La coronación

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Una profunda y duradera mezcla de emociones es la que recorre mi mente y me hace sentir plenamente vivo, pues aquella noticia inesperada se convirtió en un motivo para desear la rapidez de los días. Y, en efecto, la cuenta regresiva ha llegado a su fin... ¡Hoy es el día de mi coronación!

Hace algunos días terminamos con todos los preparativos para la gran ceremonia de hoy, incluyendo las invitaciones, las cuales fueron enviadas únicamente a individuos exclusivos hace un mes. Además, decidimos poner boletos en venta pública, pues la demanda era bastante entre los ciudadanos. Por supuesto, los boletos se agotaron a la primera semana en que fueron lanzados.

Dispuesto a todo, me levanté muy temprano, algo raro en mí. Y lo mejor comenzará a las once de la mañana, con la ceremonia oficial. Karla, mi mejor amiga, me acompañará en este día, pues ella es la única persona en todo el mundo que tiene conocimiento sobre la identidad del rey, además de mis padres.

—¡El desayuno no se acabará por sí solo, baja ya! —mamá me llamó desde la cocina.

—A veces, odio comer —murmuré para mí mismo mientras me dirigía al comedor—. ¡Ahora voy!

—¿Preparado para el mejor día de todos? —me preguntó, apenas me senté.

—Si soy sincero contigo, mamá, estoy bastante nervioso y con algo de miedo. Sé que ya hemos ensayado bastante todos los actos ceremoniales, pero presiento que algo puede fallar... ¿Y si ocurre un atentado contra mí?

—¡No digas eso, David! ¿Acaso te has vuelto loco? Vamos, todo saldrá bien. Confiamos en ti, pero, quiero saber algo —habló; le permití continuar—, si no estás dispuesto a revelar tu verdadera identidad, ¿qué harás al respecto? Me parece algo imposible, porque debes presentarte físicamente ahí, en el coliseo, no podrás 'ocultarte'.

—Mamá, ¡he planeado algo sorprendente!, solo espero que todo se ejecute de la mejor manera. Lo repito: será una sorpresa.

—No quiero ser yo quien te lo recuerde, pero tus 'sorpresas' siempre salen de control —añadió—. En fin, habrá un momento oportuno para cada cosa. Atendiendo algunas circunstancias, he decidido ir al castillo en este momento, ¿me acompañas?

—Me prepararé primero, luego iré, mamá.

Es una gran suerte que el castillo quede a unos cuantos pasos, qué irónico. Le envié un mensaje a Karla diciéndole que no nos busque en casa, sino en el castillo. Me bañé y me puse ropa normal, pero temporal, porque luego me vestiría con ropa más elegante y especial para la ceremonia. No podía dejar mi teléfono, entonces lo tomé para escuchar música antes del evento. Llegando al castillo, me percaté de que papá ya estaba ahí y mamá estaba colocando unas coloridas flores en unas bonitas vasijas de cristal. De pronto, recibí un mensaje.

[Karla: ¿Dónde se supone que está el castillo?]

Me imaginé a Karla con una cara de payaso y me pareció divertido. Le respondí:

[Dirígete al patio trasero de nuestra casa y remueve unas ramas del arbusto de maracuyá; encontrarás una puerta secreta para la familia. Cuando ingreses, verás el castillo, luego sube al tercer piso.]

Minutos más tarde, Karla había llegado, y claramente, estaba muy asombrada por la inmensidad del castillo, porque denotaba la misma mirada que yo tuve cuando vi por vez primera el interior del mismo. Ella ocupó alrededor de una hora para expresar su impacto, y que nunca se imaginó que el castillo fuese tan grande. En un momento cualquiera, me asusté al sentir las fuertes palpitaciones de mi corazón, y yo estaba hecho un manojo de nervios. A la velocidad de la luz percibí un punzante dolor de cabeza acompañado de mareos. Le dije a Karla que saliera a conocer las demás habitaciones del castillo, excusándome con la mentira de que yo me bañaría; transcurrió casi media hora de haberme tumbado sobre la cama, inhalando y exhalando, cuando alguien tocó a la puerta.

El diario de un rey: la coronación [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora