Capítulo veintitrés 💝

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Esta escena era como una de esas películas donde una princesa se prepara para bajar las escaleras y robar las miradas de todos los invitados.

Sí, una escena de película.

Suspiré y me asomé por el balcón que daba la vista hacia todo el salón de estar, donde estaban los invitados hablando entre sí.

—Señorita, es hora de que baje —anunció Susi a mi lado.

Yo asentí, y coloqué una de mis manos sobre el barandal de las escaleras.

Antes de siquiera bajar el primer escalón, ya todos tenían sus ojos puestos en mí. Todos mis nervios aumentaron.

Miré a todos, mientras bajaba un escalón a la vez para evitar caerme y rodar como una tonta.

Mientras mi vista se paseaba por todo el salón, y mis nervios estaban a flor de piel, logré visualizar a Are. Llevaba puesto un traje completamente negro que se le ajustaba a la perfección.

Lo miré a los ojos, esos grises e intensos ojos.

De repente todos alrededor desaparecían, hasta quedar solamente Are y yo, en ese momento mágico cuando conoces a alguien que pone todo tu mundo de cabeza, y le da un giro inesperado, pero necesario a tu vida.

Para bien.

Él relamió sus labios y esbozó una sonrisa jodidamente sexy.

No pude evitar devolverle una sonrisa nerviosa.

A medida que iba llegando al final de las escaleras, él se acercó, para recibirme con su mano extendida y una pequeña reverencia.

—Su alteza —saludó, con una sonrisa tierna.

Instintivamente 《porque lo he visto en muchas películas》hice una reverencia.

—Su majestad —devolví el saludo con amabilidad y cortesía.

Tomé su mano con delicadeza y él me llevó lentamente hacia el centro de la sala. Me percaté de que al fondo, sonaba una canción muy suave y casi romántica.

Él me colocó frente a sí mismo y me invitó a bailar.

—Yo... no sé bailar —susurré.

Él bajó su cabeza, disimulando una risilla burlona.

Tomó su postura normal y me miró.

—Déjate llevar. Te sorprenderías de lo que nuestras sangres son capaces de hacer.

Lo miré confundida ante aquel comentario.

Él tomó ligeramente una de mis manos y llevó la otra a su hombro.

Colocó una de sus manos en mi cintura mientras que con la otra sostenía mi mano libre.

Al son de la música, empezamos a movernos, entretanto nos mirábamos fijamente a los ojos. Apreciaba del bello gris que poseían.

Era un momento realmente mágico y único, nunca me había sentido así. Ni siquiera con mi novio de preescolar.

Es el único que has tenido...

Solo éramos él y yo. Los demás habían desaparecido...

Sus ojos habían atrapado totalmente los míos, y su mano con la mía lograba avivar las mariposas en mi estómago.

No me había dado cuenta, pero estábamos moviéndonos al ritmo de la música. Estaba realmente sorprendida, puesto que yo no sabía bailar y mucho menos este tipo de vals.

La música se detuvo, y nosotros también.

Nos separamos e hicimos una pequeña reverencia el uno al otro.

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