Capítulo IV: Noticia impactante

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16/04/2022

Tal y como me dijo mamá, fui muy paciente. Dejé que papá se tomara el tiempo para pensar en lo que me quería decir.

Aquella misma tarde, papá me pidió disculpas por haberme gritado y me dijo que no volviera a bajar al sótano hasta haberme explicado la existencia de esos objetos. Y bueno, siempre he obedecido, entonces desde ese día no volví al sótano.

«Pensar con el corazón». Esas palabras resonaban en mi mente, día y noche. ¿A qué se refería mamá?

No solo eso rondaba por mi mente, sino otras dos cosas: ¿magia? ¿Rey? Una de ambas puede ser real, y la otra debe ser falsa. Pero nunca he llegado a la conclusión de cuál es cuál.

Porque en esta vida se puede creer e imaginar de todo.

Estaba renovando las decoraciones de algunas paredes de mi habitación, cuando alguien tocó a la puerta.

¿Podemos entrar? —dijeron mamá y papá al unísono.

Por supuesto que sí, pasen.

Con el hecho de que ambos llegaron a mi habitación, comprendí que me hablarían sobre algo, quizá por horas. Son raras las veces que eso pasa. Ambos se sentaron al frente mío y yo me senté sobre la cama.

David, cuando me contaste sobre lo del sótano, me molesté porque consideré que tu edad no era la adecuada, ni era el momento indicado —inició papá con una voz seria—. Pero durante estos últimos días, tu madre y yo hemos reflexionado y sé que no podemos seguir ocultándote esto. Y quizá este momento tampoco esté bien preparado, pero aprovecharemos el tiempo para decirte que...

Fuimos reyes —dijeron mamá y papá al unísono.

A, B, C, D, ¿Eeeh? ¿Qué? Al principio lo creí como una broma, sin embargo, ni una palabra salía de mi boca. Mi cara tenía la misma expresión de cuando encontré aquel baúl: como si el flash de una cámara me dejara sin poder parpadear. Mamá y papá solo se quedaron a la expectativa de que yo dijera algo. Hasta que al fin retomé la fuerza para hablar.

¿Reyes? ¿Rey y reina? —les señalé, y ellos asintieron—. Qué alivio, pensé que me dirían que soy adoptado.

¿No te sorprende? —preguntó mamá—. Es decir, ¿crees en nosotros?

Puede que aún no. Y... ¡obviamente, me sorprende! —expresé con asombro—, pero supuse que era algo serio.

Esto es algo muy serio. Quizá opines que es algo falso o no, pero sé qué te tomará tiempo asimilar esta información —intervino papá.

Únicamente asentí con la cabeza, porque definitivamente la sorpresa me tomó por sorpresa.

Aquellos objetos que encontraste hace tiempo dentro del baúl —continuó papá—, me pertenecían hace diez años, cuando tenía treinta y dos. Además, cuando tenía veintitrés años, obtuve una maestría en ciencias políticas. En una de mis investigaciones, observé que hacía falta democracia y orden en nuestra ciudad y a nuestro país. ¿Y sabes qué hice?

Negué con la cabeza, comenzando a generarme escenas de la época en que papá vivió eso.

Me autonombré rey para poder resolver las infernales circunstancias de muchas familias en esos tiempos, cuando la era presidencial estaba en su máximo punto de corrupción. Algunas situaciones fueron muy difíciles; me entrevistaron, pasé por muchas pruebas, juramentaciones, e incluso tuve que casarme con tu madre para poder crear una Dinastía. No digo que me casé por obligación, sino que fue como un "requisito". La ciudad entera estuvo totalmente de acuerdo, porque sabían que estarían en buenas manos al aceptar mi nombramiento de monarca. Nadie se opuso... y esa fue la parte más fácil.

El diario de un rey: la coronación [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora