Abrí mis ojos lentamente. Me pegué un pequeño sustito al no distinguir en dónde me encontraba, pero luego comprendí que estábamos en el avión.
Estiré mis manos para quitar un poco el adormecimiento, y sentí que había alguien a lado mío.
Me giré y vi a Are, plácidamente dormido.
Estaba sin camisa y solo llevaba su pantalón de tela largo.
Mira esa abdominales...
¡No ayudas!
Deleitate... Al fin y al cabo es solo nuestro.
Y sí, me dediqué a admirar ese abdomen muy bien trabajado. Su torso desnudo me hacía crear escenas imaginarias que rápidamente desaparecieron cuando Are abrió sus labios para hablar...
Mierda.
—¿Sabes que mirar a alguien mientras duerme... es considerado acoso? Es un delito muy grave, Kiae —comentó, burlón.
Un bufido abandonó mis labios y me giré para bajarme de la cama, pero él actuó rápido y con sus manos me atrajo a él.
Bueno, aquí me despido, bye...
¡No!
Entonces, se sentó en el colchón y me obligó a sentarme encima de él.
—No. ¿Qué haces? —reclamé.
Ay, ya que.
Me dejé llevar por sus fuertes brazos, que me movían como su fuese una liviana plumita.
Sí.
Quedé encima de él, frente a frente.
Posó sus manos en mi cintura y me miró.
—¿Cómo te sientes? —preguntó, ya sabía que se refería a lo ocurrido con mi padre.
—Mejor —respondí—. No voy a guardarle rencor, y mucho menos le daré más vueltas al asunto. Me centraré en lo que importa ahora.
Él sonrió tranquilamente.
—Eso está bien. Yo estaré aquí para lo que necesites...
—Gracias. —Sonreí—. Cuando asuma el cargo, buscaré la manera de que paguen todos sus cómplices.
—Sí, te apoyaré, cuenta conmigo.
Una de sus manos subió a mi rostro y acarició mi mejilla.
El momento se tornaba sexual...
Ok no.
Pero había una tensión en el aire que solo tenía una manera de ser liberada.
Tomé su rostro y lo acerqué al mío, juntando nuestros labios. Él, con sus dos manos, me atrajo aún más a su cuerpo, una que otra vez daba un ligero apretón a mis muslos...
Sí, traía un vestido corto.
No puede ser, pero ya poco me importaba. Are era mi sangre correspondida, de hecho, ya nos habíamos demorado en tener esta confianza.
Él separó sus labios de los míos solo unos milímetros.
—Dios, me estás volviendo loco con ese vestidito —susurró, un poco agitado.
Su voz había causado estragos en todos lados de mi cuerpo.
Arquée mi espalda al sentir como una de sus manos se adentraba debajo de mi traje hasta llegar a uno de mis glúteos. Envío una avalancha de calor por toda mi piel, erizandola.
Metió su rostro en mi cuello y dejó besos húmedos, besos que me alzaban hasta tocar las nubes.
Mi entrepierna empezaba a palpitar, podía sentir un ligero dolorcito en cada pulso, que solo podía ser saciado de una manera.
Acerqué mi boca a su oreja izquierda y le susurré:
—Tienes campo libre...
Él sin pensarlo dos veces empezó a jugar con el elástico de mi ropa interior.
—Solo será esta vez... No quiero volver a tocarte hasta que seas mía en sangre.
Aún mi rostro se encontraba cerca de su oído, deseando que calmara estas ansias de sentirlo.
Él lentamente metió su mano, logrando que mi respiración se volviera entrecortada y jadeara.
Sus dedos tantearon cerca de mi intimidad, como si aún quisiera que estuviese más mojada, pero lo único que quería, era que tocara en esa zona.
Uno de sus dedos rozó mi clitoris, provocando que un quejido se escapara de mi garganta.
Entonces, me alcé un poquito, para que él pudiera meter mejor su mano...
Empecé a retorcerme de placer cuando uno de sus dedos empezó a moverse dentro y fuera de mi intimidad. Suspiros de placer se escapaban de mi boca al sentirlo salir y entrar.
—Oh Dios —susurré contra su oído.
Él llevó sus labios a mi cuello, besándome y dándome el doble de placer.
—Estás tan mojada —dijo, en jadeos.
—¿Te gusta? —le pregunté, en casi un gemido.
—¿Y todavía lo preguntas?
Su rostro salió de mi cuello y volvió a mis labios.
Aventurandolos en un beso lento, pero lleno de deseo.
Sus dedos empezaron a moverse con más intensidad, ahora había metido uno más.
Por mi parte me había vuelto jadeos. Esto se sentía jodidamente bien.
De pronto, sentí un nudo realizarse dentro de mí, mis músculos se estaban tensando, y supe que estaba a punto de terminar.
Are lo supo inmediato y aumentó un poco sus movimientos, logrando hacerme venir.
Un gemido sonoro se esparció por todo el pequeño cuarto, mi respiración era agitada y la de Are también.
—Mierda —solté, con una sonrisa.
Si así es tocandonos, no me imagino lo otro.
Ni yo.
Eso se sintió como en las malditas nubes.
Demonios, nunca imaginé que pudiese sentirse así.
—¿Te gustó? —preguntó.
Sonreí como una idiotita.
—¿Y todavía lo preguntas? —respondí con una pregunta, ambos sonreímos.
—Kiae... No quiero tener relaciones sexuales contigo hasta que nos casemos —comentó.
—¿Y quién te aseguró que nos vamos a casar? —dije, en un tono divertido.
El esbozó una pequeña sonrisa.
—Cuando se lo dijiste a tu padre... Vamos Kiae, sé que me deseas tanto como yo a ti y que me quieres tanto como te quiero yo.
¿Cómo podía estar tan seguro?
No se lo podía negar porque lo que dijo es cierto.
—Está bien... Sí —afirmé.
Él me envolvió en sus brazos y pegó su nariz a mi cuello, aspirando fuertemente.
Yo también lo rodeé con mis brazos y disfruté del rico aroma que emanaba su sangre.
Nos quedamos un rato abrazados, hasta que el avión paró para el descanso.
Comimos algo y luego volvimos al avión.
Su compañía me era suficiente. Saciaba y aliviaba absolutamente todo.
***
No soy buena escribiendo escenas eróticas, pero se hace el esfuerzo, entiéndanme porfa😔Me despido💖
Atte: Autor Anónimo
ESTÁS LEYENDO
Are
Science FictionKiae, una chica curiosa, cuya intriga la llevará a un mundo totalmente distinto... -Desde las sombras. Siempre visualizaba una silueta, la cual me seguía a todos lados... Y aún lo hace. ¿Acaso estoy loca? ... Un chico, que dice llamarse Are. Es de o...