CAPÍTULO 34

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Camila salió de repente. ¡Dios! Casi me ahogo del susto.
─Me habló Violeta, dijo que saldrías con ella.
─Sí, quería verme y yo también.
─No creo que sea prudente, pero cada una con sus decisiones. Cuídate ─dio la vuelta.
─¡Espera! Violeta solo es una amiga.
─Pero quiere algo contigo. Una mujer necesita que solo estés para ella, que no salgas con nadie y te portes seriecita. Jessica se enterará y pensará lo peor.
─¿Qué hago entonces? No me voltea a ver, no se preocupa por mis sentimientos, es más, ni siquiera sabe que existo. Vive encerrada en su mundo y yo necesito hacer mi vida. Violeta es una amiga, pero no descarto nada. ¿Porque me debería importar lo que Jessica piense?
─Parece que no sabes que cuando una mujer dice no, quiere decir sí.
─¡Ja, ja, ja! Pues Jessica no dice no, ni dice sí.
─Diviértete, ya llegaron por ti ─Violeta estacionó, Camila se fue y yo suspiré, no sabía si estaba haciendo lo correcto, pero no importaba, disfrutaría mi velada en compañía de la mujer que ponía su atención en mí.
─Hola.
─Hola, hermosa. Vámonos de aquí ─le di un beso en la mejilla y partimos, estacionó frente al mar.
─¿Pasa algo? ─me preguntó.
─No, solo me puse a pensar en cómo cambia la vida en un instante.
─¿A qué te refieres?.
─Hace algunos días estaba en casa platicando con una amiga, recibo una llamada de mi hermano y ahora estoy aquí, contigo, disfrutando de esta noche hermosa.
─¡Uy! Alguien está nostálgica.
─¿Crees?
─Sí ─giró la cabeza para verme, yo recargué mi cabeza en el asiento, la vista era maravillosa, encendió un cigarrillo y me ofreció. No fumo, pero igual pensé que estaría bien disfrutar y sacar humo.
─Me voy a Australia y me gustaría una compañía. Ven conmigo, Fer ─me tomo desprevenida.
─¿Estás hablando en serio?
─Sí, muy en serio. Salgo en ocho días, tienes ese tiempo para pensarlo.
─Violeta, me encantaría ir contigo pero tengo un compromiso con la señora Sarita.
─Compromiso que puedes romper.
─Ellos pagaran bien, necesito el trabajo.
─Yo pagaré lo necesario.
─¿Estas dispuesta a pagar por compañía?
─No por cualquier compañía. Por ti, sí. ¿Cuánto quieres para ir conmigo?
─Nada, agradezco tu ofrecimiento pero no puedo.
─¿Es por Jessica? ─me sorprendí.
─No, no tiene nada que ver. Estaré con Víctor, tendré trabajo por mucho tiempo y ese dinero lo necesito.
─Ya te dije que yo te lo doy.
─No sería justo para ti.
─Fernanda, nada es justo en este mundo. Piénsalo ─se recargó en su lugar. Su elegancia me gustaba mucho, su belleza era impresionante, si Jessica no hubiera existido, ella sería la mujer ideal para mí.
─¿Cuántas mujeres has tenido en tu vida, Fer? ─la mire incrédula.
─¡No sé! Los caballeros no tememos memoria.
─¡Ja, ja, ja! Déjate de tonterías, cuéntame.
─Tres. ¿Y tú?
─Ninguna, mi vida es trabajar mucho, mi padre me dejó al frente de muchos negocios y todo mi tiempo lo necesito para estar ahí.
─¿Jamás has tenido a nadie en tu vida?.
─Claro que sí, pero no viviendo juntas, las mujeres se aburren de mí, no tengo tiempo para ellas y se van.
─¡Que mal! ¿Dónde queda tu vida afectuosa?
─¡No lo sé! ─suspiró─. El tiempo para mí es dinero, si quiero lujos necesito dejar de lado mis sentimientos.
─¿Nunca te has enamorado?.
─Sí, pero no aguantó mi ritmo. ─nos acomodamos, hablamos mucho tiempo, trataba de que yo me fuera con ella. No estaba mal la idea, pensaba que con el tiempo podríamos enamorarnos, pero me angustiaba pensar como era estar con una mujer tan ocupada. Jamás tendría tiempo para mí y me gusta la atención. Sería difícil. Retomamos nuevamente la calle, ya era tiempo de ir a casa, estacionó y nos despedimos.
─Violeta. Espero que te vaya bien en tu viaje.
─Te iras conmigo, Fernanda ─me miró triste y sonrió amargamente, sabía que no lo haría.
El portero me abrió la puerta, di las gracias y caminé por la vereda pensado en todo y en nada. Esa oportunidad con Violeta era muy tentadora. Pasé a la cocina a prepararme café.
─Deberías irte a Australia, aquí no te necesitamos. ─dijo Jessica estaba sentada en la barra. No la había visto.
─No sé de qué hablas. ─seguí con mi café.
─Esas oportunidades no regresan, deberías aprovechar.
─Sí, bueno, estaría bien. Quedé en darle respuesta, creo que le diré que sí. Como bien dices, ─me puse firme─, nadie es indispensable.
─¡Eres una idiota! ─gritó, se levantó y quiso salir. La tomé del brazo y la gire hacia mí.
─¿Idiota? Dime Jessica, ¿qué te detiene a decirme lo que sientes por mí?.
─¡Ja, ja, ja! ¿Qué estupidez acabas de decir? ¿Crees que yo siento algo por ti? ¡Ja, ja, ja!
─Entonces no sé porque te metes en lo que no te importa. ─sus ojos se abrieron enormes, no se esperaba mi respuesta.
─Espero que te largues y jamás regreses. ─me empujo haciéndome a un lado.
─Dime que no sientes nada y juro que me largo en este momento ─se detuvo sin voltear. Me adelanté y la miré a los ojos─, ¿quieres que me vaya? ─no dijo nada, pero suspiró.
─Me da igual lo que hagas. ─me esquivó y camino hacia las escaleras para subir a su habitación. La seguí.
─¿Segura que te da lo mismo si me voy, Jessica? ─me ignoraba y subía los escalones. Corrí y le tapé el paso.
─Quítate, mamá puede salir.
─No me importa. Que se enteren que me enamore de ti y tú de mí, aunque lo niegues ─no me había dado cuenta que Camila, Carina y Pamela nos observaban.
─No pongas palabras en mi boca que jamás diré porque no las siento. Y te voy a pedir por favor que te vayas lo más lejos posible de mi vista y de mi vida ─esas palabras las sentí tan adentro que me hice a un lado. Miré a Camila y se agachó moviendo la cabeza negativamente. Pamela y Carina se miraron a los ojos, estaban tristes por mí, lo podía sentir. Respiré lastimosamente, eran muchas emociones contenidas y no pude más. Salieron un par de lo más profundo de mi ser. Baje los escalones y salí queriendo respirar aire fresco, el impulso me ganó por el enojo, la tristeza y la decepción. Saqué mi celular y marqué.
─¡Hola!
─Violeta.
─Cuelga esa llamada ahora mismo ─dijo Camila detrás de mí. La mire desconcertada.
─¡Hola, Fer! ¿Estás ahí?.
─Si, Violeta ─solo quería desearte bonita noche.
─¡Ay! Por un momento pensé que ibas a decir que te irías conmigo ─no estaba equivocada, pero Camila interrumpió.
─Perdón, hermosa. Solo era eso, deseo que tengas una noche maravillosa, así como tú.
─Que linda, Igualmente, Fer ─colgué mirando a Camila muy triste.
─Disculpa haber hecho que colgaras. Violeta no tiene la culpa de tu decepción amorosa. La quiero mucho y no quiero que la lastimes, ella es muy sensible y no se merece eso. La miré fijamente.
─Camila. ¿Cómo se enteró Jessica que Violeta me propuso irme con ella?
─Violeta me hablo, no me di cuenta que Jessica estaba detrás de mí y escuchó toda la conversación.
─No te preocupes, jamás lastimaría a nadie, ni eso se hacer. ─me puse en cuclillas tapándome la cara con ambas manos, mi llanto era mucho.
─Tranquila, Fer. El mundo no se acaba por un rechazo, Violeta está ahí, solo que debes pensar que es lo que quieres para ti y no actuar con el coraje encima.
─Gracias, Camila, Violeta es una mujer hermosa y probablemente ella y yo podríamos hacer algo juntas. Pero por ahora no puedo pensar en nada, solo quiero irme a casa.
─Prepara tus cosas, mañana nos vamos y pensarás mejor.
─Camila, ella no siente nada por mí, ¿verdad? ─de esas veces que preguntas algo a alguien y quieres que te diga lo que quieres escuchar.
─No, Fernanda. Lo que te dijo es verdad, conozco a Jessica y no estaba mintiendo.
─Gracias ─me sonrió triste. Fui a mi habitación, y me recosté. Llegó el momento de partir y no volver a ver a Jessica, estaba decidido. Me iría a casa y retomaría mi trabajo de antes. No quería lastimar a Violeta. Llegando a casa renunciaría, la señora Sarita lo entendería, aunque no se en que posición dejaría a Ezequiel. Me quedé dormida, desperté tranquila, fui a la ducha, me cambie y salí.
─Hola, Fer, ¿estás lista? ─preguntó Erica.
─Sí, vámonos a casa ─contesté contenta, dolía lo que había pasado con Jessica pero finalmente entendí que no era para mí y no insistiría.
─¡Hola, hola! ─saludamos. ─Erica, regálame un café por favor ─pidió Camila.
─En seguida, señorita.
─¡Fernanda, vámonos! ─ordenó Jessica luego de saludar a Camila.
─¿Te vas, Jess?
─Sí, Camila, voy al hotel, pero ahora regresamos.
─¿Si quieres te acompaño?.
─Claro que sí ─salí y subí a la camioneta sin decir nada. Héctor abrió la puerta para que ellas subieran.
─Camila, ¿a donde crees que vas tú? ─gritó la señora Sara.
─Con Jess, amiga, la acompañaré al hotel.
─Nada de eso, tú vas conmigo. ─bajo mirando a Jessica y levanto los hombros. ─No tardes Jessica, nos iremos en una hora.
─Está bien, mamá. Héctor te sigo. ─Héctor manejaba muy despacio, quería rebasarlo para llegar lo más pronto posible, pero debía ir tras de él. Pensaba en la propuesta de Violeta, sería padre irme con ella y conocer Australia. Visitar alguno que otro koala ya que me encantan. Mi celular sonó, haciéndome brincar, estaba entretenida en mi pensamiento.
─Hola.
─Hola, Fer. Supe que hoy te vas, esperare tu mensaje, la propuesta sigue en pie ─dijo Violeta.
─Así lo haré, hermosa. Estaremos en contacto estos días, cuídate mucho, me agrado conocerte.
─Digo lo mismo, Fer. ─ya no volteé a ver a Jessica, ya no importaba, finalmente dejó muy en claro que no me necesitaba y mucho menos sentía algo por mí. colgué, Héctor estacionó y yo en seguida de él. Abrió la puerta y salió Jessica.
─Vamos, Fernanda ─dijo, enojada como siempre. La miré, ¿para qué demonios me quería? Caminamos al vestíbulo sin mirarnos.
─Buenos días, Jess ─saludo Rodolfo, pero no a mí y sentí horrible.
─¿Ya están listos los papeles? ─caminaron dejándome atrás.
─Si, listos para que firmes.
─Bien. Nos vamos en una hora, te esperamos en casa, debemos ultimar los detalles del hotel.
─Ahí estaré Jess, yo me voy un poco más tarde. ─se metieron a la oficina y yo me quedé afuera, observaba a todo el mundo a mi alrededor. Botones, camareras, empleados de limpieza y me di cuenta que esa familia daba trabajo a muchísimas personas. Que padre era todo eso. Volvió a timbrar mi celular.
─Hola
─Fer, ¿cuando llegas?
─Hola, Claudia, llego hoy, amiga. Te iré a ver.
─Perfecto. Estaré esperándote.
─Te veo en casa, amiga. ─Jessica salió con Rodolfo.
─Buen viaje.
─Gracias, ahora te veo, hay mucho que contar. ─caminé tras ellos sintiéndome muy incómoda.
─No puedes hablar por teléfono cuando estés conmigo. ─Jessica me ordenó.
─No te preocupes ─le sonreí irónicamente ─Ya no me veras contestar llamadas.
─Eso espero. ─dio la vuelta.
─¡Fernanda! ─alguien me gritó y volteé de inmediato.

Continuará...

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