Capítulo XXIX: Soy el único

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10/10/2022

Si regresar al colegio no fuese tan importante, haría un hechizo para que no existieran los colegios.

Esa fue la noticia de la madrugada: las clases comenzaban otra vez, para finalizarlas el veinticinco de este mes; únicamente con una duración de dos semanas más. Claro, cuando reparé la ciudad e hice olvidarles lo del desastre, el colegio ahora está más nuevo que antes.

Y ese fue el primer conflicto del día: asistir al colegio y asistir a la presentación oficial de la Dinastía del nuevo reino. El primer enfrentamiento de mis dos identidades: David y Horus.

David debe asistir obligatoriamente al colegio, porque ha faltado muchos días (con permisos, claro). Y Horus debe asistir obligatoriamente a la presentación en el coliseo. Esta última es la más relevante, pero en el colegio, esta es la semana de exámenes. ¿Y el colmo? Que Karla, Camila y Tiago también deben estar en ambos lugares.

Me alisté de todos modos. Mamá me convenció de ir primero al colegio, y luego dijo que confiaba en que yo sabría qué hacer. La presentación es a las diez de la mañana. Entonces tengo dos horas y media para estar en el colegio.

Estando en el colegio, se me ocurrió una idea: elaboré una carta firmada por Horus, dirigida al director del colegio. Decía que, por parte del Rey, le extendía una invitación para todo el colegio a su presentación en el coliseo. Hice que la carta llegara al buzón del director.

Minutos después, oímos en los amplificadores del salón: "Buenos días, queridos alumnos. Hace unos momentos, recibimos una invitación escrita por parte del Rey Horus, para que asistamos todos a su presentación en el coliseo. Pueden ir alistándose, saldremos a las nueve y media".

-¡Alabado sea el rey! -exclamaron algunos compañeros. Desde nuestro salón pudimos oír al colegio entero gritando de alegría. La alegría de que no tendremos clases.

-¿Fue tu idea? -susurró Camila.

-Claro que sí. En esta ocasión resultó bien, pero ya vendrán otras ocasiones en las que no sabré qué hacer -comenté.

-Bien, al parecer hoy no habrá clases. Será mejor si nosotros marchamos ahora al castillo, para evitar tardanzas -comentó Tiago.

Saliendo del colegio, tomamos un autobús hacia la avenida del castillo. De hecho, todos los pasajeros nos dirigíamos hacia esa avenida. Básicamente, es la avenida menos poblada. Únicamente está el castillo, la casa familiar y la casa de Karla. Los vecinos más cercanos están a unos trescientos metros de distancia. El lago y el pequeño parque le dan un toque melancólico a la Zona Real, como le llaman los pobladores.

Sin embargo, el conductor nos informó que nos dejaría en una parada anterior a la del castillo, porque había demasiado tráfico. Efectivamente, medio país llegó nuevamente para presenciar nuestra presentación oficial. Tuvimos que caminar unos cinco minutos. Para evitar más tardanzas, no ingresamos al castillo, sino a la casa familiar.

-El parqueo, sin dudas, está abarrotado. Las personas están parqueando sus autos en las calles -comentó Tiago-. ¿Habrá algo que podamos hacer?

-Intentaré agrandar el área del parqueo -hablé, sabiendo que todos esperaban que yo realizara algo con magia. Medité en mi mente y luego chasqueé los dedos.

Desde la casa pudimos ver cómo los autos avanzaban nuevamente para ocupar el nuevo parqueo. Supe que ahora podía completar los hechizos con solo chasquear mis dedos.

-Bien, asunto arreglado. Ahora, iré a vestirme. ¿Ustedes...?

-Trajimos nuestra vestimenta en nuestras mochilas -indicó Tiago, refiriéndose a la ropa que usarían en el coliseo.

El diario de un rey: la coronación [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora