CAPÍTULO 47

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La señorita llegó con el traje, que a simple vista se veía hermoso.
─¿Quiere venir conmigo, por favor? La llevare al probador ─dijo la vendedora. La seguimos, metió el traje al probador y salió.
─Aquí esperamos nosotras, si me necesita, aquí estaré.
─Gracias. ─Me puse rápido y con cuidado el traje, ¡Dios, qué maravilla!, me quedaba pegado al cuerpo, era bello, Salí maravillada.
─¿Que tal me veo? ─les modelé.
─Se ve muy bien ─contestó la dependienta.
─Sin duda alguna, Fer. Es a tu medida ─reconoció Camila, acomodándome el cuello─, te ves muy guapa, con el cabello recogido y un bonito maquillaje, serás la novia perfecta.
─Que linda, gracias. ─le sonreí, me miré al espejo y me encantaba lo que veía. Pagamos y salimos de la tienda. Había cosas que comprar, así que estacionamos en varios lados. Ya no aguantaba mis pies, no sabía lo difícil que sería casarse─. ¡Listo! Vamos a casa, estoy desfallecida ─Camila se dejó caer en el asiento, también se sentía muy cansada. Jess ya había vuelto, esperaba nuestra llegada. Héctor ayudo a bajar las cosas. Camila se adelantó.
─Fer, debo darte las gracias por lo que hiciste por mí, ya no veía nada, salvaste mi trabajo. Quiero decirte que cuentas conmigo para lo que se te ofrezca, jamás te fallaré, soy una persona agradecida.
─Tranquilo, Héctor, espero no necesitar un favor tuyo, pero si lo hago, sé que ahí estarás.
─Cuenta con ello.
─Amor, tardaste mucho, me dejaste mucho tiempo sola ─Jess hizo pucheros, no los había visto en ella y me dieron ganas de abrazarla y comérmela a besos.
─¡Mi niña hermosa! Camila compraba y compraba y yo tenía que estar con ella amor, disculpa la tardanza.
─Te disculpo si me regalas un beso rico, de esos que solo tú sabes dar. ─paro la boca y me entregue a ella con locura.
─¡Dios! Cuanto amor. Me están dando ganas de pedirle matrimonio a Omar ─quejó Cesar.
─¿Tú aquí? ─Jess se asombró─. Me sorprendes, Cesar. Cuando no hay nada que hacer te desapareces, ¿ahora que pasa contigo?
─Es lo mismo que yo me pregunto, querida ─la abrazó─, tal vez porque me gustan estas cursilerías. ¡Ay! Me voy a suicidar, no pensé que me emocionara tanto una boda. ─mordía sus uñas.
─¡Ja, ja, ja! En el fondo eres romántico y apasionado. Estas niñas te han despertado el lado sentimental.
─Sí, eso es. Imagino mi boda con Omar, obvio le pediré matrimonio en un lugar más bonito, que sea fuera de lo común. Me gusta lo que hizo Jess, pero no, lo mío será algo magnífico.
─No importa cómo, ni en qué lugar, ni en qué momento te pidan matrimonio, lo que importa es que esa persona lo haga con todo el amor de su corazón. Todos los escenarios son hermosos cuando se pide algo tan importante como juntar tu vida a la de esa persona para siempre ─concluí.
─En eso Fernanda tiene razón, no importa la manera ni impresionar a esa persona especial. Para quien ama, cualquier escenario es bonito ─aclaró la señora Sara─. Vamos adentro, debemos hacer algunas llamadas.

Pasaron días muy ajetreados, subíamos, bajábamos, traíamos, llevábamos y finalmente llego el momento. Desperté en mi casa, no debíamos vernos. Timbró mi celular.
─Hola amor, te extrañé mi niña hermosa ─le hablaba con mucho cariño.
─Amor, también te extrañé, te necesito acostada aquí al lado mío. No soporto estar lejos de ti, necesito estar contigo.
─Ya lo estaremos, corazón. Me iré a duchar y me pondré guapa para ti.
─También yo, seré la novia más bonita para ti.
─Te amo, hermosa ─sentía hormiguear mi cuerpo, la amaba tanto que no podía estar ya un minuto alejada de ella.
─Amor, no me sueltes nunca, yo jamás lo haré. ─suspiró.
─Así será. No me sueltas, no te suelto, prometido.
─Prometido amor. Te veo pronto. ─dijo emocionada.
─Te veo en un rato más. Te amo, te amo, te amo, Jessica Palacios.
─Te amo, Fernanda Alonso ─colgué, me metí a la ducha, el agua caía muy rica y pensaba en todo y en nada, no quería poner mi mente en qué pasará después, los nervios se estaban apoderando de mí. Me vestí muy rápido. Llegó la mujer que me arreglaría. El peinado fue con el cabello recogido, se veía muy elegante y el maquillaje fue muy fresco, no me gustaba pintarme, así que fue algo simple pero bonito. Tocaron a la puerta.
─Hola amiga, ¿estas lista? ─Claudia se sorprendió al verme.
─Lista ─suspiré.
─Te ves muy, muy guapa, ese peinado se te ve muy bien y ese traje, ¡guau! Te ves hermosa.
─Gracias Clau. ¡Vamos! ─llegó la hora, los nervios no me dejaban.
─Tranquila, amiga, todo saldrá bien ─Claudia tomaba mi mano.
─¡Lo sé! ─respiraba profundo, la ansiedad me sobrepasaba.
─Nunca pensé que te casarías con ella y tan rápido ─exclamó.
─Te soy sincera, tampoco yo lo pensé, pero la amo, Clau ─admití.
─Serás muy feliz, amiga. Eres una mujer entregada y sé que la amaras como sabes hacerlo.
─Gracias, amiga. ¿Y tú novia?
─Llegará a casa de la tuya, yo quería estar contigo en este momento. ─me sonrió.
─Te lo agradezco, Claudia, te quiero. ─Nos encaminamos a casa de Jess. Bajé del auto, me acomodé el traje y caminé al patio. Lo adornaron muy bonito, mesas alrededor. La ceremonia se realizaría cerca de la piscina, una lona enorme y muchas sillas de frente, el pasillo era de un metro, para pasar Jees y yo.
─Mi amor, te ves muy bonita. ─dijo mamá abrazándome.
─Gracias mamá.
─Espero la felicidad esté siempre contigo, cariño. ─aseguró papá.
─Los amo mucho, gracias por apoyarme. ─mis hermanos y sobrinos ya estaban sentados con los invitados de Jess.
─¿Quién es la novia? ─preguntó el juez.
─Yo ─Papá, me dio su brazo, me llevó al frente y mi felicidad era completa, papá llevaba a su hija a casarse con otra mujer y lo aceptaban, me veían feliz y para ellos era lo que importaba. Se sentían orgullosos de que fuera su hija.
─Adelante ─dijo el juez, camine del brazo de papá, cuanta felicidad embargaba mi vida. lo seguimos, caminamos por ese pasillo para esperar a Jess. La gente me observaba, vi muchas caras desconocidas y era evidente el murmuró de los presentes, papá me dejó y fue a sentarse.
─¡Ahí viene la novia! ─gritó alguien. No quise saber que pasaba a mis espaldas, mis manos sudaban y trataba de limpiarlas, moría de nervios. Respiraba una y otra vez y no podía estar tranquila. Jess se me emparejó. Qué bella mujer estaban viendo mis ojos, me estremeció mi corazón eh impactaba mi mente. Iba del brazo de don Arturo.
─Hola, amor ─rio Jess.
─Hola, corazón. Te ves hermosa ─le susurré.
─Estamos aquí para celebrar la unión de Jessica Palacios y Fernanda Alonso ─anunció el juez, todos los presentes ponían atención en él, yo observaba a Jess y de pronto los nervios.
─Pónganse de frente y tomen sus manos. ¿Fernanda Alonso, aceptas por esposa a Jessica Palacios?
─Sí, con todo mi corazón. ─sonreí.
─¿Jessica Palacios, aceptas por esposa a Fernanda Alonso?
─Acepto.
─Las declaro unidas, Puedes besarla. Le quité el velo y abrazándola, le di un beso bonito.
─Te amo ─le dije al oído.
─Te amo ─respondió. Los aplausos llegaron junto a abrazos y felicitaciones.
─Bienvenida a la familia, Fernanda. ─dijo la señora Sara.
─Gracias suegra ─la sorprendí, pero le gustó. Don Arturo abrazaba a Jess, me miró y solo movió la cabeza positivamente. Sonreí. La comida se empezó a servir y un poco más tarde llegó el baile, la gente estaba maravillada, bailaban y las novias en medio, la algarabía se escuchaba en todos lados, Jess reía mucho con todos.
─Te vez feliz, amiga ─decía Clau bailando.
─¡La vida es un carnaval, amiga, disfrútala! ─le grité.
─Felicito a la novia ─dijo Omar.
─¡Ja! ¿Tu aquí? Gracias Omar.
─No podía faltar mi osito favorito. ─anunció Cesar.
─Felicito a la novia más hermosa. ─Jess me abrazo coquetamente.
─Gracias, la novia esta hermosa, felicito a la mujer que se casó con ella ─suspiré. El grupo comenzó a tocar y bailábamos al ritmo de banda, más tarde tocaban canciones de amor y todos cantaban. La gente se empezaba a ir y de a poco nos fuimos quedando solos.
─Mi amor, nos vamos ─mamá se despidió─. Espero se comprendan mucho y se respeten.
─Gracias, suegra ─respondió Jess.
─Sean felices ─deseó papá. 
─Gracias, suegro ─mi familia se fue y solo quedaron los amigos y familiares de mi suegra.
─Deben ir a descansar, es muy tarde y mañana las espera un nuevo día y una nueva vida ─dijo Camila.
─Aprecio todo lo que hiciste, Camila. ─la abracé.
─De nada, Fer. Que sea para toda la vida.
─Así será ─nos despedimos y fuimos a la habitación. Nos entregamos al placer total, donde su cuerpo y el mío se entregaban sin censura y los besos eran apasionados y llenos de amor.

Continuará...

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