Capítulo X: La revelación

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07/06/2023

Hoy fue uno de los pocos días en los que me levanté temprano.

Dudé un poco acerca de mi plan para decirle a mamá que estoy enfermo, pero no podía fallar. Antes de bajar a desayunar, me puse en la frente un paño mojado con agua muy caliente, para simular fiebre.

Bajé rápidamente y sin saludar, dije:

Mamá, me está pasando algo.

Buenos días también —dijo, mirándome con mala cara, supongo que por no haberle dado los buenos días—. ¿Qué pasa, David?

No me siento bien de salud, no tengo la fuerza suficiente para presentarme en la transmisión del programa en vivo.

¿Y qué síntomas sientes? —preguntó.

Mareos y fiebre alta, otra vez —mentí.

Sí, es cierto —dijo luego de poner su mano en mi frente—. ¿Quieres posponer el programa para otro día? No habría problema.

No, no lo pospongamos —dije rápidamente—. Será mejor que solo tú y papá estén en la transmisión. Pero por favor no vayan a mencionar mi nombre, porque si lo hacen, querrán que entre al estudio de grabación. ¿Te parece?

Pues... supongo que está bien. Pero, ¿qué sentido tendrá anunciar sobre el rey, pero sin el rey?

No tiene sentido, lo sé. Pero en serio, no quiero estar en vivo frente a miles de personas estando enfermo.

Está bien, fin del asunto. Tómate esto, te hará sentir un poco mejor —finalizó diciendo, mientras me pasaba una taza de té de manzanilla.

Subí a mi habitación para escribirle a Karla sobre el éxito de mi plan, y la muy indignada me dijo que le escribiera después, porque seguiría durmiendo.

Una hora más tarde, todos nos preparamos para ir al edificio de telecomunicaciones, que quedaba a unos treinta minutos. Salimos de casa y entramos al auto, con dirección a casa de Karla, para pasar por ella. Irónicamente, su casa queda a una distancia de 30 segundos.

Durante el trayecto en la carretera, vimos muchas vallas publicitarias, invitando a todo mundo a sintonizar por cualquier medio digital la transmisión que se haría a mediodía.

Treinta minutos más tarde, llegamos al eminente edificio. Papá estacionó el auto y luego todos nos dirigimos dentro del edificio.

Después de subir por el elevador hasta el piso de grabaciones, les deseé suerte a mamá y a papá. Ellos entraron al estudio de grabación.

Karla, esperaremos aquí mientras mamá y papá dure el programa —le indiqué.

Cerca había una sala de espera, al lado derecho, y nos dirigimos hacia allí para sentarnos y esperar. Obviamente, no nos perderíamos la transmisión en vivo, entonces cada uno tomó su teléfono e ingresamos a nuestras respectivas cuentas.

Era mediodía cuando la transmisión comenzó y... ¡Vaya sorpresa! Nos dimos cuenta de que en cuestión de minutos, había trece millones de personas visualizando la transmisión a través de Instagram.

¿Cómo es posible que haya millones de personas viendo esta transmisión? —inquirió Karla con asombro.

No lo sé —le contesté—. Pero es increíble. Fue buena elección no haberme presentado.

Cállate, que ya comenzaron a hablar.

El presentador del programa comenzó a hablar:

¡Buen día a todas y todos! Hemos comenzado esta transmisión con una gran sorpresa que no esperábamos, y es que hay millones de personas visualizando este programa a través de todos los medios, incluyendo televisión, los que escuchan por radio y los que nos ven en otras redes sociales. Les agradecemos por ese acto, nuestra programación jamás había llegado a esa cantidad de espectadores...

El diario de un rey: la coronación [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora