Rebanada 24. ¡Te encontré!

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Mientras Mariana hablaba por teléfono con Sebastián, Pepe salió del departamento para comunicarse por teléfono con Valeria. Como Mariana vivía en el cuarto piso del edificio, mientras José esperaba a que su llamada fuese contestada, observó con esperanza la ciudad iluminada ante la noche.

Hace tiempo que Valeria lo ignoraba y aquel distanciamiento lo había sumido en una tristeza tal que solo aquella llamada pudo hacerlo sentir vivo de nuevo.

—Hola —respondió una voz varonil con acento español al otro lado del teléfono.

—¿Quién eres tú y qué haces con el celular de Valeria? —preguntó José sintiendo una vorágine de tristeza y odio.

—Discúlpame, soy amigo de Vale —respondió el otro hombre—. Perdón por la llamada de hace un rato. Pasa que perdí el móvil así que le pedí a Vale que me prestara el suyo para marcarme. Me confundí, como nos llamamos igual, marqué tu registro. Acabo de darme cuenta que a mí me tiene como Pepe y a ti como José.

En ese momento Pepe se sintió reemplazable, como una basura desechable.

—Pásame a Valeria —ordenó el adolescente.

—Oh, sí. Espera.

Algunos segundos después, Valeria contestó diciendo:

—Lo siento, mi amigo marcó por error. ¿Cómo estás?

—¿Qué hora es allá? —preguntó José con un nudo en la garganta.

—Madrugada.

—¿Dónde estás?

—En el depa de un amigo. Estoy bien, ¿sí? Pasó lo que José número dos ya te ha explicado. No te preocupes, estoy bien. ¿Cómo has estado, José número tres?

—¿Soy el tres?

—¡Es broma! Te escuchas molesto. No te lo tomes en serio.

Hubo un breve silencio que José terminó al preguntar con la voz entrecortada:

—¿Qué vi en el aeropuerto?

En ese momento Mariana salió y, acercándose a José, notó el dolor en su rostro así que intuyó que él se encontraba hablando con la tal "Valeria" por lo que, parándose a su lado, lo abrazó diciendo:

—Dile que ya sales con alguien más.

Valeria respondió:

—Me comprometí con Leandro. Fue lo que viste.

—¿Por qué?

Valeria, encerrándose a solas en la recámara, respondió:

—Te amo, pero lo nuestro no puede ser, eres un tonto que no puede contenerse ni esperar, me meterás en muchos problemas si sigo manteniendo tus esperanzas. ¿Para qué fuiste al aeropuerto? Si alguien nos hubiera visto juntos, si Leandro te hubiese visto, habría sido mi fin. Si me amas, por favor, entiéndeme y protégeme. ¿Puedes?

—Desde que te fuiste comencé a salir con alguien más. Desearía que te quedaras allá para no volverte a ver otra vez.

Valeria soltó una carcajada que hizo sentir ridículo a José. Ella se acostó en la cama y mirando el techo, dijo:

—Estás mintiendo porque estás enojado de que me viste aceptando ese anillo. ¿Ya no me amas?

A punto estaba Pepe de responder que la amaba, cuando Mariana, acercándose al celular, comenzó a jadear diciendo:

—Amor, espera, aún no cuelgas tu teléfono… ¡Ah, Pepe! ¡Sí! ¡Así!

Valeria colgó y Mariana, al ver la expresión de sorpresa de Pepe, soltó una carcajada para luego decir:

Piña IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora