Capítulo XXXIX: Entrenamientos I

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14/12/2022 | Primer día

Retomando el tema de los entrenamientos, y con lo sucedido en el aeropuerto, decidí hablar con Ligrac para que me ayude a entrenar.

-No.

-¿Por qué no puedes? -le pregunté a Ligrac mientras salíamos al jardín.

-Esta última semana ha habido una especie de descontrol con la magia en Onimod. Aurora me informó que algunas plantas y árboles está produciendo magia muy lentamente; el color de las nubes está tornándose más oscuro y lo peor: el árbol de la eternidad, por primera vez, no pudo regenerar una hoja.

-¿Y eso por qué estará pasando?

-No lo sé. Por eso mismo no puedo ayudarte a entrenar, porque Aurora necesita de mi ayuda en Onimod, y me ausentaré el resto del mes.

-Pero yo quería entrenar mi magia -musité, pateando una piedra.

-¡Ya sé! -exclamó, casi quebrando todas las ventanas del castillo-. Entrenarás con Cristel.

-¿Quién es Cristel?

-¿Recuerdas que hay otros tres espectros? Ella es la cuidadora del agua y, además, es muy aplicada en todo ámbito.

-¿Ella está en todas partes al igual que tú?

-Únicamente en áreas acuáticas -me asustó una voz por detrás. Volteé y divisé cómo una bola de luz salía de la fuente de agua. Inmediatamente, comenzó a desvanecerse hasta tomar la forma de un humano-. Yo soy Cristel, la que cuida el elemento del agua en tu mundo.

Casi de mi edad, Cristel tenía el cabello negro y largo, ojos oscuros y también noté que es de baja estatura.

-Ella es -habló Ligrac. Me sorprendió el hecho de que ella apareciera de la nada.

-Un gusto, Cristel -hablé y le estreché la mano.

-Lo siento, no quise asustarte -continuó ella, señalando a la fuente de agua-. Ligrac ya me había comentado que necesitabas entrenar, y yo puedo ayudarte en eso.

-Los dejo solos -habló Ligrac-, debemos resolver ese pequeño problema en Onimod y debo ir allá... Confío en que ambos se llevarán bien; avísenme si necesitan ayuda.

Y como siempre, Ligrac se desvaneció.

-¿Tienes idea de qué estará pasando en Onimod? -le pregunté a la chica.

-No, nadie lo sabe. Pero dedujimos que puede ser una señal de que algún portador con malas intenciones está intentando robar la magia. Nunca había pasado, sino hasta el momento.

-Para eso es que quiero entrenar, porque Aurora me pidió personalmente que le ayudara a descubrir los misterios.

-Bien, pues no hay tiempo que perder -habló. Chasqueó los dedos y, en cuestión de segundos, aparecimos en la parte izquierda del volcán, donde hace unos días estuve practicando.

-Bien, ¿qué hechizo aprenderé primero?

-¿Hechizo? -dijo, soltando una risa corta-. Los hechizos son para el final. En primer lugar, debes aprender a dejarte caer.

-Pero ya puedo hacerlo...

-No, no puedes -me interrumpió-. Crees que puedes, pero solo lo dejaste a medias. Si supieras hacerlo bien, no sentirías dolor físico.

-Bien -expresé, rodando los ojos-, ¿qué quieres que haga entonces?

-Elévate lo más alto que puedas, déjate caer y no pienses en flotar antes de chocar contra el suelo. Repito, no pienses en flotar antes de chocar. Ahora ve y hazlo.

El diario de un rey: la coronación [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora