Rebanada 11. Consuelo.

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Lo primero que Carla pensó al tocar a Diego fue que su piel era suave, se sintió tan atraída por él que todos sus pensamientos, ansiosos por la situación, solo pudieron ser mitigados cuando él, contrayendo su abdomen, exclamó:

—¡Ah! ¡Estás fría!

—¡Lo siento!

—Solo jala la playera hacia abajo, se me atoró.

“¡No puede ser! —pensó mientras sostenía la playera para que así Diego no se la quitara junto con la sudadera—. ¡No se estaba desnudando y yo ya iba a encuerarlo! ¡Incluso lo acaricié!”.

—Subieron un documental en Netflix sobre un asesino serial —dijo él luego de quitarse la sudadera—. ¿Lo vemos?

No hubo respuesta, Diego dejó de buscar el programa con el control remoto y, quitando la vista de la pantalla, miró a Carla. La chica tenía el rostro completamente rojo y se notaba tan avergonzada que aquella expresión en su rostro provocó una carcajada en él.

—¡¿Pensaste que no íbamos a ver netflix?! ¡Golosa!

—¡Tú hablaste en doble sentido! ¡Lo hiciste a propósito!  Además, ni siquiera iba a ceder cuando te comportaste como un Idiota el fin de semana. Quedamos en que íbamos a hablar.

Hubo un breve silencio que terminó cuando él le dijo:

—Pero ya estamos bien, ¿no? Entonces no te dejaré con las ganas. Hagámoslo. Estoy listo para que tomes mi inocencia.

—¡¿Cómo puedes decir esas cosas ridículas de manera tan seria?! —gritó mientras le arrojaba un cojín en la cara—. ¡No me vas a hacer reír! No vamos a hacer nada de eso. No entré a tu casa con ese propósito.

—¿Quieres ver Shingeki no kyojin?

—¡Que no! Me hiciste sentir fatal el domingo, me cerraste la puerta en la cara frente a Eliza. ¿Piensas que por actuar ahora como si nada, voy a olvidarme de eso? ¿Por qué ni siquiera te disculpas?

—Lo siento. Estaba enojado por lo de Sebastián y actué impulsivamente. ¿Me perdonas? No volveré a portarme de esa manera contigo.

—No es la primera vez que actúas de esa manera conmigo. Nunca antes le había llorado tanto a una persona como te he llorado a ti. No quiero esto. Por mucho que te quiera y por muy imperfecta que sea, no voy a dejar que vuelvas a tratarme mal.

—Estuvo mal, pero ponte en mi lugar, Sebastián dijo que todavía tenía algo contigo y me dejé llevar.

—¿Y por qué no hablaste conmigo para aclarar las cosas? Preferiste antes meter a Eliza a tu casa. ¿Sabes? Si no fuera porque Eliza habló conmigo después de que me corriste de tu casa, la verdad ni siquiera habría venido a buscarte la cara, Diego. Estoy en todo mi derecho de pensar lo peor de ti.

—¿Qué te dijo Eliza? ¡Te juro que no pasó nada!

—Me contó muchas cosas.

—¿Qué cosas? Dime todo lo que te dijo. Creo que para volver a evitar otro problema de estos, deberíamos comenzar a darle prioridad a nuestra versión y no a lo que los demás cuentan de nosotros. Dime lo que te dijo y yo lo voy explicando o te voy diciendo si es verdad o mentira.

—Primero me dijo muchas cosas sin importancia y después algo que me molestó mucho —ella apretó sus labios, otra vez sintió el bochorno del sonrojo acudiendo a sus mejillas.

—Cuéntame todo.

—Me contó lo enamorados que estaban, su primer beso indirecto a través de una botella de agua y lo mucho que la apoyaste con lo del divorcio de sus padres. Dijo que ustedes se quisieron mucho… Ella me dejó saber lo lejos que habían llegado… Eso no importa. Talía una vez dijo que lo que no es en tu año, entonces no te hace daño. Pero si has hecho algo, no te pido que finjas conmigo que no sabes nada. Bueno, eso es una tontería, solo quería decirte que lo sé y está bien. No voy a juzgarte.

Piña IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora