Nam-joon los dejó en la gasolinera donde los conoció. Yoongi y Jungkook no quisieron que los llevara hasta el edificio abandonado donde vivían.
Nam-joon- antes de despedirse le pidió a Jungkook hablar un momento con él.
- Te veo triste muchacho- Nam-joon le apretó el hombro con su mano- no hagas caso de lo que te haya dicho el señor Goon, es un poco insensible a veces, Jimin te necesita ahora más que nunca, no lo abandones.
- Pero su tío quiere que nos mantengamos alejados, de cierto modo lo entiendo, nosotros no estamos a su nivel, Jimin con el tiempo se dará cuenta...
- Shhhh...eso no es así. Te contaré una historia. Yo era un niño cuando asesinaron a mi madre por ser diferente, no les importó que tuviera un hijo de tan sólo seis años. Mi padre ya había fallecido hacía dos años atrás, así que me quedé solo en este mundo por el odio injustificado de unos humanos hacia algo que no comprendían, una aberración, eso era mi madre para ellos. Mi madre logró esconderme y por eso no me asesinaron, con sólo seis años, comprendí la maldad que se albergaba en algunos seres humanos, estaba huérfano, triste, hambriento, vagando por las calles y escondiéndome lo mejor que podía. Hasta que un día ya no tenía fuerzas y me quedé tendido apenas respirando al lado de un basural. Fue ahí que el padre de Jimin, el señor Park me encontró y me rescató, me llevó a su casa, me dio un hogar y estudio, su esposa era la mujer más dulce que puedas imaginarte, Jimin es su vivo retrato. En ese entonces ellos no podían tener hijos, cuando cumplí los doce años la señora Park quedó embarazada, estaban tan felices con esa noticia, para ellos era un milagro, para mí la merecida recompensa a dos almas nobles. Cuando Jimin nació todo era felicidad en la mansión, lamentablemente duró tan sólo cuatro años cuando Jimin fue secuestrado de su propia habitación. Para esa fecha yo tenía dieciséis. Los señores Park estaban desolados, nadie vio ni escuchó nada esa noche...por más que lo buscaron no pudieron dar con su paradero. Fue ahí que tomé la decisión de protegerlos y no descansar hasta encontrar a Jimin y me convertí a la edad de dieciocho años en guardaespalda de mis benefactores, exclusivamente con la esperanza de encontrar a su hijo. Lamentablemente un accidente de automóvil acabó con sus vidas, la madre de Jimin murió al instante y su padre agonizó tres días en una clínica. Yo le prometí no dejar de buscar a Jimin nunca. El señor Goon quedó a cargo de todo tras la muerte de su hermano y yo pasé a ser su guardaespaldas, él estaba al tanto de mi promesa y me dio total libertad para seguir buscando a su sobrino perdido. Lo que me enseñó el padre de Jimin es que no importa como te veas por fuera, lo único importante es lo que tienes aquí- Nam-joon le señaló su corazón- y tu muchacho, a pesar de casi no conocerte, tienes un corazón enorme. Cuidaste, protegiste, y le diste amor a un humano indefenso y apenas eras un adolescente, tú valor es incalculable, debes sentir orgullo de quién eres, los padre de Jimin te habrían amado si te hubiesen conocido, cuidaste lo más precioso que tenían, nunca pienses que no eres suficiente o inferior. El joven Jimin te necesita, eres el único hogar y refugio que ha conocido.
Jungkook dejó caer unas gruesas y calientes lágrimas por sus mejillas, Yoongi lo abrazó también conmovido con la historia.
- Gracias- dijo Jungkook secándose las lágrimas- gracias por contarnos.
Nam-joon sonrió con ternura.
- Soy un amigo ahora, no duden en acudir a mí si me necesitan.
Jungkook asintió y esbozó una sonrisa.
- Debo irme ahora, te prometo que cuidaré de Jimin, se lo debo a sus padres- Nam-joon se despidió y se subió al automóvil marchándose.
Jungkook y Yoongi lo miraron hasta que se perdió en la carretera. Era momento de regresar a su hogar.
El Castillo se sentía tan solo sin Jimin. Jungkook a cada rato se olvidaba que el humano ya no vivía con ellos, todo en la habitación se lo recordaba. Su risa, sus peleas con Yoongi, su llanto, su calorcito cuando dormían, hasta su colita extrañaba sus deditos acariciándola para dormir, ni que decir de su besito de las buenas noches.
- Sí lo extrañas tanto, vamos a verlo- le sugirió Yoongi al ver la seguidilla de suspiros que soltaba Jungkook- así nos aseguramos de que él esta bien, seguro también te extraña como loco.
- ¿ Y sí el señor Goon nos echa?- preguntó Jungkook.
- Le armó un escándalo- Yoongi sonrió con picardía- es broma Jungkook, el dijo que podíamos ir.
Jungkook sonrió animándose.
- Vamos, será más rápido si nos convertimos en gatos- le dijo Jungkook.
- ¡ Serás tonto!- Yoongi se golpeó la frente- ¿ acaso iremos desnudos a visitarlo?, piensa gato tonto.
Jungkook ni siquiera lo había pensado, como gatos no podían llevar una mochila con ropa.
- ¿ Y cómo lo haremos?- Jungkook había empezado a desanimarse nuevamente.
- Déjame a mí- Yoongi le cerró un ojo- por algo fui un callejero, tengo trucos hasta debajo de las axilas.
Jungkook hizo un gesto de asco y luego se largó a reír siguiendo al gato pulgoso hacia el paradero de buses.
Yoongi no le había mentido. Era experto engatusando a los humanos y no tardó más de diez minutos en tener unos cuantos billetes para pagar el boleto del autobús, era en este momento que agradecía que Yoongi estuviera a su lado, ese gato pulgoso valía su peso en oro.
Era la primera vez que Jungkook subía a uno de ellos, y sentado con Yoongi a su lado en los asientos traseros se dedicó a mirar por la ventanilla.
Su corazón se sentía contento, sólo en cuestión de minutos volvería a ver a su Humamin, los ratones en su panza danzaban pletóricos de felicidad.