Hotel Maryland®

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Capítulo diez.

Narra Ninette.


Halley tomó el labial rojo merlot y lo embarró cuidadosamente sobre mis labios.

- ¡Te ves preciosa! -chilló cerrando el labial mientras sonreía con orgullo.

Torcí los ojos con diversión y volteé a verme en el espejo. Halley miró a su novio quien ya la estaba viendo.

- ¿Tú qué me ves? -soltó llevándose una mano a la cintura y ladeando la cabeza.

- Lo linda que te ves sonriendo

Mi amiga soltó un chillido de ternura y corrió a sus brazos.

- ¿Me llevan? -pregunté terminando de ponerme unos aretes que combinaban con todo.

Se separaron de su fugaz beso y Nick asintió levantándose del sofá tomando de la mano a mi amiga.

Salimos y nos subimos al auto de Nick, un mustang color bermellón viejísimo. Su abuelo se lo había heredado cuando cumplió dieciocho y obtuvo su licencia para conducir.

No pasó mucho tiempo cuando los grandes edificios nos rodearan, me asomé por la ventana y a unas tres calles vi el letrero del hotel. "Hotel Maryland".

- Bueno, llegamos chica -dijo mi amiga mientras su cabeza se asomaba por la ventanilla.

Suspiré y me miré una ultima vez en el espejo retrovisor. Ambos me desearon suerte y bajé. A unos pasos de la puerta principal Halley chifló y volteé.

- ¡Todos los detalles! - gritó antes de que Nick arrancara y se fueran por completo.

Me di vuelta viendo el lujoso hotel y el botones abrió la puerta con una sonrisa amable.

Sonreí en agradecimiento y entré. Había gente vestida con trajes, mujeres con vestidos hermosos, niñas con brazaletes de diamantes y niños peinados formales.

Caminé a la gran sala de espera y me senté en uno de los sillones individuales que estaban vacíos. Me crucé de piernas y las miré, realmente se veían muy bien con el vestido.

Quería voltear a todos lados en busca de mi profesor, pero de repente sentí su aliento en mi hombro desnudo.

- Señorita Wilde, se ve realmente hermosa

Cerré los ojos dibujando una sonrisa en mis labios y me puse de pie volteando a verlo, encontrándome con sus bellos ojos avellana.

Venía en un esmoquin y la pequeña flor blanca que se acomodaba en el bolsillo de su saco. Tenía las manos metidas en los bolsillos y una sonrisa de oreja a oreja.

- Profesor...

- Señorita Wilde

Estuve por hablar de nuevo, cuando un botones se acercó con una bandeja color plateada que se la acercó a Payton. Él sonrió en agradecimiento tomándolo y el botones se fue.

Era un puro.

- La verdad es que nunca me ha gustado esta porquería -dijo haciendo una mueca.

Reí.

- Yo creo que es una forma de malgastar la vida

- Oh, pero nada como un cigarro y una cerveza cuando no se tiene compañía -volviendo a meter sus manos a sus bolsillos.

- Nunca lo he intentado -dije algo bajo sosteniendo mis manos frente a mi.

- Por ello llegué a su vida, señorita Wilde, porque quiero enseñarte los placeres de la vida

Sex Intructor® | 𝐏.𝐌 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora