Capítulo treinta y cinco

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Parecería mentira, pero no sé cómo es que en diez horas logramos apegarnos el uno con el otro.

En estos momentos, nos encontrábamos bajando de la camioneta que nos traía hasta el palacio que era de mi madre, y vaya que sí era un palacio.

Era muchísimo más inmenso que el de Are.

Aún conservaba el estilo colonial.

Se veía muy acogedor.

—Lo han cuidado desde que la reina Kaia desapareció, aún guardan la esperanza de que ella vuelva —comentó Are.

Juntos entramos al gran caserón.

Sus pasillos estaban vacíos, no había casi nadie, y todo era un completo silencio.

—Entonces ¿esta iba a ser mi casa? —pregunté, mirando todo a mi alrededor, cada detalle.

—Así es.

Creo que nunca me aburriría de estar aquí.

Habían muchísimas habitaciones, y sus jardines eran inmensos.

Una jugada al escondite en este castillo debe ser todo un reto para el contador, pero almenos hubiese tenido amigos o algo parecido.

Ambos seguimos paseando por todas las habitaciones.

Era como visitar un castillo de esos que aparecían en las películas del siglo IXX.

Apesar de que todo se veía antiguo, cada objeto y mueble valía una fortuna.

Entonces, encontré un estudio, muy grande y espacioso, donde había un gran cuadro de una hermosa mujer, podía decir que hasta se parecía a mí.

—¿Era ella? —pregunté, admirandola.

—Sí. Te pareces mucho a ella.

Me acerqué a su escritorio, y sé que nunca la había visto y que jamás había estado aquí antes, pero sentí nostalgia.

Abrí algunos cajones que contenían papeles y más papeles, hasta que uno de ellos guardaba una foto.

La saqué y observé mejor.

Había una mujer muy parecida a la del cuadro. Era mi madre, y a su lado había un muchacho que...

¿Are?

¿Ese era Are?

Había un muchacho que en sus brazos descansaba una pequeña bebé.

¿Qué significaba esto?

¿Acaso ellos se llegaron a conocer?

¿Cómo?

Él no me había dicho nada, ¿acaso mintió?

Un calor abrumador se aglomeró en mi pecho. Había algo que Are no me había dicho.

¿Por qué haría algo así?

Quizá para él no tiene importancia.

Pero se trata de mi madre, ¿por qué no me diría?

Decidí preguntarle de qué se trataba, pero una señora entró al despacho y me habló.

—¿Es usted la señorita Kiae? —preguntó la desconocida.

—Sí, soy yo, ¿qué pasa?

—Es que el rey Loen nos ha hablado de usted, ya todo Kei lo sabe y esperamos con ansias su coronación.

Kei, era como se denominaba a la mitad de Obsiris, y a la otra mitad《Que era la que reinaba principalmente Are》Lei.

Sí, extraños nombres.

—Sí, me encuentro un poco nerviosa. Justo vine a visitar la casa que era de mi madre...

—Debió ser muy difícil todo esto.

Asentí. No sabía qué tanto sabían, pero no quería seguir hablando del tema, lo único que me urgía era hablar con Are.

—Si me disculpa, tengo que hablar con el rey —me despedí amablemente y busqué a Are.

Se había perdido, esto era inmenso, nunca lo encontraría.

De tanto caminar, y muchas habitaciones asomarme, lo encontré en un pequeño saloncito que daba una enorme vista a un pequeño lago.

Era muy hermoso.

A lo que viniste Kiae.

Cierto.

Carraspé, llamando su atención.

—Oh, pequeña, ¿qué sucede? —dijo, volteando a mirarme.

Le alcé la foto que tenía en mi mano y se la mostré.

—Are, explícame esto porfavor.

×××
Emocionada ando, ¡ya llegamos a las 1k vistas!

Un beso y abrazo enorme para ti que estás leyendo esto. Les haré un altar🛐

Los adoro!!!!!!

Sinceramente estoy aprendiendo bastante escribiendo Are, y gracias a eso, estoy creando un nuevo proyecto que me está encantando. Pronto se los mostraré🥰

Me despido💖
Atte: Autor Anónimo.

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