CAPÍTULO 45

264 7 0
                                    

─Sí, es mejor porque tanto amor empalaga, Cupido anda suelto y no vaya a ser que me fleche a mí también ─comentó Mariela. En el comedor, Cesar aun platicaba su historia con Omar y reíamos por la manera. Regresamos a seguir trabajando y un poco más tarde fuimos a contemplar la  laguna nuevamente.
─Amor, soy feliz a tu lado. ─Jessica se recostó en mi pecho. 
─Te amo Jess ─besé su frente.
─Disculpen ─interrumpió Erica─ joven Víctor, lo llama su papá al teléfono ─corrió hacia adentro.
─¿Habías venido a Valle, Fer? ─preguntó Mariela.
─Si, muchas veces. Me gusta viajar y conozco gran parte de México.
─Qué bien, ¿a dónde has viajado? ─le platiqué de algunos lugares, que ella también había visitado, según dijo;  hablamos de la comida típica de cada ciudad y la conversación era interesante. Era una buena persona, me caía muy bien.
─Debemos partir ahora mismo a la ciudad de México. ─Víctor estaba agitado.
─¿Qué pasa? ─preocupó a Jess.
─Es Octavio, Rodolfo hablo con papá y al parecer ganó la demanda.
─¡Carajo, carajo!. Rodolfo estaba seguro que sus abogados ganarían ─gritó Jess.
─No sé qué paso, pero debemos irnos ─refutó Víctor.
─Es muy noche para marcharnos, la carretera es muy peligrosa ─agregó Cesar.
─¡Lo sé! Pero papá nos necesita mañana temprano. ─concluyó Víctor.
─Vamos, se hacer tarde. ─admitió Jess. Preparamos las cosas y avisamos a Carina y Pamela, dormidas por el ajetreo del día, la habían pasaron en la feria y llegaron exhaustas. Todo lo dejamos en orden.
─Disculpa, Mariela, es una situación delicada ─Jess estaba apenada.
─Tranquila, yo entiendo, me iré a un hotel ─dijo triste.
─Fue un placer, Mariela ─me despedí, me había encariñado con ella.
─El placer fue todo mío, Fer. Espero verte pronto. ─me dio un gran abrazo ─salimos apresurados, no entendía la razón de Víctor salir en estampida. Héctor abrió las puertas y subimos a la camioneta, Cesar y Víctor en sus carros respectivamente.
─Fer, sube adelante conmigo, por favor ─propuso Héctor.
─Ve, amor, me sentiré más segura contigo adelante. ─aseguró Jess.
─Está bien, corazón. ─abroche el cinturón. Abrí bien los ojos para ver alrededor, la noche era sumamente oscura y las luces altas dejaban ver las sombras de los árboles. Héctor hablaba por el intercomunicador con los escoltas.
─Vayan preparados, cualquier movimiento me avisan. Hay mucha neblina, no puedo ver bien.
─Debes estar tranquilo, no podemos parar en este momento ─yo trataba no entrar en pánico.
─Estoy tranquilo ─luego de una hora aun seguíamos en las curvas, había muchas personas de regreso a sus hogares, íbamos casi a vuelta de rueda.
─¿Qué pasa? ¿Por qué no avanzamos?
─Héctor tocaba su frente ansioso ─era imposible seguir y paramos totalmente.
─Voy a ver qué pasa ─abrí la puerta.
─No, amor, puede ser peligroso, no bajes.
─Solo quédate aquí, asegura las puertas,  Héctor.
─Voy contigo ─bajamos frente a la camioneta.
─Fer, me bajé para pedirte un favor, ya no logro ver bien y esto me está desesperando, puedo causar un accidente, pero la señorita Jessica no debe enterarse, ¿puedes manejar tú?
─No te preocupes, yo manejo. Espera aquí ─caminé hacia el problema, había gente fuera de sus autos. Preguntaba a las personas y nadie sabía el porqué. Me fui acercando y entonces me di cuenta del problema.
─Por aquí si caben carros chicos, vamos a mover un poco el camión ─gritaba un hombre. Los presentes ayudaban y lograron despejar un carril, me fui corriendo para subir a la camioneta. Héctor estaba sentado en la parte del piloto.
─Córrete al otro asiento, yo manejo ─ fuimos paso a paso. Me di cuenta porqué pasan las cosas, Héctor no se sentía para nada bien, iba sudando, apanicado, pero no podía verse débil ante su patrona─. Un tráiler se quedó sin frenos chocando en la barra de contención, hicieron un espacio y por ahí pasaremos, espero esta cosa quepa en tan pequeño espacio.
─¿Amor, estás bien? ─preguntó Jess.
─Sí, corazón, todo está bien, te amo ─contesté.
─Yo a ti, maneja con cuidado. ─la sentí más tranquila y también yo lo estaba. Tocaba mi turno de pasar.
─Tiene más espacio de este lado, Fer ─Héctor se asomaba. ─Rosaba la caja del tráiler, a milímetros de rayar la camioneta.
─¡Para, para! ─gritó un hombre.
─Demonios, no cabemos ─dije intranquila.
─Fer, tú puedes. ─Héctor me animaba.
─Ahí voy ─, el hombre de afuera me iba guiando y por fin logré pasar. Me emocioné, las niñas iban paralizadas y Jessica soltó un ruidoso suspiro. Nos fuimos rapidísimo, la carretera estaba libre para nosotros.
─Te felicito, amor, manejas muy bien ─la voz de Jess era melodía para mis oídos.
─Gracias, corazón ─ya no hubo paradas de ninguna índole y finalmente llegamos.
─Vamos a darnos una ducha, papá está en camino. ─pidió Víctor. ─yo subí con Jess y nos bañamos juntas. El agua caía rica en el cuerpo.
─Amor, quiero que te vengas a vivir conmigo ─me miró muy seria.
─Sí, amor, pero no en tu casa, vamos a rentar un departamento. ─exigí.
─Como tu quieras, yo me voy al fin del mundo contigo. ─se preparó para salir─. Trabajaras con Cesar en el despacho, amor, yo regreso más tarde. Te amo ─se despidió. Bajé a la cocina, Erica preparaba el desayuno.
─Hola, Fer. ¿Quieres que te prepare algo especial?
─Lo que tú desayunes está bien.
─Preparé unos ricos y deliciosos chilaquiles en salsa verde con bistec.
─Suena delicioso ─mientras servía, yo preparaba café.
─Así es la vida aquí, ellos viajan mucho y toman decisiones apresuradas. ─comentó.
─Ya lo vi, pero algunas veces viene bien, mira lo que pasó, si nos hubiéramos esperado, no sé si estarían a tiempo.
─Sí, tienes razón, ellos ya van en camino a la oficina.
─Hola, muñequita de sololoy, ¿qué desayunas? ─Cesar estaba inquieto.
─Erica preparo chilaquiles, ¿gustas?
─Si, necesito algo que pique mi garganta y arda en todo mi cuerpo.
─¿Pasa algo, Cesar? ─me sentí preocupada por él.
─Si, estoy teniendo algunos problemas con mi empresa, ¿recuerdas que te pedí checaras mis papeles?
─Si.
─Necesito mandarlos a la de ya.
─Nos ponemos es eso ahora mismo.
─Te lo agradezco, muñequita, pagaré lo que me pidas.
─Pagarás muy bien, me voy a casar y necesito comprar un departamento.
─¡No! ¿Escuché bien? ─se emocionó mucho.
─Sí.
─¿Ya se lo pediste?.
─No, ella me pidió vivir juntas, pero se lo pediré, debo buscar algo bonito para proponerle casarse conmigo.
─Yo te ayudaré en eso, vamos a pensar en algo lindo pero que no sea común.
─Sí, pero antes terminemos con tus cosas.
─¡Okey! Debemos ir a mi casa, los papeles están allá.
─No me van a dejar con los platos servidos, ¿verdad? ─nos sentamos y disfrutamos de esos ricos chilaquiles con un delicioso café.
─Gracias Erica, estuvieron deliciosos. ─dijo Cesar. Al llegar a su casa, me sorprendió, vivía en un departamento hermoso y la decoración era linda, cuadros de muchos animales exóticos y uno en especial que me parecía maravilloso, un tigre de bengala con un paisaje impresionante, parecía que el tigre se iba a salir del cuadro.
─Ponte cómoda, Fer. Ahora traigo los papeles.
─Gracias. ─quede alucinada, me gustó algo así para nosotras.
─Aquí están, algo que no te parezca me dices ─empecé a hacer mi trabajo, sonó su celular y por la cara que puso supe quién era.
─Hola, hermoso, ¿qué tal tu día? ─contestó caminando hacia su recámara. Yo reí, el amor pone la expresión más linda en las personas, el semblante cambia y todo en ti parece una revolución de sentimientos raros. Me enfoque y todo salió como lo esperaba. Después de dos horas terminé. Lo mío eran las cifras, querían meter material de más en las cuentas, , lo querían estafar. Mi celular sonó.
─Hola!
─Corazón, ¿dónde estas? ─Jess se escuchaba preocupada.
─En casa de Cesar, amor, lo ayudé a revisar algunos papeles, pero ya acabé, ahora mismo voy a casa.
─¿Porque no me avisaste?
─No creí prudente molestarte, amor.
─Me gusta que me digas en donde estas. No lo vuelvas a hacer, amor. Me preocupe.
─Tranquila, corazón, lo haré.
─No tardes. Te amo ─colgó, hacía mucho tiempo que no le daba cuentas a nadie, me pareció extraño. Finalmente, ya no estaba sola, ya había alguien que quien avisar donde me encontraba.
─Disculpa, Fer. Creo que me prolongué hablando con Omar.
─No te preocupes. Aquí está lo que debes pagar y lo que te estaban robando o querían robar. En mi opinión te están o quieren estafar.
─Malditos, me están estafando, Fer. Pero ahora mismo llamo a mis abogados. Te lo agradezco mucho. ─llamo a sus abogados, mandó los papeles por correo, tardaría veinte minutos y terminó.
─Disculpa la tardanza, vamos a casa de jess, para seguir con el proyecto de Cancún.
─Me parece bien. Me gusta tu cuadro.
─ ste viene desde España, lo compre en una subasta.
─Es hermoso.
─Sí, es lindo ─su carro también me gustaba mucho, era deportivo y compacto, solo cabían dos personas y hacía un ruido tremendo cuando aceleraba, su manejo era increíble y le daba mucha potencia.
─¡Este auto me encanta, adrenalina pura! ─Grité lo más que pude, me sentí muy bien.
─Fer, ¿cuanto te voy a deber?
─No me quedarás a deber porque me pagaras, ¡ja! No ayude de mucho, así que tú decides.
─¡Ja, ja. ja! Resolviste lo que mis abogados y nadie pudo. Dime, ¿cuánto es?
─No se cuánto cobrar, Cesar.
─Está bien, te girare un cheque.

Continuará...

CUANDO LA VIDA TE SORPRENDE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora