CAPÍTULO 52

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Max

Llevo a Alessha a casa de sus padres, decido no interrumpir y darles íntimidad, pero cuando estoy saliendo luego de haberme despedido el padre de Alessha me intercepta.
—Max.
—Si, señor —lo miro justo antes de salir por la puerta.
—Quiero agradecerte por todo lo que has hecho por mi hija, quédate eternamente en deuda  contigo —asiento con mi cabeza y una sonrisa quitándole importancia al asunto —Y quiero pedirte un favor, se que tienes contactos con los juzgados; juro que quisiera no tener que hacer esto pero eres mi último recurso —su voz se quiebra y lo miro preocupado —Planean darle libertad a…
—Alex, ya me contó —me mira aliviado.
—Su padre es muy importante y con unos billetes lo van a dejar libre junto con la otra muchacha, he hecho hasta lo imposible para que metan a esa rata a la cárcel pero… la justicia es un asco, y no podemos permitir que se quede libre y siga haciéndole más daño a mi hija.
—Vamos a mi auto para tener más privacidad para hablar —comento ya que no quería que Alessha ni su madre se preocupasen.
—Pero lo que no entiendo —digo cuando las estamos en mi auto, un Mercedes el cual nos permite estar cómodos, no enciendo el auto —Es que acaso no lo denunciaron de lo que l-le hizo a Alessha…según Alessha me contó eso fue v-viol-accion —me cuesta decirlo, no podía imaginar a mi Alessha sufriendo tanto, la admiraba tanto, por todo lo que había pasado y aún continuará luchando.
—Por supuesto que lo denunciamos, Dios, pusimos como mil denuncias junto con las pruebas; pero el maldito bastardo del juez era familiar de Alex y dijo que Alessha lo provocó, que no fue violación ya que eran novios —aprieto mi mandíbula hasta que la siento temblar —Recuerdo…q-que Alessha llegó a los dos días, estábamos muy preocupados por qué no sabíamos de su paradero, estaba hecha un desastre y nos contó lo que sucedió, mierda me dio tanta rabia que quería ir a la casa de ese hijo de puta y torturarlo, hacerlo sufrir. Pero como vimos que la justicia es tan hijo de puta y siempre está al lado de los delincuentes no tuvimos más opción que irnos y no dejar rastro de nuestro paradero; nuestros hoteles tuvimos que dejarlos cargos de los inversores y no dar la cara ya que el podía venir y hacerle más daño a Alessha. Pensé que lo habíamos logrado —seca sus lágrimas — Estaba feliz, por qué volvía a empezar, estaba feliz por qué sonría, estaba feliz…mierda…estaba feliz por verla feliz a ella, pero ahora se te fu al carajo —suspiro y pongo una mano en su hombro intentando reconfortarlo.
—Juro que haré hasta  lo imposible para meter a su hijo de puta  a la cárcel y que se pudra allí —
—Gracias.
—Necesito que hoy mismo me des toda la información que tienes, aunque solo con su nombre completo me sirve; pero eso nos adelantaría mucho trabajo

****
Miro atento los papeles Alex Jonás, hijo del político Cristian Jonás , sabía que iba a ser complicado pero no imposible.

Dejo los papeles a un lado y realizó una llamada; hago un encargo de un desayuno y un ramo de flores y doy la dirección de la casa de Alessha.
Y luego realizó otra llamada.
—Hola papá.
—Hola hijo, no esperaba tu llamada.
—Padre necesito que me hagas un favor, necesito absolutamente toda la información de Alex Jonás.
—¿El hijo del político? —
—Ese mismo, necesito que envíes a los informantes de mayor confianza a que lo vigilen y me cuentes absolutamente todo, donde esa, que hace, con quien está y quiénes lo cuidan. Necesito la información para la otra semana, diles que inicialmente les ofrezco medio millón de dólares y luego otro medio millón o quizás más para el trabajo sucio. Luego te contaré cual es mi plan.
—Esta bien.

Cuelgo y me dedico toda la mañana a organizar el plan, voy a matar a ese hijo de puta, lo digo de verdad.

****
Luego del medio día voy por mi auto el cual estaba en el taller; en camino entro a una tienda Carolina Herrera y voy por un vestido y quizás algunos acesorios.

—Buenas tardes señor, en que pudo ayudarle.
—Si, busco un vestido para mujer, no muy elegante.
—Por supuesto deme la talla por favor.
—Jmmm, es de contextura delgada pero con atributos marcados más no exagerados.
—Okey, sígame por favor.

Al final me decido por un vestido de seda ajustado arriba y suelto en la parte de abajo, como con un tipo de tul, el color el un rojo vivo; también compro unas zapatillas y anillos junto su collar, pago con mi tarjeta de crédito y voy en camino a la casa de Alessha.
Justo antes de salir me dijo que sus padres no estaban y se sentía muy sola, uso la palabra NOVIO, en mayúscula como si todavía no pudiera creerlo y inexplicablemente mi corazón se encogió de ternura.

Cuando llegó estacionó mi auto, bajo las bolsas y tocó la puerta, Alessha me recibe vistiendo una pijama tres veces más grande que ella su cabello recogido en un moño desorganizado y como unos parches bajo sus ojos. Levantó una ceja, pensaba invitarla a cenar a un bonito restaurante, tengo reservación y todo.
Ella sonríe y se empina dejando un beso en mis labios haciéndome espabilar, entro a su casa.
—Te traje un regalo.
—No tenías que molestarte.
—Tu no eres ninguna molestia para mí —se sonroja y lleva las bolsas para su habitación; baja con un frasco lleno de yo no sé qué y unas mascarillas.
—Que tal si vemos una película, estoy preparando palomitas —asiento un poco dudoso y me siento en el sofá quitando mi chaqueta. Poco después llega Alessha con un plato lleno de palomitas y en su otra mano gaseosa.

Elegimos una película de zombies, ella saca un edredón y nos acomodamos; aunque al principio estamos un poco incómodos terminamos acomodándonos con ella apoyada en mi pecho y abrazando mi cintura mientras yo la envuelvo con aire de protección.

Pierdo en hilo cuando me centro en ella, su perfecto rostro, sus labios regordetes y me entran unas inexplicables ganas de besarlos y hacerle cosas no aptas para menores.

Ella parece darse cuenta de mi mirada penetrante pero la ignora o al menos pretende, saber por todo lo que ella a sufrido me causan unas ganas terribles de irnos al fin del mundo, solo ella y yo donde nadie pueda hacerle daño.
Alessha esta roja como un tomate por lo carraspea y pregunta.
—¿ Hacemos mascarillas?
—No.
—Por favor —hace un puchero.
—No.
—Aggg, eres un aguafiestas.

Al final termino aceptando ponerme unas ridículas mascarillas en la cara solo para verla feliz.
—Quieres la mascarilla de aguacate o  ácido  hialurónico —pregunta con sus ojos brillantes llenos de felicidad.
—Aguacate.
Y así se resume nuestra tarde, poniéndonos mascarillas y viendo películas, aunque de lo último no estoy tan seguro ya que pasamos la mayor parte del tiempo besándonos o hablando sin prestarle atención a las películas.

El Arte Del Amor/ TERMINADA [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora