—Les dije que eras mi sangre correspondida —Sonrió con suficiencia—. Cuando vi la cara que puso tu padre al escucharme, una satisfacción recorrió mis venas con intensidad...
Narra Are...
Su rostro era un hermoso poema.
—Maldito hijo de p...
—Dispárame —reté—. Anda, hazlo. En tu conciencia quedará la culpa de haber matado a tu propia hija.
No estaba usando a mi pequeña Kiae para sobrevivir, de hecho, estaba protegiéndola.
—Sabes muy bien que si muero, ella también. Nuestra cercanía ha sido tanta que tenemos un vínculo lo suficientemente fuerte. Tú decides —expuse.
Poco me importaba morir, pero ella solo era una bebé que apenas había conocido su mundo.
Estaba dispuesto a dar mi vida por protegerla, pero en este caso, si yo moría, ella también.
No podía arriesgar mi vida a la ligera. No si quería un futuro con ella.
—Buscaré la manera de matarte... —escupió, con odio e impotencia al saber que no podía hacerme daño—. Si no quieres que ella sufra, entonces te irás y no volverás nunca, ¿entendiste?
Bajé los pocos escalones que quedaban y me acerqué a paso firme hasta él.
Lo superaba en tamaño, pero sus arcos apuntaban directamente a mi cabeza.
Me incliné hasta su altura y lo miré fijamente tensando mi mandíbula.
—No me dirás qué hacer. Y si me entero de que le haces siquiera pasar el mínimo dolor, te mato —zanjé, con dolor y rabia.
Iba a dejarla en manos de este imbécil, y no podía hacer nada para evitarlo. No quería que ella sufriera, pero también sabía que él la amaba con su vida. Después de todo era su hija, y una bebé que no tenía la culpa de nada.
—Me iré, pero escúchame bien idiota —lo agarré por el cuello de su camisa.
Todos se alarmaron y él les hizo un movimiento de mano para que se relajaran.
—La vas a proteger con tu maldita y miserable vida. No la harás sufrir, porque si me entero de que la está pasando mal, te torturaré el triple de lo que ella sienta —advertí—. Déjame despedirme.
Él negó rotundamente.
—No me la llevaré. Solo déjame verla por última vez... —pedí.
—Si le haces algo, morirás y ella también.
Asentí lentamente.
Por mis venas corría la ira desesperadamente.
Las ganas de arrancarle la cabeza a cada uno de ellos se acrecentaba cada segundo. Y saber que algunos de ellos eran obsirios me hacía querer torturarlos y encerrarlos en los calabozos obsirianos hasta que se pudrieran.
Subí a su habitación y la vi tan tranquila, mientras tenía su vista fija en un pequeño juguete a su lado.
Aprecié su lindo, pequeño y tierno rostro.
¿Cómo podía ser tan perfecta siendo tan solo una bebé?
La tomé suavemente en mis brazos y ella se regocijó en ellos, haciéndome sentir el más feliz de la maldita existencia entera.
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Are
Science FictionKiae, una chica curiosa, cuya intriga la llevará a un mundo totalmente distinto... -Desde las sombras. Siempre visualizaba una silueta, la cual me seguía a todos lados... Y aún lo hace. ¿Acaso estoy loca? ... Un chico, que dice llamarse Are. Es de o...