Capítulo treinta y ocho

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Abrí mis ojos al escuchar a alguien tocar la puerta de mi habitación.

—Su majestad, ¿se encuentra bien? La puerta está bajo llave —hablaba Susi.

¿Bajo llave?

Pero yo nunca la dejo bajo llave.

Rápidamente caí en cuenta, que no estaba sola en la cama.

Demonios.

Are estaba aquí.

Tenía uno de sus brazos enrollado en mí. Su rostro se encontraba en el hueco de mi cuello.

—¡Are! —susurré—. ¿Qué haces aquí? ¿Estás loco?

Él, aún somnoliento me pegó más hacia él.

—Entré anoche, no quería que nadie nos molestara...

—Susi está en la puerta, y hoy es la coronación. Porfavor vete —seguía hablando en susurros.

Él se quejó, pero se despertó y me sonrió.

De un segundo a otro, sus brazos me movieron ligeramente, posicionandome encima de él. Quedando sentada justo en el area de su entrepierna.

Abrí mis ojos como redondos platos al sentir un gran bulto debajo de la delgada tela de su pantalón.

Madre mía.

Suspiré, sintiéndolo justo en mi intimidad

Mordí mi labio inferior, apaciguando mis ganas de sentirlo a fondo.

Él acercó su boca a mi oído, susurrando con una voz ronca y sexy:

—¿Sientes lo duro que me tienes?

Cerré mis ojos y moví lentamente mis caderas, para sentirlo mucho mejor.

Su respiración empezó a agitarse, y mi cuerpo pedía más de esa sensación.

—Oh Kiae, me vuelves loco —susurró contra mis labios.

La excitación se había disipado por todo mi cuerpo, logrando generar palpitaciones en mi zona íntima.

Nuestros rostros estaban a centímetros.

Dejé un beso en sus labios, mientras él sonrió perverso.

Llevó sus manos a mi cintura y empezó a acariciar por debajo de mi suéter toda mi piel. Dejando círculos que acrecentaban mi fogosidad.

Mientras acariciaba mi piel, me besaba lentamente. Como si disfrutara cada centímetro de mis labios. Sentía que nadaba en un mar de suaves algodones.

Su suavidad y delicadeza me hacían querer quedarme así para siempre.

Yo cesé los lentos movimientos de mis caderas a lo que él se separó de mí, y me miró a los ojos, con un brillo y ternura que jamás podría explicar.

Sus ojos en definitiva, eran todo un universo. Un universo que jamás dejaría de ver y apreciar, un universo que apenas estaba empezando a conocer y descubrir. Un universo que sin duda alguna jamás me arrepentiría de haber elegido.

Ese universo ahora era mi hogar y mi familia.

Recosté mi cabeza a su hombro y lo abracé.

—Gracias —susurré, y cerré mis ojos.

—¿Por qué agradeces? —preguntó, confundido

—Por ser lo mejor que le ha pasado a mi simple vida...

Él se separó de mí y tomó mi rostro en sus manos.

—No —tajó, mirándome con el ceño fruncido—. Tu vida no es simple, eres la persona más increíble y maravillosa que puede existir. Eres alguien con una misión muy importante. Eres alguien muy fuerte y bondadosa, eres un alma pura Kiae. Nunca nadie ha sido un alma pura. ¿Sabes lo que eso significa?

Yo negué con la cabeza.

—Que eres todo lo que está bien, Kiae. Y que nada ni nadie te haga pensar lo contrario, ¿si?

No puede ser más perfecto.

Sonreí tranquilamente ante sus palabras.

Junté nuestros labios, fundiendonos en un beso largo y tierno.

De repente escuchamos que alguien metía una llave a la puerta de mi habitación.

Mierda.

Mierda.

No tuvimos tiempo de nada, hasta que Susi se asomó rápidamente por la puerta y nos encontró en la cama.

Se tapó inmediatamente sus ojos y salió balbuceando cosas.

—Disculpen, yo... no sabía... Agh ¡Lo siento! No puede ser —decía, una y otra vez.

Me bajé de la cama y Are hizo lo mismo, con la única diferencia de que tuvo que buscar una prenda en mi armario para tapar su visible erección.

—Susi, ven aquí —la llamé.

Ella entró un poco nerviosa.

—Yo no quise ver... usted sabe —dijo.

Yo rompí en carcajadas.

Ya Are había salido del cuarto.

—No estaba pasando nada malo, Are y yo no tuvimos sexo y mucho menos lo tendremos, no hasta unirnos —anuncié.

Su rostro pareció relajarse.

—Es que usted sabe... Aquí es una ley muy severa el esperar a unirse para estas cosas...

—Sí, Are me lo explicó hace unas semanas —comenté.

Y era verdad.

Hace tres semanas que fue la visita a la que era la casa de mi madre. Dos semanas, Are se dedicó a enseñarme algunas cosas sobre cómo tomar decisiones, y seguir mi instinto sangreal... Entre otras cosas.

La mayor parte de mi aprendizaje, lo desarrollé en las clases que recibía, mientras hacía mis entrenamientos.

Ya estaba más que lista.

Hasta aprendí a emanar aires de superioridad, así como Are jsjs《Claro que sin ser arrogante tampoco》

—Bueno, ¿está lista para prepararse?

Yo asentí lentamente.

—Bien, quedan siete horas para que inicie el evento. Empecemos ya.

Primero me bañé. Luego Susi empezó a tomar mechas y ponerlas de aquí a allá, etc.

Estaba ansiosa.

Alguien tocó la puerta e inmediatamente entró Are, traía un maniquí con el vestido que yo había elegido para esta ocasión.

—Su majestad —saludó, con una reverencia.

Sonreí como una tonta.

—Me retiro, tengo que ver unas cosas y luego me arreglaré. Nos vemos en la noche, pequeña —se despidió, acercándose y dejando un cándido beso en mis labios.

Pronto desapareció por la puerta y Susi me miró coqueta.

Yo rodé mis ojos ocultando una sonrisa.

—Hacen muy linda pareja, son el uno para el otro —dijo, entre suspiros.

Independientemente de lo que ella dijo, yo lo sentía así.

Nunca creí enamorarme de esa manera, y ahora, lo estaba.

Estaba perdidamente enamorada de Are.

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¿Cómo están?

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Me despido💖
Atte: Autor Anónimo

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