Capítulo treinta y uno

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Estaba desayunando tranquilamente con Are.

Unas que otras veces cruzábamos miradas, pero nada más.

Entonces, quise mencionarle lo de la rubia.

Corrección: rubia falsa, alias "la peliteñida"

Ocurrente.

Reí para mis adentros.

—Are...

—¿Sí? —respondió inmediato.

—Quería comentarte que el otro día vino alguien buscándote...

—Sí, una joven llamada Beni, la ama de llaves me dijo que de repente se fue y no volvió, ¿sabes lo que pasó?

Carraspé, tratando de buscar las palabras correctas.

—Perdielcontroldemisangreylaarrastróhastalasalida —lo dije tan rapido que ni yo misma pude entenderme.

Abrí mis ojos por haber confesado eso.

Él dejó caer su cubierto al plato, provocando un sonido en seco.

Llevó una de sus manos a su boca, tratando de apaciguar sus ganas de reír, hasta que no pudo más y se echó a risas.

Ya, su risa, una melodía para mis oídos...

No lo había visto ni escuchado reírse nunca. Debo admitir que es una de las cosas más hermosas que he visto y escuchado.

Pocos segundos de estarse riendo, paró.

Respiraba hondo para recuperar el aire que había perdido.

—¿Que hiciste qué? —dijo en un susurro porque aún no recuperaba el aire.

No pensaba repetirlo, suficiente vergüenza sentía ya.

Él volvió a reírse.

Su rostro se tornó tan rojo como un tomate de tantas risas.

Después de un par de minutos más, ya estaba tranquilo, aunque una que otra vez se le escapaban risitas pequeñas.

—¿Ya paraste de burlarte? —hablé, seria.

Él tomó una gran bocanada de aire y se tranquilizó.

—No me estoy burlando. Es solo que me sorprendes Kiae.

—Ya te dije que perdí el control de mi sangre —me defendí.

—Me salió celosilla la niña —comentó, tomando un trago de agua.

Lo miré incrédula.

—No soy celosa —rebatí.

—Bueno, entonces iré a ver a Beni...

Al escucharlo, sentí mi sangre hervir.

—¡Ni se te ocurra! —grité, dando un manotazo a la madera de la mesa.

Mierda.

¿Qué fue eso?

Sólo escuché la risita de Are.

—Con que no, ¿eh? —insinuó.

Rodé mis ojos y le mandé una mirada asesina. Él no dejaba de sonreír.

—Beni es una chica que conozco desde que era un niño. Ambos compartíamos la ilusión de casarnos cuando grandes, pero desde que tuve conocimiento de que existían las sangres correspondidas, esa ilusión se esfumó.
》Cuando cumplí 135, mi padre se obsesionó con que tenía que casarme con Beni para reforzar el reino, pero me negué rotundamente.

Me hice la que no tenía conocimiento de nada.

—¿Por qué te negaste?

—Porque te estaba esperando. Hablé seriamente con mi padre y le dije que no iba a casarme con alguien cuya sangre no era mi detinada, hasta que él desistió.

Quizá deberías hacer lo mismo con tu padre, Kiae...

Sí.

—Ahora que dices que perdiste el control sobre tu sangre, te llevaré con el tutor sangreal de la familia —expuso.

Kiae no, porfavor.

Temblaste, ¿verdad?

Por nada del mundo permitas que lleven con un tutor sangreal.

¿Por?

Bueno porque... porque no.

—Está bien —dije.

Luego de haber desayunado, ambos nos dirigimos en auto a una Academia sangreal, donde solamente iban los de la realeza.

Cuando entramos, todo el que se nos cruzara hacía una pequeña reverencia. Are caminaba como si no le importara《Pues claro, para él esto era algo de todos los días》caminaba como si fuese el dueño del mundo 《Obvio sí lo era》con aires de superioridad 《Pues es el rey de todo un planeta》

Un señor de aparente 60 años, nos recibió amablemente.

—Le presento a Kiae, mi prometida y la futura reina de todo Obsiris —abrí mis ojos como platos al escucharlo decir eso.

Él solo me miró y guiñó un ojo.

Idiota.

El señor me hizo una reverencia y empezó a hablar con Are.

Mientras ellos conversaban, me dediqué a ver el lugar.

Era muy acogedor, y lindo.

—Kiae —me llamó Are—. El señor Pol se encargará de tus clases sangreales.

—Yo calculo que en cinco días ya estarás lista —declaró—. Empezaremos mañana cinco minutos antes de que salga el sol.

¿QUÉ?

¿Madrugar?

Le mandé una mirada suplicante a Are.

—Pequeña, no puedo hacer nada, las reglas son las reglas, y para poder lograr tu objetivo lo primero que tienes que adaptar en ti, es la disciplina.

Suspiré resignada.

—Está bien —dije, a rastras.

Volvimos a la casa, y Are se metió a su despacho porque dijo que tenía muchísimo trabajo, mientras que yo me preparé para mis entrenamientos.

Como siempre, terminaba exhausta todas las noches, pero almenos ya era menos que antes.

Mi altura no paraba, ya iba en los 2.02m

Me parecía increíble esta transformación.

¿Cómo era posible que en tan poco tiempo lograra tanto?

Tomé una ducha fría. Siempre me gustaron las duchas frías por las noches, apesar de ser una floja.

Me recosté entre las colchas que se sentían muy cálidas y suaves. Una caricia para mi piel.

Mi sangre no me habló en todo el día desde el desayuno, quizá se encontraba molesta por aceptar las tutorías sangreales, pero al final era lo mejor para ambas.

No sé en qué momento, pero terminé dejándome llevar por los brazos de morfeo.

•••
Me divertí escribiendo este cap jskdjskdksk

Espero también les haya gustado a ustedes <3

Me despido💖
Atte: Autor Anónimo.

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