Capítulo XXXII: Una persecución

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13/10/2022

-Hoy no irás a estudiar.

La pelea de ayer no duró mucho. Mamá y papá se disculparon conmigo por haber discutido.

-Papá, he faltado mucho a las clases, no puedo seguir haciéndolo -le contesté a papá.

-Lucas me informó recientemente que tienes una asamblea de emergencia con la directiva del Banco Central, para tratar asuntos sobre la administración del dinero que recibe la Dinastía.

-Pero hoy tengo más exámenes -repliqué-, ¿puede posponerse para el fin de semana?

-Esos asuntos no funcionan así, pronto te acostumbrarás. Hablé con el director y dijo que te mandaría tus exámenes por correo. Termina tu desayuno y vístete.

No pude objetar nada más. Apenas tres días de ser rey y esto ya comenzaba a interponerse en mi camino. Les escribí a mis amigos que hoy no iría.

Una hora más tarde estaba con mi traje, con la corona puesta y el manto cobertor incluido. Estaba dándole unos arreglos a la capa, cuando se me ocurrió algo. Algo que nunca había pensado: ¿puedo estar en dos lugares a la vez? Entiendo que no debo usar la magia para el bien personal, pero podría intentarlo.

«Hoy debía ir al colegio, pero ahora tengo que ir a una asamblea, haz una copia de mí» dije para mí mismo con los ojos cerrados. Esperé que en la habitación apareciera un espectro idéntico a mí, con la finalidad de que yo fuera a la asamblea y mi espectro fuera al colegio. Sin embargo, no sucedió.

«Olvidé chasquear los dedos». Pronuncié lo mismo nuevamente y chasqueé los dedos. No funcionó.

Lo hice nuevamente, chasqueando únicamente los dedos de mi mano izquierda. Y esta vez pasó algo. No apareció ningún espectro, pero sí desapareció mi vestimenta, el manto y la corona. Me di cuenta en el espejo, el cual siempre estuvo frente a mí, que ahora tenía ropa normal.

Volví a chasquear los dedos y al instante reapareció el manto en mi rostro, la corona y la ropa incluida. Hice lo mismo varias veces, y llegué a la conclusión de que con un chasquido puedo convertirme en el rey o en David. Somos la misma persona, pero puedo cambiar con solo un chasquido.

De tanto chasquear, pasó el tiempo. Oí gritar a Tom desde el jardín, apurándome. Le avisé a Horus que hoy no estaría en el castillo y que regresaría probablemente por la tarde.

Al entrar al vehículo, me aseguré de que Horus no viera por las ventanas del castillo el momento en el que chasqueaba los dedos y ocurría la magia. Él aún no podía enterarse de eso.

-¿Ahora puede vestirse en menos de un segundo? -indagó Tom viéndome tras el retrovisor.

-Recién lo supe.

-Al banco, ¿cierto?

-Sí, por favor.

-Siéntase cómodo.

Y sí que me sentía cómodo. El auto de Tom es un Mercedes Benz clase C. Es un auto blindado y completamente negro. De hecho, es uno de los dos autos que Tom posee. El otro es un Aston Martin, exclusivo para él; fue un obsequio por su buen desempeño en su antiguo trabajo. Aunque yo siempre había estado acostumbrado a viajar en el Cadillac viejito de mamá, junto a Karla.

Por andar pensando en autos, noté que Tom ya estaba parqueándose en el sótano del banco.

-Le acompañaré hasta el interior y lo esperaré en algún asiento del banco -informó.

-Gracias -sonreí.

Salimos del sótano y apreciamos la inmensidad del jardín del banco. Lleno de estatuas de piedra, faroles apagados y un sinfín de flores, al igual que varios guardias con armas implementadas a lo largo de las cercas. Una vez dentro, Tom encontró una sala de espera y yo proseguí. Noté que hoy no había personas realizando trámites.

El diario de un rey: la coronación [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora