Capítulo XII: El interior

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Sin más para decir o para pensar, comencé a caminar hacia la entrada principal. Estábamos del lado derecho del castillo. Al caminar se sentía una brisa muy fresca y tranquilizante, aroma a flores y algunas plantas medicinales. Grandes árboles, florecientes, frondosos y con frutos. Mamá y papá venían caminando lentamente, mientras hablaban de cosas que no alcancé a escuchar. Después habíamos llegado al área principal de la entrada; es un lugar muy grande.

Lloré un poco por la emoción de conocer el castillo. Y me emocioné más cuando empecé a tararear una melodía con buen ritmo. Comencé entonces a dar pequeños saltos mientras caminaba, giraba y tarareaba al mismo tiempo. Me sentí libre, como una mariposa que había encontrado una nueva flor dónde habitar.

Y otra vez mi mente me puso a reflexionar mientras caminaba... Me sentí tan afortunado. Supongo que esto de ser rey no lo podía heredar nadie más, y el hecho de que me convertiré en una persona importante, incluye demostrar una buena parte de ti. Muchas personas, al escuchar la palabra "rey", la comparan o la relacionan con política, guerras, peleas, reinos divididos, odio o muerte. Pero pensé: ¡ya basta! Si algo tendré que cambiar, serán esos pensamientos. Estamos en pleno siglo XXI, creo que es tiempo de cambiar la mentalidad de la sociedad mundial. Quiero que las personas, al escuchar la palabra "rey", ahora la relacionen en justicia, alegría, solidaridad y comunidad. Quiero ser la persona que deba cambiar positivamente al mundo.

¿Todo bien? —me susurró mamá, bajándome de la nube de mis pensamientos—. Te noto melancólico otra vez. ¿Entramos de una vez?

¿Qué esperamos? ¡Entremos entonces!

Mamá me respondió con una sonrisa y un ademán indicándome la entrada. No sin antes darme cuenta de que el castillo tenía once torres; comenzaban desde la más pequeña hasta la más alta en forma circular y formaban un espiral alrededor de todo el castillo. Entre ellas, la típica torre del homenaje, la torre caballera y la torre fortificada. Estas tres tenían un aspecto muy viejo, como si en su momento hubieran sido atacadas, hasta el punto de sostenerse con unas cuantas mini murallas de piedra.

Comenzamos a subir por las gradas que estaban antes de la puerta del castillo y me percaté de que los gatos estaban frente a la inmensa puerta del castillo. Era obvio, los gatos son tan misteriosos y tiernos. De seguro, ellos ya sabían sobre la existencia de este lugar, pudiendo atravesar esos arbustos. La cara de Chipi también demostraba emoción, mientras Frijol jugaba con su propia cola; algo típico de él. Todos simplemente nos reímos al ver a los gatos llegar antes que nosotros. Sin más distracciones, terminamos de subir por las gradas.

Resulta que la hermosa y grande puerta del castillo, no estaba cerrada con llave. Es indiscutible, porque nadie más que nuestra familia puede entrar, además de que sigue siendo invisible.

Abre la puerta David, espero que esta vez encuentres mucho más que cuando abriste la puerta detrás de los arbustos —dijo mamá.

Ábrela con ambas manos dando un ligero empujón hacia adentro —indicó papá.

Mis manos comenzaron a temblar un poco, era esa sensación de abrir un nuevo camino en tu vida; nuevas reglas, nuevos retos y nuevas experiencias.

Cerré mis ojos un momento y silenciosamente pedí un deseo.

Después puse mis manos sobre las manijas de plata de la puerta y nuevamente llegaron pequeños flashes sin sentido, los cuales simplemente ignoré.

Abrí las puertas y luego las solté para que estas se fueran a los lados, dejando a nuestra vista el interior del castillo.

Divino, celestial, majestuoso, brillante, gigante y sofisticado.

Esas y muchas palabras más definen lo que mis ojos veían. Había entrado al castillo. El hermoso y grandioso castillo fuera de uso hace diez años. De inmediato me quedé sin palabras para detallar cada objeto divino que había dentro, desde el más pequeño florero, hasta la más grande estatua de no sé quién.

Comencé a llorar de la emoción otra vez.

Al dar el primer paso, aprecié algo parecido a un aire frío y fresco, que me hacía sentir entre las nubes. Todo estaba muy nuevo y radiante. La mayoría de objetos y decoraciones están fabricados de joyas, cristal o materiales naturales.

Esa era la recepción del castillo. Desde mi lugar, miré hacia la izquierda, y noté una solo habitación de ese lado. La puerta de madera, con decoraciones de oro, le daba un aspecto sofisticado. De mi lado derecho, otra única habitación, con el mismo diseño en la puerta. En medio de esas dos habitaciones, había otra que se encontraba cerrada, y parecía a una capilla, con una fachada y decoraciones de oro; eran figuras abstractas y algunas que parecían plumas u hojas. En las paredes exteriores de las dos primeras habitaciones, había muchos cuadros con dibujos de paisajes y ciudades. Vi hacia arriba, había un enorme candelabro, al parecer era de obsidiana; obviamente no tenía velas encendidas. Al mismo tiempo, divisé que en el techo de este piso había algunas pinturas hermosas y antiguas; al parecer representaban los cuatro elementos de la naturaleza. Y en el piso donde estábamos parados, había una figura de una luna y estrellas alrededor; eran de piedra.

Mis ojos se iluminaron al ver algo que nunca creí posible. El castillo tenía un diseño propiamente de Zanitt, consiste en que por fuera se vea como una construcción muy antigua y desgastada, pero por dentro sea un lugar sofisticado y moderno. Había bastante iluminación natural, puesto que las ventanas son muy grandes y tienen diseños y colores que reflejaban sus sombras en el piso. Había un aroma a rosas y albahaca. Como era de día, los rayos del sol se reflejaban sobre toda decoración que estuviera a la vista de nuestros ojos. Se veían los destellos en las columnas, las puertas, las pinturas y en casi todo.

Esto era más que un sueño, es una realidad.

Volteé a ver a mamá y a papá, no estaban muy impresionados y era normal. Ellos han estado aquí mucho antes que yo y también han de tener buenos y malos recuerdos de este sitio.

¿Quieres recorrer el resto? —me preguntó mamá.

Claro que sí. Gracias por confiar en mí y mostrarme este castillo. ¿Me acompañan?

Gracias, pero... preferimos no hacerlo —respondió papá amablemente—. Nos quedaremos aquí abajo. Preferimos que te aventures tú solo y que te sientas libre.

Ah, de acuerdo. ¿Me esperarán?

Seguro —afirmó mamá—. Tómate tu tiempo y disfruta esta primera visita al castillo. Nosotros te esperaremos acá. Y por cierto, no toques nada por ahora.

Está bien, no tocaré nada. Volveré tan rápido como pueda.

Me sentía muy pequeño dentro del enorme castillo. Ahí mis gatos y mi perrita tendrían suficiente espacio para destrozar todo, en broma. Espero que podamos mudarnos aquí cuanto antes.

El diario de un rey: la coronación [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora