Rebanada 33. Te sigo amando.

271 52 63
                                    

Mariana:
Hola, Dieguito. He estado faltando prácticamente toda la semana a la escuela y no tengo un justificante. 😅 ¿Sería posible que me consigas alguna receta médica de tus papás? La ocuparé el lunes.😔🙏

Diego:
Sí. Ntp. ¿Por qué has faltado?

Mariana:
¿No te lo dijo José?

Diego:
¿Qué cosa?

Mariana:
Igual no te contó porque no fue tan grave para él. 😒 Tu amiguito me puso el cuerno, terminamos, me deprimí y por eso he estado faltando a clases. Pero ya el lunes debe pasarse mi depre porque no quiero reprobar por culpa de ese tarado. 😊

Diego:
¿Con quién te puso el cuerno?

Mariana:
No te voy a decir. No quiero hablar de ello.

Apenas su mensaje fue leído, Mariana recibió una llamada de Diego. Sedienta por contarle a alguien su dolor, contestó a nada de ponerse a llorar hasta que, desconcertada, escuchó la voz de Carla diciendo:

—¡Marianita! Es que Diego estaba respondiendo sus mensajes junto a mí —se justificó Carla inmediatamente—. ¿Por qué no me habías contado, amiga?

No hizo falta otra palabra, en ese instante Mariana comenzó a llorar diciendo:

—¡Carlita, te necesito!

—¡Ya voy a verte a tu depa!

Carla se levantó del sofá, Diego pausó la película de la televisión y miró a su novia salir apresurada de la sala de estar, la escuchó subir a su recamara, luego la miró ir con su mamá para pedirle permiso para salir, por último ella regresó con él avisando:

—Voy con Mariana.

—¿Quieres que te acompañe?

—No hace falta, Piñito, gracias —ella le dio un beso en la mejilla y se retiró diciendo—: ¡Investiga qué pasó con Pepe!

—¡Mejor ya ponle play! —exclamó Mario, el hermanito de Carla, quien estaba sentado junto a Diego.

—Sí, mejor seguimos viendo la película.

Cuando el timbre sonó esa tarde, Mariana se levantó de su cama con la esperanza de mirar a Pepe ahí pidiéndole perdón, sin embargo, el hecho de ver a Carla y no a su ex novio, para nada la desanimó.

Necesitada de un abrazo, Mariana se echó a llorar en los brazos de su amiga quien, sin dejar de abrazarla, la dejó desahogarse, la escuchó, maldijo junto con ella a José y luego trató de levantar su ánimo.

Desde que Mariana había comenzado a salir con José hace más de cinco meses, su cabello había crecido poco más allá de sus hombros, pero esa tarde que Carla fue a verla, notó que su amiga había cortado su cabello por debajo de su mandíbula.

—Cerré ciclo —dijo Mariana cuando Carla le preguntó por su cabello—. No te rías.

—Te va bien.

Luego de que Carla se marchó, el celular de Mariana comenzó a sonar avisando de una llamada entrante. Esperanzada de que se tratase de José, ella tomó el celular rapidamente, sin embargo, al mirar en la pantalla que se trataba de Sebastián, respondió desanimada:

—Hola.

Emocionado, Sebastián, quien no esperaba que su llamada fuese contestada, se levantó del sofá para después sentarse en el suelo y decir tocándose el corazón:

Piña IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora