Are 3

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Pasadas un par de semanas desde mi conversación con la reina Kaia, ya había fecha para mi coronación. Una coronación que en vez de convertirse en el día más esperado y feliz de mi vida, era un día que no quería vivir, almenos aún no.

Mi padre aseguraba que todo iba a estar bien, y que poco a poco me olvidaría de mi sangre correspondida y me enamoraría perdidamente de Beny, pero la verdad era que cada día crecían mis ganas de encontrarla alfin. Pero quizá mi padre tenía razón.

—Dije que no voy a casarme con Beny, y es todo —tajé por milésima vez.

—Bien. No te cases con Beny, pero cuando pierdas la esperanza de encontrar a tu sangre destinada, verás que tuve razón... —murmuró, resignado.

—¿Cuál es tu maldito problema? —reclamé—. ¿Por qué estás tan encaprichado?

Él me miró con seriedad. Sin decir una palabra.

Tensó su mandíbula y se dirigió a la salida.

Suspiré con cansancio, y me eché en mi cama.

Mañana era mi coronación. Almenos ya no iba a casarme con Beny. Claro que, mi padre no estaba de acuerdo con mi decisión, pero el resto de mi familia pareció darle igual.

...

10 años después...

—Rompiste nuestra promesa de niños —escuché la apagada voz de Beny.

Sentía algo de remordimiento, pero la decisión estaba tomada.

—Mira Beny...

—No. Entiendo perfectamente que quieras esperar a tu sangre correspondida, pero ¿y si nunca llega? Han pasado diez años, Are.

—Va a llegar...

—¿Y si no?

—Entonces me quedaré solo el resto de mi vida, esperándola —afirmé con seriedad.

Ella calló unos segundos y habló:

—¿O sea que no tengo ninguna oportunidad?

—Tú vas a encontrar la tuya.

—Pero no quiero a nadie más que no seas tú, Are —Se acercó peligrosamente a mí, pero me alejé y la encaré.

—Y yo no quiero a nadie más que no sea mi sangre destinada —corté, casi enojado.

Este jueguito me estaba cansando.

—¿Prefieres quedarte solo el resto de tu vida? Eso no le hará bien al reino...

—Yo soy el que decide qué le hace bien o no a mi reino. Así que te pido amablemente que te retires ahora.

Ella resopló y se fue hecha una fiera.

La coronación había sido hace casi 11 años.

Pasaba mis días encerrado en mi despacho, hundiendome en mis responsabilidades como rey. Lo que menos quería ahora era sobrepensar en mi destinada.

Lo curioso era que, ya casi no me preocupaba encontrarla, o eso era lo que creía mientras no pensaba en ella.

De pronto, escuché la puerta abrirse, y luego a mi madre entrar en ella.

—Cariño, pasé un rato a tu castillo, ¿está todo bien? —Acarició mi mejilla.

Asentí con una sonrisa forzada.

Ella me miró con sus típicos ojos de "sé qué te pasa, pero se muy bien que no quieres tocar el tema".

—No puedes pasártela aquí metido, cariño.

Suspiré.

—Lo sé, pero es la única manera.

—Escuché que tienes junta con la reina Kaia mañana. ¿Vas a ir? —preguntó.

Cierto.

Lo había olvidado por completo.

—Tengo qué —respondí.

Asintió, y se despidió con un beso en mi mejilla.

En ese preciso momento recibí una llamada, la cual atendí enseguida.

—¿Si?

—Querido Loen, me temo que debemos cancelar el encuentro mañana, me siento indispuesta.

Era Kaia.

—Cuanto lo siento, pero el reporte es importantísimo.

—Lo siento, Loen, debemos dejarlo para el próximo mes, ¿te parece?

—Claro, que te recuperes pronto...

Colgué, extrañado porque sus palabras sonaban casi inseguras.

El sueño se apoderaba de mí en cada segundo que pasaba. Así que decidí descansar.

...

Me desperté con las extrañas ganas de salir un rato del castillo. Me estiré un poco e hice calentamiento rutinario para empezar el día.

Aunque Kaia me había dicho que no fuera a su castillo, yo decidí ir, después de todo, ¿qué podía ser eso que no le permitía hablar tan siquiera 10 minutos conmigo?

Preparé todo y me transporté hasta su palacio.

Extrañamente no había nadie. Todo estaba solitario.

Me atreví a llegar hasta su habitación.

Ahí se encontraban ella, en su cama, descansando. Y la bruja se encontraba a su lado.

Hablaban en susurros, como si las paredes tuvieran oídos. Kaia parecía enferma, y preocupada.

Hasta que decidí entrar.

Ambas se quedaron casi perplejas.

—Demonios Loen, te dije que no vinieras hoy —me regañó.

En ese momento, pude sentir el olor característico de Kaia, pero fuera de ese, había otro.

Uno más dulce, más suave, atractivo, placentero. Era sangre. Justo en ese momento, al sentir aquel olor, mis músculos se relajaron tanto que sentía mi piel erizarse por el extraño placer de sentir tan exquisito olor.

Y entonces lo supe.

Kaia estaba embarazada.

Mis ojos se abrieron como platos y la miré fijamente, dándole a entender que ya lo sabía.

—Que no salga de tu boca, porfavor —suplicó.

Yo asentí, sin decir una sola palabra y sin poder creerlo.

—Es una niña —susurró, con lágrimas de felicidad en sus ojos.

Una niña...

No sólo es una niña, Kaia.

Es mi sangre correspondida.

Inmediatamente una sensación de protección ante aquella vida que se estaba formando en ese vientre se despertó en mi interior, como una llama que se estaba apagando y volvió a avivarse.

Alfin había aparecido, alfin la había encontrado.

—Su Majestad rey Loen, ¿puedo hablar con usted? —me propuso la bruja.

Yo la miré, y asentí.

—Con permiso, Su Majestad.

Ambos salimos de la habitación y ahí la bruja empezó a hablarme.

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Me despido💖
Atte: Autor Anónimo.

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