Capítulo XLIV: Huele a peligro

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29/12/2022

Me encontraba en la alcoba del castillo, dibujando paisajes tétricos, únicamente para relajarme. Había pasado mucho tiempo desde que no había tenido tantos problemas. Todo lo ocurrido hasta el momento ha sido, en gran parte, mi culpa.

No saber manejar muchas cosas al mismo tiempo, provocó un desorden total de mi vida y del entorno. Si no quedaba nadie, solo me tenía a mí después de todo. Pero, si yo no confío en mí, definitivamente no tengo a nadie.

El daño causado al reino es demasiado, ni idea de cómo poder resolverlo. Guerras por aquí y por allá, enfrentamientos entre grupos divididos, una fuente de contaminación extrema y la corona todavía existente. Si había algo que podía hacer, era sentarme a dibujar cualquier cosa, con la esperanza de recuperar mi magia y así intentar arreglar las cosas.

Si la gran tormenta no cesaba, pronto todo quedaría destruido, incluido el castillo. Incluido yo.

Te lo advertí —seguía diciendo esa molesta voz en mi cabeza.

¡Detente! —grité al aire, tomando mi cabeza con ambas manos—. ¡No quiero más problemas! ¡Ya te dije que si no puedo hacerlo, nadie podrá!... Solo queda esperar a que todo quede destruido.

Hacía frío, la nieve iba acumulándose más y más, por medio de la abertura en el techo. Podía percibir la desolación, el descontrol y el miedo de todos los resguardados.

¿Mamá? ¿Papá? ¿Amigos? Ni idea de dónde estarán. Lo último que supe fue que me mintieron en la cara... Absolutamente todos me mintieron. Solo quedaba esperar...

¡Ha llegado! ¡Ha llegado! —vociferaban las voces de las personas de afuera, con miedo y sin esperanzas.

¿Quién había llegado? Sí, era él. Me asomé por la ventana rota y alcé la vista. En una inmensa columna de viento y polvo, lo vi: se acercaba la destrucción en persona...

Era tanta mi desesperación y miedo por saber qué haría de nuevo, que desperté de un salto...

***

En serio, Karla, no entiendo qué fue todo eso —hablé cuando terminé de contarle a mi amiga sobre ese reciente sueño que tuve. Estábamos desayunando—. ¿Qué tal si eso se vuelve realidad? ¿Qué tendría que pasar?

Más que un sueño, me pareció una pesadilla. El ambiente, el clima, las vibras, los colores opacos, el olor a ácido... Era todo horrible. Lo peor era esa sensación muy agobiante que me generó incluso ya despierto.

Aunque eso haya sucedido cuando soñaste sobre ser rey, considero que este sueño no puede volverse realidad. Hay muchos factores que lo indican. Tú, por ejemplo; en el sueño te muestras como una persona con miedo a lo que está pasando, sin siquiera buscar una solución. Es todo lo contrario a ti en la vida real.

Pero... ¿Quién crees que podría ser la otra persona?

No lo sé... ¿Cómo era?

No pude verle muy bien el rostro ni el cuerpo, porque estaba cubierto por una gigantesca nube de polvo. Pero había algo... La parte alta de su cabeza, la cual sí pude ver, tenía una corona. No era la mía, era una muy diferente; con colores opacos y llena de gemas negras. Realmente daba mala vibra.

¿Un segundo rey? —indagó mi amiga, mientras se servía otro vaso de jugo—. Esa podría ser una razón por la que en tu pesadilla había guerras.

Pero la enemistad provendría de esa persona, no de mí, porque yo no sería capaz de siquiera intentar destruir a otro rey. Si fuera cierta la teoría de la enemistad entre otro rey... ¿Por qué?

El diario de un rey: la coronación [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora