Capítulo XLIX: Teoría comprobada

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23/01/2023

NARRADO POR KARLA

Hoy comenzamos la segunda semana de clases, las cuales han sido perfectas. Estoy encantada por cada aprendizaje que adquirimos en las diversas asignaturas, de las cuales tengo dos favoritas: psicología biológica y psicología del desarrollo. Ambas asignaturas, combinadas y resumidas, abarcan los temas de la evolución mental desde su base biológica.

En el horario de psicología del desarrollo, la profesora dio libre elección de pareja para realizar un ejercicio de comprensión cognitiva. Liseth y yo inmediatamente acordamos trabajar juntas.

Dicho ejercicio consistía en que una de las dos comenzara contando alguna anécdota que marcó una diferencia en su estado psicológico, especialmente si resultó de un asunto familiar. A raíz de ese comienzo, la otra pareja debía tomar notas de todo: actitud, seguridad, confianza, recuerdos, movimientos, etc. En general, consistía en hacer un análisis sobre el estado psicológico de la otra persona, a través de su anécdota.

Fui yo quien empezó a hablar, pues realmente confío en Liseth, que se ha convertido en una nueva amiga.

Hablé específicamente sobre algo que recuerdo bien: era una tarde de verano, yo tenía ocho años, quizá. Esa tarde quería ir junto con David y su familia a un viaje que ellos organizaban cada cuatro de julio. Los padres de David estaban encantados de que yo pudiera ir con ellos, e incluso hablaron con los míos, diciéndoles que todo estaría bien. Fue en ese momento, cuando ellos llegaron a nuestra casa para conversar, en que comenzó un pleito horrible. De la nada, ambas familias comenzaron a gritarse e insultarse, y literalmente David y yo estábamos bajo ambas parejas. Estábamos abrazados, chillando a cántaros e intentando detener esa pelea. No recuerdo exactamente por qué estaban gritándose, pero creí oír algo sobre malas influencias y peligro acechante hacia mí y mi familia. En eso, mi padre me agarró muy fuerte del brazo y me quitó del lado de David, y también me gritó. Olivia trató de ayudarme y defenderme, pero mi mamá también me arrebató del lado de la familia de David. Lo que pasó luego ya no lo recuerdo, pero realmente fue algo horrible y escalofriante que de alguna manera me afectó bastante. Porque no supe qué era lo que estaba pasando, y tampoco comprendí el motivo de agregar violencia hacia mí y hacia mi amigo. Hasta el momento, nuestras familias son más amigables entre sí que antes y se perdonaron en algún momento.

Mis padres odian oír eso cuando les pregunto los motivos de aquella pelea, incluso ni Olivia ni Héctor quieren hablarme de ello; aunque ellos siempre han sido amables conmigo y son como mi segunda familia.

En fin, todo el tiempo, Liseth estuvo tomando apuntes sobre lo que decía; se veía como una psicóloga experta mientras asentía con la cabeza. Ella es bastante agradable, y amo el color natural de su cabello rojizo. Le indiqué a ella que era su turno, pero negó rotundamente.

No, pues no tengo ni una anécdota que me haya afectado psicológicamente —negó. También, en ese instante, una sensación pesada ingresó a mi mente.

No me siento bien —expresé

¿En serio? ¿Qué tienes? —ella se apresuró en tomarme por los hombros, y luego me pasó mi botella con agua.

No duró ni un segundo más esa sensación, cuando desapareció por completo. No podría explicar detalladamente cómo me sentía, pero era como una combinación de dolores frontales y espasmos, acompañado de un fuerte entumecimiento en mi nuca.

Como dejé de sentir eso, mi campo de visión se tornó de colores en tono sepia. Guardé calma y no quise decir nada más, porque quizá luego desaparecería. Pero no; seguidamente también comencé a visualizar otros tipos de colores en cada persona. Es decir, algunos eran de color amarillo, otros de color verde y otros de color rojo. Parpadeé varias veces, pero seguí viendo lo mismo. Volteé a ver a Liseth, ella estaba registrada de color rojo.

El diario de un rey: la coronación [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora