farmacia

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[advertencia: capítulo +18]

Narra Akemi

— ¿Queri caminar mañana?

Pido piedad de mi, desperté a un monstruo.

— Está sobrevalorado.

Me debora los labios con todas las ganas del mundo dejandome casi flotando. Automáticamente mis calzones mojan cuando agarra una de mis piernas y me pega más a el.

Y yo la estúpida pensando que no volveríamos a hacer esto.

Narra Kazutora

Está acostada sobre mi saco de dormir mientras me saco la polera, ella hace lo mismo y me pongo sobre ella para sacarle el sostén con una sola mano.

Sus pechos saltan volviendome loco pero después les pondré atención, ahora quiero probar algo diferente.

Le saco el pantalón y los calzones altiro. Se muerde el labio mientras me mira expectante ya que no sabe que haré y se ve muy poco por la ausencia de luz.

— Si te atrevi a aguantarte los sonidos te los sacaré a la fuerza.

Abro sus piernas y paso mis dedos sobre su humedad tanteando terreno. Tiembla levemente cuando siento su clitoris.

Me siento sobre mis rodillas, quedo justo entre medio sus piernas y me inclino para dejar pequeños besos y mordeduras al interior de sus muslos.

— ¿Qué hara- —me acerco a su centro y uso mi lengua— oh por dios.

Se retuerce debajo de mi, aprieta el saco de dormir con sus manos y su expresión es indescriptible. Sus piernas luchan por no cerrarse cuando lo hago otra vez.

Acomodo sus piernas sobre mis hombros para estar más cómodo y hacerlo mejor, lamo y succiono ahí haciendo que gima sin parar.

Me quedo pegado en su clitoris e introduzco dos dedos en ella, casi le da un espasmo al sentirlos y sin piedad comienzo a moverlos y curvarlos, sin sacar mi boca de donde está.

— Oh por... —dice fuerte— Kazuuu... voy a terminar.

— No dije que lo hicieras.

— Hijo de- —curvo más los dedos— no lo haces muy fácil.

— Aguantate.

Su interior comienza a apretar mis dedos y poco a poco sus piernas empiezan a temblar, acelero el ritmo y veo como se esfuerza en aguantar mientras jadea desesperamente

Já.

— Ya oh, termina.

— T-te odio.

Suelta el nudo que tiene, empapando mis dedos que no dejo de mover y mi cara ya que no suelto su clitoris alargando su orgasmo.

Tiembla unos segundos, se recupera y me mira cansada, ella misma dijo que no quería caminar y me falta mucho por hacer.

— Ponte en cuatro —ordeno mientras me quito el cinturón.

— ¿Me tai weando?

— ¿Tengo cara de estar weando? —digo serio y le pego suave en la pierna con el cinturón— ya dije.

— Te esperai —se sienta con dificultad— no vei que me duelen las piernas ya.

— Mala cuea —la agarro y la doy vuelta, dejandola en cuatro— frente tuyo ta mi mochila, del bolsillo de afuera saca condones.

prestame un lápiz [TR chilensis] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora