Capítulo cuarenta y cuatro

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Era muy extraño y confuso.

Después de todo lo que estábamos construyendo, ¿simplemente lo dejaría ir?

¿Simplemente él se iría?

Cuando le dije que prefería quedarme, en su rostro dibujó una gran sonrisa. En el momento no entendí nada de nada.

—Ya me doy cuenta que eres más que la indicada para Are, y para el universo. No fallé en mi elección y estoy orgulloso y más que satisfecho por ello —expresó, con tranquilidad y calma.

"La indicada para Are"

La confusión no me abandonaba. En cambio se incrementaba cada segundo.

—¿De qué hablas, Are? —pregunté, con el poco aliento que me quedaba después de oír todo aquello.

Él sonrió.

—No soy Are, querida —dijo—. Mas bien, solo tomé su cuerpo unos minutos, él está dormido, pero pronto despertará y podrán estar juntos otra vez. Él está bien —aseguró, guiñandome un ojo.

—¿Usted...?

—Sí, mi espíritu es la divinidad misma, quería saber si en realidad eras aquel pequeño ser que deposité en la reina Kaia —explicó, pero yo no entendía nada.

Él notó mi rostro completo de confusión.

—Me hice pasar por un hechicero, y entré aquí hace 19 años sin que nadie lo supiera, pero la bruja personal de la reina se dio cuenta. Inmediatamente supo que yo era el Dios supremo y juró ante mí que sería cómplice y guardaría aquel secreto pasase lo que pasase.

La bruja siempre lo supo. Maldita.

Estaba bajo un juramento que hizo frente al Dios mismo.

—Vi a tu madre desde un poco lejos y supe que sería una gran mamá, pero me di cuenta que había algo impuro en ella, y era aquella relación que mantuvo con aquel humano. Era una mujer maravillosa. Yo necesitaba idear un plan para salir de ese sufrimiento y volver a ser Dios.
》Con el poco poder que me quedaba, decidí engendrar a una bebé en su ceno, media humana para que supusieran que era hija de aquel humano. Ese mismo día vi que el rey del otro lado de Obsiris, también estaba solo, y que esperaba con ansias a su reina.
》Rápidamente supe que tenía un corazón noble, y un carácter fuerte. Digno de un rey. Ambos estaban destinados el uno para el otro. En el momento en que te deposité en tu madre, también los asigné como sangres correspondidas. Yo sabía que Are te protegería a toda costa, y que te atraería sabiendo todo lo que se te está destinado. Ya sabía lo obstinado que podía ser cuando algo le correspondía.

Ay mierda.

¿No hay nada en mi vida que sea no planeado?

Tú. Tu personalidad, tu forma de ser. Eso no estaba planeado.

Claro que sí. Con eso de ser "Un alma pura" lo dice todo.

Kiae, eres mi hija...

Agarrenme que ahora sí me les voy.

—¿Qué? —tajé.

—Eres mi creación, eres mi pequeña creación, y así como, eres una semidiosa Kiae. Te corresponde.

Ay no.

Porfavor, esto tiene que ser un sueño.

Necesito aire.

Respira profundo Kiae...

Inhala...

Exhala...

Todo está bien.

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