Rebanada 21. Tontos.

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Cuando Carla terminó de colocarle una mascarilla facial a Diego, quien jugaba con su celular acostado en el sofá de la casa de ella, Mario, el hermanito de Carla, se acercó y le preguntó:

—¿Por qué dejas que mi hermana te ponga eso en la cara?

Diego respondió sin despegar la vista del videojuego:

—Le dije a tu hermana que estaba triste porque sentía que me iba a salir un grano en la frente, luego Carla comenzó a ponerme esta cosa y ahora estoy aquí, dejando que ella me haga más bello.

—¡Qué ridículo!

—Sí, ya sé.

Carla, quien también traía puesta una mascarilla, mirando su celular, interrumpió diciendo:

—Piño, Mariana me dijo que no arregló las cosas con Sebas. ¿Puedes creerlo? ¡¿Cómo es posible que hayan peleado en la playa?!

—Lo que no puedo creer es que Pepe esté tan idiota.

—Ya quiero que regresen las chicas para así ayudar a Tali a animar a Marianita. Tú deberías hablar con Sebas.

—No, gracias.

Poco antes de partir de la playa, Mariana, muy molesta con Sebastián, decidió no volver a compartir el lugar con él en el autobús, antes, como venganza, le pidió a Pepe que se senatara a su lado.

—¿No piensas arreglar las cosas con Sebas?  —preguntó José mientras que, junto a Mariana, esperaban para abordar el autobús—. A mi parecer discutieron por una tontería que pueden solucionar hablando.

—Por ahora me siento muy molesta y no sé si esté bien, debería sentirme triste, pero ahora que me tranquilicé un poco, he notado que mi molestia es mayor.

—Bueno, tampoco deberías hablar con él si estás enojada. Podrías empeorarlo.

De pronto, ambos escucharon la risa de Sebastián quien, a unos metros, hablaba de lo más cercano con una de sus amigas.

—Es claro que esa vieja siempre quiso con él —musitó Mariana mirando celosamente cómo él se dejaba acariciar el rostro.

—Es un tarado —señaló Pepe para enseguida abrazar a Mariana y así evitar que ella continuara observando.

Sebastián dejó de tontear con la chica y miró a Mariana. Se sintió tan mal por verla con otro que decidió arreglar las cosas una vez que subieran al autobús aprovechando que se sentarían juntos, no obstante, sus celos aumentaron cuando vio a Mariana ocupar lugar junto a Pepe, y todavía se sintió peor cuando, a mitad de camino a casa, se dirigió a la parte trasera del autobús con el pretexto de prepararse un café con tal de ir a ver a Mariana,  pero Sebastián la encontró durmiendo, acurrucada en el abrazo de José quien muy tranquilo, iba mirando una película en la pantalla de su asiento.

Al llegar del viaje, Sebastián bajó tan malhumorado del autobús que se fue a casa sin esperar si quiera a Mariana.

—¿Quieres que te deje en casa? —preguntó Pepe a Mariana.

—No te preocupes, no hace falta.

—En serio, te llevo a tu casa, sirve que hacemos enojar más a Sebastián.

Los dos lograron el objetivo pues cuando Sebastián los miró llegar, fue evidente la molestia en su rostro y más aún en su comportamiento pues al escuchar cómo Mariana invitaba un café a Pepe, no pudo reprimir subir a su habitación azotando la puerta.

—¿Te quedarás a vivir aquí ahora que terminaron o te irás a vivir con tus padres? —preguntó Pepe a Mariana luego de escuchar, desde la cocina, la puerta azotarse.

Piña IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora