Susana y Sebastián permanecieron en un mutismo prolongado esperando a que Mariana bajase de su habitación pues, desde hace ya varios minutos, ella sostenía, a través del telefono, una conversación importante con sus padres.
—¿No le rogaste para que se quedara? —preguntó Susana a su hermano, este, abrazando un cojín, respondió:
—No quiero presionarla…
—Pues debiste. Gracias a ella no reprobaste el año escolar y ya no eres un desastre de persona. Sebastián, si ella se va antes de que tú le pidas matrimonio, entonces va a conocer a alguien más listo que tú y... ¡Boom, dogther! ¡Te llamabas!
—¡Ay, no! –expresó con dramatismo el rubio, acostándose en posición fetal sobre el sofá—. ¡Sabía que debía embarazarla para que no me abandonara!
—¿A quién quisiste embarazar? —preguntó Mariana al entrar a la sala de estar.
Sebastián se incorporó de inmediato, se levantó y fingiendo tranquilidad, respondió:
—A nadie. ¿Qué has decidido?
Sebastián y Susana miraron expectantes a Mariana quien, bajando su rostro, expresó con tristeza:
—Como saben, ya que el año escolar terminó, acabo de hablar con mis padres para decidir si me quedo aquí o me voy a vivir con ellos. Ustedes son muy importantes para mí y agradezco todo lo que han hecho por mí…
—¡Quédate! —rogó Susana a nada de llorar.
En los labios de Mariana se dibujó una sonrisa.
—Decidí quedarme —confirmó Mariana provocando que Su gritara de forma aguda.
La emoción de ambas chicas fue tanta que enseguida se fundieron en un abrazo.
—¡Listo, dogther! —exclamo Su mientras se alejaba de Mariana—. Ya puedes agradecerle a Marianita por no abandonarte...
Ambas mujeres miraron al rubio quien se encontraba llorando sentado en el sofá.
—Disculpa… —dijo él emocionado—, se me metió algo al ojo.
La mañana siguiente, todos los alumnos llegaron a la preparatoria bastante emocionados pues ese día partirían al ansiado viaje de fin de cursos en la playa.
—Pepe… —llamó Carla mientras este metía su equipaje al autobús—. ¿Y Diego?
—No me contesta —respondió José al acercarse a ella.
—Yo también le he estado llamando, pero nada. Es como hace un año.
—Debe estar triste.
—Pero hablé con Diego anoche —dijo Carla enseguida—. Le hablé para avisarle que quería visitarlo y él me dijo que no era necesario, que había salido a comer con sus padres. Le pregunté cómo estaba y me respondió que estaba bien. Ahora veo que, a pesar de que ya pasó un año, sigue doliéndole mucho lo de su abuelo… ¿Pepe, podrías sacar mi maleta de la cajuela del autobús? Iré por Diego, trataré de convencerlo para que venga…
—Conociendo a Diego, no sé si esté bien que lo fuerces a hacer algo que no quiere. Ya sabes que le da por explotar cuando se estresa. Mejor me quedo yo, tampoco es como si tuviera tantas ganas de ir.
—¡Ni pensarlo! Debes ir a exponer al concurso. Además, tonto, yo soy la novia.
—¡Ni que te fuera a bajar al novio!
Pepe bajó la maleta de Carla y se la entregó diciendo:
—Cuida a mi amigo, ¿vale?
—No tienes que pedirlo. Por cierto, ya que ni Diego ni yo vamos, te dejo como jefe de grupo.
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Piña II
Teen FictionEl viaje de crecimiento personal de un grupo de adolescentes que se enfrentan a las ilusiones y desilusiones ocasionadas por su primer amor.