Capítulo 2🐟

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¿ Quién dijo que encontraría un humano que me cuidaría,  mimaría,  protegería y velaría por mi bienestar?

El que lo haya dicho era un vil mentiroso , porque las cosas para mí,  como siempre   debe ser por mi color negro,  siempre,  pero siempre salen al revés.

Resultó siendo que yo, un híbrido de gato negro,  callejero y descarado,  terminé haciéndome cargo del humano llamado Jimin.

Él,  confiaba incondicionalmente en mí,  lo que yo decía era suficiente para él y nunca cuestionaba mis decisiones,  claro me sentía halagado y con eso Jimin me tenía completamente a sus pies,  bueno un poquito,  je je.

Mi humano, que ahora había apodado como Humamin, entiéndase la mezcla entre humano y Jimin,  era adorable pero a veces se gastaba un genio de los mil demonios y yo hacía todo con tal de verlo contento y sonriendo.

¿Qué quería bañarse todos los días?, ahí estaba Atún calentándole agüita en un balde puesto al sol para que el niño no se enfriara.

¿ Qué tenía antojitos de carne ?, ahí estaba Atún robando filete en la carnicería y esquivando los escobazos mientras huía con la colita magullada.

¿ Qué quería mimitos para dormir?, ahí estaba Atún con el brazo y la mano acalambrada de tanto acariciarle su pelito.

Era un sometido de primera,  pero cuando el pequeño granuja me sonreía, yo simplemente veía las estrellas en sus ojitos y era completamente feliz,  sometido,  pero feliz.

No crean que Jimin era un abusivo,  no, el también se preocupaba por mí, siempre que salíamos me ponía doble capa de ropa para que no me fuera a enfriar,  siempre buscaba latas de atún en la basura para regalarme,  siempre tomaba mi manito con cariño y siempre,  pero siempre me daba un abrazo y un besito en mi nariz de buenas noches y lo que más agradecía era que nunca se quejó de mi olor a atún.

- ¿ Humamin?- le hablé despacito.

- Mmmm- me dijo chupando su dedito.

- Ya tienes dieciséis años- pues si habían pasado ya cuatro años que vivíamos juntos- ¿ no crees que deberías dejar de chuparte el dedito?

Jimin me miró como su hubiera dicho una barbaridad y dejó de abrazarme.

- ¿ Y qué chupó entonces?, ¿ ah?- me contestó empezando a ponerse de mal humor.

- Podemos conseguir chupetas y así no te chupas tu dedito- le dije con toda paciencia.

- Me saldrán caries- dijo Jimin empecinado y rodando los ojos mientras suspiraba molesto.

- Pero Humamin,  si algún día tienes novia,  ¿ no te dará vergüenza que vea que te chupas el dedito?- traté de convencerlo.

- No voy a tener novia me quedaré siempre contigo,  y tú tampoco puedes- dijo testarudo.

- Encontremos una solución,  mi bebito precioso,  lindo,  adorable- le dije halagándolo.

Jimin trató de esconder su sonrisa al escucharme, yo sabía que le encantaba cuando le hablaba con ternura, pero finalmente sonrió.

-¡ Tengo una idea!- dijo Jimin incorporándose y sentándose sobre la cama.

- ¿ Cuál?- pregunté preocupado porque sus ideas no siempre eran buenas para mí.

- ¿ Y si chupó tu orejita?- preguntó sonriéndome como si fuera la mejor idea del mundo mundial.

- ¡ No!- ahí me enojé yo, mis orejitas eran muy sensibles.

Jimin hizo un pucherito,  pero esta vez no le funcionaría.

- ¡Porfis!- me suplicó.

- ¡Se acabó!, eres insensible conmigo, a veces pienso que no me quieres,  si quieres sigue chupándote el dedo hasta que se te deshaga-  me acosté y me di vuelta dándole la espalda y apagué la linterna que nos alumbraba.

Segundos después lo sentí acomodarse a mi lado y rodearme con sus bracitos.

- Yo...yo te quiero muchísimo,  no te enojes conmigo,  dejaré de chupar mi dedito, te lo prometo- dijo tan lastimeramente que me conmovió.

- Mmmm...- fue lo único que dije, haciéndome el difícil.

- ¿ Te puedo dar el besito de buenas noches Atún?- me susurró bajito pasando su naricita por mi espalda.

- Bueno- le respondí y me giré para quedar con mi frente apoyada en la suya.

Sentí su boquita en mi nariz y ya olvidado mi enojo lo abracé con mis brazos y mi colita,  Jimin suspiró complacido.

Creí,  ingenuo de mi, que ahí se acabaría todo,  pero no...Jimin acercó su cabecita a mi cuello y puso su boquita allí y empezó a pasar su lenguita una y otra vez.

Me quedé tieso de la impresión,  su lengua me empezó a hacer sentir un calorcito que nunca había sentido,  ese calorcito me recorría el cuerpo enterito, pero sobretodo en mi atuncito que por primera vez en mis dieciocho años despertó.

Asustado por lo que me estaba sucediendo llevé una de mis manos tratando de taparlo y rogándole mentalmente que se comportara,  así estuve hasta que Jimin por fin se quedó dormido y dejó de lamer mi cuello.

Y así cada noche se convirtió en mi más cruel tortura, Jimin ajeno a mi problema siguió haciéndolo y yo soportando estoicamente el calorcito que incendiaba mi entrepierna.

Deberían darme un premio o prenderme velitas por soportar y aguantar tanto sin decir ni pío,  todo por mi adorado Humamin.

Por esta razón últimamente ando muy cansado y un poquitín irritable,  ahora me he empezado a dar cuenta que mi humano es realmente bonito,  sus labios gorditos,  su lengua rosadita, su pequeña cinturita, y sobretodo su respingado y gordito trasero, nunca antes me había dado cuenta, ahora cuando Jimin me tomaba de la mano sentía ratones en la panza y calor en mis mejillas, además de que mi corazoncito latía desenfrenado y a punto de escapar de mi pechito.

Fue por está razón que empecé a tomar distancia,  un poquito por lo menos cuando no dormíamos,  ya no dejaba que me tomara la mano tan seguido,  y me escapaba a caminar solo sin su compañía.

Jimin se dio cuenta que algo me pasaba y pensando que había hecho algo malo,  empezó a dejar de sonreír y cada día estaba más triste,  yo sumergido en mi propio problema no me di cuenta,  hasta que lo encontré llorando calladito.

Muy preocupado me acerqué corriendo.

- ¡Humamin!, ¿ qué pasa mi tesorito?, ¿ te duele algo?- pregunté asustado mientras lo abrazaba y tocaba su frente con mi boca para ver si tenía temperatura.

Jimin me miró con sus ojitos llenitos de lágrimas y su boquita puchereando temblorosamente.

- Atún...me duele mi corazoncito- me susurró Jimin bajito.

Ahí sí que me preocupé.

- ¿ Estás enfermo del corazón?- pregunté a punto de llorar.

- Es tu culpa Atún...tú haces que mi corazoncito duela- y Jimin se largó a llorar desconsoladamente.

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