Capítulo XXV: El incidente en el volcán

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07/10/2022

Nos despertamos temprano, y entre todos preparamos un desayuno muy delicioso. Camila tuvo que irse a su casa. Y nosotros estuvimos ayudando a Tiago para entrar sus pertenencias al castillo. Sus padres me agradecieron bastante. Incluso su hermano menor, que no dejaba de abrazarme. Por ahora se quedaron en una de las habitaciones disponibles del castillo. Y papá seguía en reposo en la casa familiar, y mamá seguía en recuperaciones, en Sérbet.

Mientras tanto, Karla y yo regresamos a la casa familiar. Recibimos un mensaje por parte del director del colegio. Uno muy obvio: las clases estaban suspendidas hasta nuevo aviso, pero nos mandaría tareas por una plataforma digital.

Bueno, ya que no hay clases y tú empiezas tu trabajo oficial como rey el lunes, te tengo una propuesta: vayamos de excursión al volcán. Un último viaje de amigos antes de que estés muy ocupado —propuso Karla.

¿Y las alertas sobre la erupción? Además, no es prudente ni justo salir a una excursión, cuando medio reino está aterrado por el desastre y las pérdidas humanas. Encima de eso, tengo administrar la remodelación y reconstrucción de la ciudad. No Karla, es muy peligroso. También supongo que no se puede acceder al volcán de ninguna manera.

Sé que es imprudente, pero tienes un equipo de trabajo y constructoras que harán un buen trabajo en la ciudad. Además, de eso se trata. De sentir la adrenalina. Si el volcán erupciona, bajaremos corriendo. Si no, entonces disfrutaremos de la vista natural. Será solo hoy, luego retomarás tus deberes.

Lo pensé dos veces, y al final accedí. Confío en la naturaleza, así que no pasará nada malo.

Mientras ella empacaba las cosas necesarias, le avisé a papá. De hecho le mentí. Me odio por mentir, pero quería acompañar a Karla, entonces le mentí diciendo que iríamos a supervisar la reconstrucción de la ciudad. Lo de la reconstrucción no es mentira, pero no la inspeccionaríamos.

Llamé a Tom, él nos llevará. Prometió no decirle nada a papá —le comenté a Karla mientras salíamos de casa.

Esas son las ventajas de ser el rey —comentó.

Minutos después, Tom llegó. Nos subimos al auto y él comenzó a conducir.

¿De paseo, eh? Recuerden no ir hasta la cima —informó Tom, que llevaba unas gafas de sol. Noté que su cabello castaño combinaba con su atuendo—. Les esperaré, pero no tarden mucho.

Gracias, muchas gracias —expresamos Karla y yo al unísono.

Luego de una charla dentro el auto, llegamos al volcán. Al parqueo, específicamente.

Tom tuvo que esconder el auto dentro de una pequeña cueva cercana, para que los helicópteros no lo detectaran. Luego él mismo, con la ayuda de una piedra, destruyó los candados de las puertas y así pudimos entrar al centro turístico del volcán. Que por ahora estaba cerrado, claro. Solo a nosotros se nos ocurre visitar un volcán que puede explotar y matarnos en un instante.

Cerca había un pequeño supermercado destrozado en gran parte. Ingresamos fácilmente por sus ventanas destruidas. Karla y yo tomamos algunas cosas útiles: un botiquín de primeros auxilios, lentes protectores para la nieve y un par de comunicadores.

Perdóname, nunca había cometido un asalto.

—Les esperaré aquí. Yo sé que ustedes sabrán detectar bien el camino. Espero que disfruten del paseo —nos animó Tom con una sonrisa. Le agradecimos.

Antes de empezar a andar por el largo sendero, saqué un mapa de mi mochila. ¿Recuerdas aquel mapa que se desprendió del libro en mi habitación? Lo traje para tener más conocimiento sobre las vías.

El diario de un rey: la coronación [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora