Capítulo diecinueve

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—¿Ves que no me pasó nada? —le dije, mientras él leía unos papeles en su escritorio.

Fijó su vista en mí y me miró de arriba a abajo, confirmando de que no tenía un solo rasguño.

Su vista se detuvo en mis ojos.

—Claro —dijo, serenamente.

—¿Y...?

—Igual tienes que avisarme cada vez que saldrás, para tenerlo en cuenta —expuso, volviendo su atención a los papeles.

Una gran sonrisa se dibujó en mi rostro, pero se desvaneció al ver a una chica entrar al despacho y dirigirse directamente a Are. Ella no había notado mi presencia.

Sí, otra vez #ignorada

Aquella desconocida mujer era muy bonita, su cabello era como el de Nua y tenía un cuerpo demasiado trabajado, su tez era casi tan blanca como lo era su cabello.

—Are, ya volví, pensé que me recibirías con pancartas o... un departamento —era muy confiansuda para ser una simple amiga o conocida.

Se inclinó hacia Are y le llenó una de sus mejillas de besos...

Sentí un calor abrumador crecer desde lo profundo de mis entrañas.

¿Eran celos?

Carajo.

Are se levantó rodando sus ojos y la abrazó.

Y él muy contento le sigue el juego.

Descarado.

—Sí claro, en tus sueños haría todo eso —manifestó, tranquilo—. Seri, te quiero presentar a Kiae.

Seri...

La tal Seri me miró con ojos curiosos.

—¿Kiae... Kiae? —habló, como si no creyera el simple hecho de que me encontrara ahí, como si ya me conociera.

—Sí, es ella —reiteró—. Kiae, yo quiero presentarte a Seri. Seri Codenleph, mi hermana.

Solté todo el aire que no sabía que estaba conteniendo cuando Are mencionó: "Mi hermana."

Todo el calor se esfumó.

Seri se acercó y se colocó en frente de mi pequeño cuerpo.

Bueno, yo medía 1.76

No era tan bajita, ni tan alta como ellos.

Me examinó con su mirada. Su pesada mirada.

Me sonrió, con tranquilidad. Una sonrisa tranquila y acogedora, muy amigable.

—¿Quieres ser mi amiga? —preguntó, con un tono suave.

Le devolví la misma sonrisa tranquila.

Era la hermana de Are, no habría problema en que nos volviéramos amigas.

Después de todo, yo me quedaría.

Asentí con la cabeza y sus ojos brillaron.

—¿Quieres divertirte? —propuso, pero un ruído proveniente del escritorio de Are nos puso alerta y miramos hacia él.

En su rostro, tenía el ceño ligeramente fruncido, parecía en desacuerdo con algo.

Le mandó una mirada fulminante a Seri, quien lo veía tranquila, como si supiera lo que iba a decir.

—Ni creas que te saldrás con la tuya, Seri —dijo Are.

—Mírale la cara, necesita distraerse un poco... —dijo Seri, señaladome.

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