas, Erica, está mal.  Aunque Mariela trate de conquistarla, Jessica tomará su decisión. Soy su pareja, no su dueña y cada uno está donde quiere estar y donde se quiere poner.
─Me sorprendes, Fer. Yo estaría hecha una leona de saber que alguien quiere conquistar a mi marido.
─No la puedo cuidar todo el tiempo, tengo una vida que vivir no que reprimir pensando si me va a engañar o no, si ese momento llega, Jessica tomará su mejor decisión.
─Me gusta tu manera de pensar, dejas que los demás se estrellen mientras tú estás tranquila.
─Así debe ser, Erica. La vida es para vivirla no para cuidar a nadie. Vívela al máximo.

Continuará...

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