Marc
Regreso con mi padre y hermano al comedor, no puedo dormir. Nos instalamos en la mesa, pero el aire estaba enrarecido desde antes de sentarnos. Aún tenía en la cabeza la conversación con Lena. Su voz, su mirada a través de la pantalla... esa manera suya de hacerme sentir más vivo y más vulnerable al mismo tiempo. Y ahora, aquí, frente a mi padre, esa intensidad se sentía peligrosa.
Papá me observaba con la paciencia de un juez que ya ha dictado sentencia. Roger, en cambio, parecía más relajado, pero solo en la superficie. Lo conozco demasiado bien: ese gesto en su mandíbula, la forma en que giraba su copa de vino, decía que estaba listo para saltar si era necesario.
—Así que, Marc —comenzó papá con su voz grave, firme, y ese tono que usaba solo cuando pretendía disfrazar el control con preocupación—. Cuéntame más sobre esta profesora. ¿De dónde salió? ¿Y cómo es que te interesa tanto?
No era una pregunta. Era una advertencia.
Miré a Roger. Él simplemente me devolvió una mirada de complicidad resignada, como si dijera: "Aguanta. Esta vez no puedo salvarte."
—Nos conocimos cuando aplicó para ser la profesora de Rosie —respondí, procurando sonar neutral, pero Lena no se merecía neutralidad—. Es brillante, y Rosie se ha encariñado con ella. Yo también. Me gusta. Mucho.
Padre asintió con lentitud, como si cada palabra que saliera de mi boca tuviera que ser diseccionada.
—¿Solo un par de veces y ya estás... tan comprometido? —preguntó con una ceja levantada—. Después de lo que pasó, ¿de verdad crees que es sensato vincularte emocionalmente con alguien que apenas conoces?
—Ya te dije que tomo precauciones —respondí con un dejo de irritación contenida—. No estoy siendo imprudente.
—Sí lo estás, Marc —dijo con esa frialdad que siempre reservaba para cuando me creía fuera de control—. Blanche tiene razón en algo: no podemos juzgar a esta mujer sin conocerla. Pero la política no perdona las malas decisiones sentimentales. No puedes darte el lujo de tener puntos débiles, y ella claramente lo es.
—¿Punto débil? —Roger interrumpió, dejando la copa sobre la mesa con un golpe seco—. ¿Así es como lo ves? ¿Las personas a las que uno ama son debilidades?
—No estoy hablando de amor, Roger. Estoy hablando de estrategia. Marc tiene un puesto, un nombre, un futuro que proteger. No puede enamorarse como un idiota cualquiera cuando está bajo el foco de la prensa, del partido... y de sus enemigos.
—¿Y tú sí puedes decirnos cómo vivir, no? —replicó Roger, cruzando los brazos—. ¿A cuántas personas tuviste que dejar atrás para convertirte en lo que eres, papá? ¿Cuántas veces sacrificaste lo que sentías por mantener el apellido intacto?
La tensión era palpable. El silencio entre ambos era una guerra muda, cargada de heridas viejas y de palabras nunca dichas.
—Tú no entiendes nada —murmuró padre, con el ceño fruncido, la voz cargada de un corage apenas contenido—. Nunca estuviste hecho para esto. Siempre fuiste débil.
Roger no parpadeó, pero sus nudillos se tensaron sobre el mantel. Yo apreté la mandíbula, queriendo intervenir, pero sabiendo que cualquier palabra mía sería un fósforo más en una sala llena de gasolina.
—Pues ojalá Marc sea débil entonces —dijo Roger finalmente, la voz dura como piedra—. Porque si ser fuerte significa convertirse en alguien como tú, prefiero que se rompa a que se pudra.
Papá no respondió. Solo se levantó de la mesa, el gesto seco, militar, como si incluso el amor fuera una orden que solo debía cumplirse si servía a un propósito.

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Tras de ti
Mistério / SuspenseElla tiene un objetivo: ir tras él. ¿Pero qué pasa cuando la leona empieza a compadecerse de su presa y comienza a verlo con otros ojos? Él, un político que está a punto de ascender junto a su partido, sin imaginarse que, a ciegas, le ha abierto las...