Capítulo cuarenta y uno

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Un día antes de la boda.

¿De verdad iba a casarme?

¡Que sí! Es la décima vez que te lo preguntas en el día.

Es que aún no lo puedo creer.

—Pequeña, ya llegaron todos —avisó Are.

Teníamos una cena con toda la familia de Are, y cuando digo "toda" es TODA. Exceptuando a algunos sobrinos de Are.

Estaba nerviosa, nunca había cruzado palabras con los dos hermanos menores de Are y su padre. Ellos me veían como si juzgaran cada parte de mí. Y eso de alguna manera lograba hacerme sentir extraña e incómoda.

Inspiré, y salí de la habitación junto a Are.

Bajamos cuidadosamente las escaleras y entramos al gran comedor, donde ya se encontraban todos en sus lugares.

Me coloqué a un extremo, y Are se colocó al otro.

Carraspé y hablé:

—Buenas noches, agradecida de que todos estén aquí, quiero agradecerles por haberme recibido en esta familia como si fuera parte de ella —dije, con una nota de agradecimiento—. Sé que mi llegada fue tan de repente que yo aún trato de procesar todo lo que me está pasando...

—Kiae, eres bien recibida en este mundo, todos te adoran —comentó la madre de Are.

Aunque eso no fuese del todo cierto, habían personas allá fuera que darían todo por hacerme daño, pero ahora era toda una obsiria, y no podrían conmigo tan fácil.

—Agradezco siempre su amabilidad señora Serei...

—Ya te he dicho que nos hablemos de Tú —corrigió.

Yo asentí en respuesta y volví a hablar:

—Como saben, mañana me casaré con Are —pronuncié, viendo como esbozaba una sonrisa ladina—. Para mí sería un gran honor que todos asistieran, y sin más que decir porque tengo muchísima hambre, espero disfruten de la cena, que tengan buen provecho —finalicé, sentándome y empezando a comer.

Todos empezaron a hablar entre sí. La señora Serei de vez en cuando me preguntaba algunas cosillas, mientras Seri me contaba que aún no quería encontrar a su sangre correspondida.

—¿Tan mal crees que pueda ser? —bufé.

—Sí, ¿te imaginas que no le guste ir a fiestas o que sea un maldito celador solo porque bailo cerca de otros obsirios? De solo pensarlo se me quitan las ganas de encontrarlo.

—Quizá se te quite lo fiestera cuando lo encuentres...

—¡Jamás! —susurró fuerte, para que sus padres no la escucharan—. Solo espero que pueda dejarme ser. Kiae, yo soy un espíritu libre, nadie puede privarme de nada, y que a nadie se le ocurra siquiera decirme qué puedo o no hacer, porque lo mando a volar.

Negué como si ella no tuviese remedio.

—¿Estás nerviosa por mañana? —preguntó, notando algunos nervios sueltos.

—En realidad sí —suspiré.

...

Cuando terminó la cena, todos se despidieron con amabilidad y cortesía.

—Te nos casas... quién lo diría —murmuró Nua—. Espero encontrar mi sangre destinada así como la tuya, tan buena, generosa, fuerte y muy valiente.

—La encontrarás —dijo Are, pasando su mano por mi cintura y pegandome a él.

—Oye, si un día ya no lo soportas, puedes venir donde mí... —dijo Nua, con tono atrevido.

—No seas un idiota, ¿quieres? —regañó Are.

Nua empezó a dirigirse a la salida...

—O... Aún estás a tiempo de elegirme a mí —comentó, encogiendose de hombros mientras desaparecía por la puerta.

Me reí al sentir la tensión de Are.

—Nosotros ya nos vamos —avisó Serei, que a su lado traía a su esposo.

Me parecía extraño que no vivieran todos en una misma casa, pero Are me explicó que cada miembro de la realeza debía tener su casa propia, al igual que el rey.

—Nos vemos mañana —despedí.

El señor Lonuar se despidió con un asentimiento de cabeza, pero un pequeño apretón de la señora Serei, hizo que se extendiera su despedida.

Él sonrió falsamente, disimulando la discreta reprendida que le dio su esposa.

—Los felicito, y sé que serán buenos reyes, no me cabe duda, nos vemos mañana... —Su voz, era muy grave. Sentías que retumbaba hasta lo más profundo de tus oídos.

—Gracias —respondí, ya que sentí que Are no lo iba a hacer.

¿Tanto era su enojo con su padre que ni siquiera le agradecería por sus felicitaciones y buenos deseos?

Ambos los vimos irse.

A nosotros se acercaron los tres hermanos que restaban por irse.

Nuare, Loner y Seri.

Nuare: era muy parecido a Nua, y vaya que era muy guapo. A su lado traía una joven obsiria colgada del brazo. Era su sangre destinada. No trajeron sus hijos, pero por lo que sé tiene tres.

Loner: Este era pelinegro, se veía un poco amargado y gruñón. Are y él no llevaban buena relación, no sé el porqué. También sé que éste era el padre de Ven, quien también estaba junto a ellos. Junto a Loner, una mujer muy hermosa, de cabellera rojiza como zanahoria. Loner ya había formado su familia y tenía al parecer cinco hijos.

—Nosotros nos vamos Are —dijo Nuare, amablemente.

—Los espero mañana —dijo Are, llevando su mano al cabello de Nuare y revolviendolo como dos adolescentes que se molestan unos a otros.

Nuare despertaba cierta ternura en mí, y era porque es el menor de todos, el más pequeño.

Si no me equivoco aparenta unos 20 años durante 68.

Loner solo alzó su mano en despedida y se fue.

—Kiae —habló Ven, acercándose para despedirse con un beso en la mejilla.

—Hey —riñó Are, deteniendolo con una de sus manos—. Ni se te ocurra —advirtió, serio.

Ven se echó a carcajadas, y levantó sus manos en modo de rendición.

—Amor y paz Are, amor y paz —mencionaba, divertido.

Ven se retiró y quedamos completamente solos.

—¿Tienes algún lugar a dónde quieras ir a celebrar nuestras noches de bodas? —preguntó en un susurro sensual, mientras me pegaba a él.

Hice un gesto pensativo.

—Ya creo que no —respondí.

—Entonces yo sí, y será una sorpresa... —murmuró, pegando sus labios con los míos en un beso corto y tierno.

Sonreí como una idiota y juntos llegamos a nuestra habitación.

Aún nos encontrábamos en Kei, la boda se celebraría aquí, puesto que el espacio acá era muy grande.

Estaba emocionada.

Y nerviosa.

Pero todo estaba bien, y creía firmemente en que todo saldría bien

Todo estaba perfectamente planeado, y ya estaba ansiosa porque mañana llegara rápido.

De verdad iba a hacerlo.

De verdad lo haría.

De sólo pensarlo me daban cosquillas en el estómago. Como un niño emocionado en noche de navidad.

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