Sex Intructor® | 𝐏.𝐌 |

Instinto

Capítulo sesenta y uno.

Penúltimo capítulo.

Narra Omnisciente.

Habían pasado dos días desde que Laurie había recibido la carta y había decidido no decirle nada a Payton porque ella especificó que se lo haría saber de igual manera.

Se acercó a la ventana de su oficina, donde se podía a alcanzar a ver las calles de la ciudad de Filadelfia, una lágrima se derramó por su mejilla.

¿Donde estaría Ninette?

Si pudiera la buscaría y la haría recapacitar, no por él sino por su amigo, porque él la amaba más que a su propia alma y ella lo había dejado con una incipida carta.

Laurie se maldijo mentalmente. Maldijo a Ninette. Maldijo todo a su alrededor.

Empezó a hiperventilar.

Se quitó la corbata con rudeza y desabrochó los primeros botones de su camisa intentando de que le fuera más fácil inhalar.

Restregó sus manos con desesperación sobre su cara y estuvo por soltar un grito cuando la puerta de su oficina se abrió.

Reconoció a la chica, fue su alumna y la había visto en la escuela pero no recordaba su nombre.

— Profesor Laurie... —mustió la chica.

La exposición del hombre seguía siendo de confusión, no podía recordar con claridad.

— Mónica —se presentó al notar la confusión en el adulto— Mónica Savon

— Oh sí, por supuesto —dijo asintiendo con la cabeza.

Una parte era más clara.

— Dime Monica, ¿en qué puedo ayudarte? —preguntó sin ganas poniendo sus manos en su cadera.

Ella dio unos pasos dentro de la oficina y cerró la puerta tras ella.

— Supongo que a estas alturas ya se ha enterado de la partida de Ninette —dijo suavemente tratando de no alterarlo— y también supongo que que las noticias no le han caído bien

La cara del hombre cayó, ahora recordaba ver a la chica junto a Ninette la mayoría del tiempo. La furia comenzó a correr le por las venas.

— Supongo que tienes conocimiento de nuestra relación en el pasado y sabrás también que por supuesto no lo tomaré de buena manera —respondió entre dientes.

— Lo entiendo —tranquilamente— pero no puede juzgarla tan rápido

— ¿Y tu qué sabes de juzgar? —escupió con agresividad.

— Lo mismo que usted, profesor

Él la miró con suspicacia mientras ella daba un paso más hacia él.

— Quisiera decirle tantas cosas... —intentó decir soltando un suspiro, sintiendo aguijones en la garganta.

— Digaselas —se encogió de hombros, dándole una solución— pretenda que yo soy Ninette y dígame lo que le diría si ella estuviera frente a usted... no puede odiara para siempre

Laurie sopesó más palabras de Mónica hasta que al final se imaginó a Ninette frente a él.

— ¿Crees que así de fácil cafarte de lo que te da miedo? —comenzó sintiendo su corazón latir en sus oídos— Payton te ama, te ama tanto que en cuanto se entere que te largaste enloquecerá, se irá del país como lo hizo cuando se enteró que Cassandra iba a morir y no se podía hacer nada al respecto —apretó los labios con fuerza— va a encerrarse en su propio abismo y todo será porque no pudiste decirle que algo te daba miedo ¿¡Acaso eres idiota!?