No digas eso

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Capítulo treinta y ocho.

Narra Ninette.

Como cualquier otro día, desperté entre muchas sábanas, sólo algo cambió: Payton dormía a mi lado, recargado en mi hombro.

Saqué mi mano de entre el desastre de las sábanas y froté mis ojos quitando las lagañas que se formaban en los lagrimales de mis ojos.

Con cuidado de no despertarlo, me acosté del lado recargando mi brazo en la cama, mi cabeza sobre mi mano para poder ver al bello ser que dormía al lado de mi. Su labio inferior hacia una especie de puchero, su cabello estaba tod revuelto y su rostro estaba relajado.

Era la primera vez que veía a Payton dormir, no quería que fuera la última.

Sin poder evitarlo, acaricié se mejilla hasta su frente quitando los caballos sobre su rostro. Dibujé pequeñas líneas en su nariz, sus labios y el rededor de su cara. Todo lo estaba fotografíando mentalmente.

De repente una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Aún teniendo los ojos cerrados, sacó su mano de las sábanas y tomó la mía para dejar un casto beso sobre el dorso de esta.

— ¿Quieres desayunar? —preguntó sin fuerzas.

— Ammm...

— Bien, nos quedaremos un rato más

Abrió los ojos de golpe y me abrazó fuertemente. Rodeé mis piernas en su cintura y escondí mi cara en su pecho.

— No quiero regresar a Filadelfia... —solté— quiero quedarme contigo donde sea, menos allá

— Necesitas a tu familia, Ninette —respondió y escuché su voz a través de su cuerpo— a tus amigos, a todos los que hacen que tu vida tenga sentido

— Solo tu le das sentido a mi vida, Payton —admití sin cuidado.

La verdad es que sonaba mejor en mi cabeza, en voz alta suena como un cariño asqueroso.

— No, no digas eso... —negó repetidas veces con su cabeza— tu madre y tu padre te dieron la vida, es gracias a ellos que estas aquí y ahora conmigo —acarició mi cabello— Halley, ella también me ayudó en su momento a espiarte y poder estar contigo. No puedes irte de Filadelfia a conmigo cuando a duras penas sabes quien soy... —pausó—  claro, poco a poco lo sabrás, pero no puedo hacer que vivas con un extraño para siempre u dejes a las personas que más les importes en este mundo

— Hablando de familia —dije después de un largo momento de silencio, me separé un ooc de su cuerpo—... Conocí a Eunice —él frunció el entrecejo— me dijo ciertas cosas que probablemente no tenía que saber, y entiendo que estés enojado y todo eso, pero lo que acabas de decir de la familia de que son los únicos que siempre estarán...

— ¿Qué te dijo exactamente? —interrumpió con un tono seco.

— Lo suficiente para conocerte un poco y no puedes culparla, hice que me lo dijera a través de engaños

— No es eso, Ninette

— ¿Entonces?

— Es el hecho de que tengo miedo de que por ese tipo de situaciones creas que soy un tipo psicópata que le encantan las niñas y tener sexo —soltó— nunca me lo tomé así, simplemente las mujeres venían a mi como abejas a la miel y no me molestaba

— Ni ahora —solté sin pensar.

Observé como el rostro tenso de Payton se transformó en uno burlon.

— ¿A caso estás celosa? —preguntó en un tono burlón que hacía completo juego con su sonrisita.

— Estás loco —bufé soltándome de su agarre.

— Oh no... —me tomó del brazo tirándome de nuevo a la cama y se puso sobre mi aplastandome con su cuerpo— ¡Admite que estás celosa!

— ¡Payton, quítate! —intenté salir.

— Admitelo —cantó con burla.

— ¡Prefiero comer monos!

— Respuesta incorrecta

Se quitó de mi y antes de que pudiera escapar, me tomó de la cintura y me cargó de forma en que quedé boca abajo. Me tomó de las muñecas poniéndolas sobre mi cabeza.

Sus dedos comenzaron a trazar una línea desde mi cuello hasta mis glúteos pasando por mi espalda dándome una corriente de electricidad.

— Di que estás celosa

— No vas a ganar nada con esto, Payton

— ¿Segura? —su mano me cargó por el vientre y me hizo quedar en 4 aún con mis manos sobre mi cabeza, sus dedos siguieron bajando y tocó mi entrada por sobre la tela de las bragas— Solo tienes que decirlo y no tardaré en enseñarte un verdadero orgasmo con solo introducir un dedo dentro de ti, mi amor

Apreté mis labios y mis músculos sintiendo sus dedos juguetear sobre la tela. No iba a responder.

— Uhm... —soltó y juré que tenía su labio inferior entre sus dientes.

Hizo a un lado la tela y su dedo tocó mi centro ya mojado, metió uno y solo por la orilla.

— ¿Se siente bien?

Oh, claro que si

— No diré nada

Su dedo se curveó golpeando un punto débil, escondí mi cara al colchón para que no escuchara el ruido que salió de mis labios.

— Vamos, es algo tan fácil de decir —dijo moviendo su dedo en círculos.

Mordí mis labios comenzado a sentir el sabor metálico y de repente metió la punta de su longitud, sólo la punta.

— ¡Estoy celosa, muy celosa! —grité ya en desesperación.

— Esa es mi chica

Empujó sus caderas hacia enfrente metiendo su longitud a fondo.

Cuando creí que íbamos a tener sexo maravilloso de nuevo, a alguien estúpido se le ocurrió tocar la puerta.




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A partir de aquí, tardaré más en escribir los siguientes tres o cuatro capítulos, porque la escritora original los hizo de a rápido y no se desarrolla bien el siguiente problema, así que no desesperen. Gracias.

Monica  ):) 🌗

Sex Intructor® | 𝐏.𝐌 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora