Capítulo IX: ¿Pastel de pescado?

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06/06/2022

Querido Diario:

Ha transcurrido un mes y... ¡Hoy fue el cumpleaños de mi gata! Chipilina es muy especial para mí, la considero más que una mascota; es parte de la familia, es parte de mi corazón. Hoy cumplió cinco años. Y le preparé un pastel de pescado (existe, si se lo preguntan). Por supuesto, invité a mis amigos a la fiesta de mi gata, aunque solo Karla tuvo tiempo libre para venir.

Hoy realmente fue un día muy especial, no solo por el cumpleaños de Chipi, sino porque luego de pasar horas, días y semanas pensando en mi decisión, he decidido. Y me fue muy difícil. Estas semanas tuve más estrés de lo normal.

Ahora estoy comprendiendo que pensar mucho es agotador.

¿Pruebas? Esto se reflejó mucho en mi rendimiento académico. Antes de tener conocimiento sobre el tema de la realeza, tenía una de las mejores notas, con un promedio de 9.8 de 10 en cada bimestre. Pero a partir de abril, mi promedio bajó a 8.9 de 10 por bimestre. Quizá se sea muy poco, pero a mí me afectó demasiado, hasta el punto en que comencé a procrastinar. Además, sentía que los días eran mucho más lentos, torturándome a pensar por horas y horas.

Y llegué a tres simples conclusiones:

Primera conclusión: si acepto convertirme en rey, definitivamente tendré menos tiempo para mí, incluso cuando ahora no lo tengo suficientemente.

Segunda conclusión: si rechazo convertirme en rey, probablemente no tenga otra oportunidad para aprender cosas diferentes. Tal vez perdería la confianza de mamá y papá.

Tercera conclusión: ninguna de las conclusiones anteriores tiene sentido. ¿Por qué pasaría mucho tiempo reflexionando? Seguramente todos rechazaríamos esa oportunidad.

Tampoco encontré el valor de contárselo a mis amigos. Pero aproveché que Karla, mamá, papá y los gatos estuvieron en casa para que todos tuvieran conocimiento de mi decisión. No había otro momento, ese era el indicado. Eran las dos de la tarde cuando la mini fiesta terminó.

¡Mamá, papá, Karla! —les llamé.

¿Sí? —contestaron los tres al unísono.

¿Pueden venir a la sala, por favor?

Cuando vi que llegaban a la sala, comencé a ponerme nervioso.

Necesito que tomen asiento, porque quiero hablarles sobre algo.

Todos se sentaron y se pusieron cómodos, como si supieran que me tardaría en contarles todo. Pensé mucho en la reacción de Karla, pues sería la primera vez que oiría del tema. Supuse que se lo tomaría con calma.

Fue suficiente el tiempo para haber pensado... —comencé con la plática, sintiendo cómo mi corazón palpitaba rápido—. No quiero alargar el tema, entonces lo diré: tomé mi decisión.

¿De verdad? —expresó mamá, compartiéndome una linda sonrisa—. Espero que hayas decidido lo correcto.

Karla solo hacía gestos de confusión que me parecían graciosos. Los gatos, como siempre, decidieron dormirse.

¡Qué alegre oír eso! —exclamó papá—. Te apoyaremos en lo que hayas decidido.

Quiero comentarles que fue difícil hacerlo. Pero creo que llegó el momento de decirles que luego de haberme llenado la mente reflexionando en todo esto, en las consecuencias, en las causas y en muchas cosas, decidí rechazar la idea de... de no aceptar. Es decir, acepto. Seré el rey.

El diario de un rey: la coronación [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora