Capítulo XLV: Año Nuevo

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31/12/2022

Querido Diario:

Haber pensado que Ligrac era el malo, fue una completa equivocación. Incluso no debimos haber supuesto eso, pero me quedó claro que él no tiene ni una pizca de mal en su ser.

Por la mañana, con la firme esperanza de poder celebrar este último día del año en familia, me aseguré de que no hubiera correos falsos ni verdaderos. Cuando me aseguré de aquello, pude disfrutar de la última mañana de este año. Una mañana un tanto nublada, pero con buenas vibras.

Oficialmente, hoy comienzan nuestras últimas dos semanas de vacaciones —comentó Camila, mientras íbamos al encuentro de nuestros amigos al jardín—. Pronto comenzaremos a estudiar otra vez.

Ni me lo recuerdes —espeté sin ganas—. Tantas cosas han pasado, que ya estoy empezando a perder las ganas de esforzarme en este nuevo año.

Hey, cállate. Si te mantienes diciendo ese tipo de frases, terminarás viviendo en un basurero. Créeme, estudiar es una gran oportunidad.

Intentaré.

La mañana transcurrió entre anécdotas que cada uno vivió este año. Un pícnic improvisado, pero con mucho sentimiento de amistad para nosotros. Camila contó acerca de la vez en que accidentalmente dejó caer su helado de sabor chicle sobre la cabeza de Tiago, esa fue la anécdota de Camila que más me causó gracia.

Tiago, por su parte, nos hizo recordar el día del viaje escolar, donde fuimos al zoológico; ahí una jirafa casi mataba del susto al pobre Tiago, al saber que el animal le estaba comiendo el cabello desde lo alto.

Karla habló sobre el día en que la salvé de aquella caída que tuvo en el volcán, mencionó que fue un momento en el que se sintió vulnerable, pero que yo estuve ahí siempre. Eso me causó un poco de melancolía.

Horus, por último, nos hizo saber que su mejor anécdota fue el día en que chocamos Karla y yo contra él, en la escuela. Dijo que fue la primera vez que había conocido a dos personas tan amables, y que se siente la persona más afortunada de tener amigos verdaderos. Incluso volvió a agradecer por su estancia en el castillo.

En cambio, yo hablé sobre el hecho de que ellos, siendo mis amigos más cercanos, siempre estuvieron para mí durante todo el año y en el transcurso de mi corto reinado. Honestamente, no me agrada mucho recordar sobre cosas pasadas, aunque sean buenas, porque únicamente me doy cuenta de que tal vez no vuelva a suceder. De que tal vez no podríamos volver a ser los mismos, porque todos cambiamos, todos necesitamos nuevas cosas...

Ya era la una de la tarde cuando terminamos nuestro último pícnic del año. Recogimos la manta, los utensilios que usamos para comer, y decidimos entrar. Sin embargo, antes de que yo cruzara por la puerta, Ligrac apareció de la nada a la par mía. Me tomó del brazo y me sacó fuera del alcance de Horus, para evitar que lo mirase.

¿Momento inadecuado? —habló el recién aparecido.

Lamento decirte que sí —le respondí.

Debo informarte que debes ir a Onimod, Aurora quiere hablarte sobre algo importante.

¿Es muy necesario? —cuestioné.

Si el mundo dependiera de ello, considéralo.

El mundo no dependería de si voy o no, pero entendí la referencia.

No te preocupes —finalizó Ligrac—, podrás regresar a tiempo antes de Año Nuevo.

Ligrac abrió el portal ahí mismo, y de manera apresurada entramos a él. Me gustó volver a ver esas líneas de colores con un fondo completamente negro, y luego esos objetos que poco a poco iban tomando forma hasta llegar a Onimod.

El diario de un rey: la coronación [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora