Por favor

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Capítulo cuarenta y cinco.

Narra Ninette.


Viernes

El día de mi graduación había llegado, Joselyn se apareció en la habitación junto con mis padres para darme de alta y quitarme todas las conexiones a mi cuerpo. Tomé una ducha sin ayuda de nadie y me vestí con unos jeans oscuros muy olgados, una sudadera verde oscura y unas botas negras.

Mi mamá me cepilló el cabello y lo peinó en una coleta baja, besó mi frente y salimos del baño para ir donde mi papá y Joselyn estaban.

Al llegar al lado de papá, me rodeó con sus brazos y me pegó a su cuerpo brindándome protección.

— Ninette... ya estás dada de alta —dijo mientras estiraba un papel a mi.

Sonreí hasta más no poder, tanto que comencé a sentir las mejillas entumecidas.

— Señor y señora Wilde, ¿pueden permitirnos unos segundos afuera? debo hablar unos segundos con Ninette —pidió la doctora señalando la puerta.

Ambos salieron de la habitación y nos dejaron a mi y a Joselyn solas.

— Es obvio por varias razones que no puedes tomar alcohol ni hacer actividades que requieran mucho esfuerzo —dijo con una sonrisita— no puedes tener relaciones sexuales  por lo menos dentro de un mes —dijo con una ceja alzada— tampoco puedes ingerir cosas heladas ni estar al sol más de 15 minutos, ¿entendido?

— Entendido, prometo no hacer nada estúpido hasta recuperarme totalmente —dije alzando mi mano derecha en forma de juramento.

Soltó una risa y yo caminé a ella para darle un abrazo de agradecimiento.

— Tienes prohibido no arreglar las cosas con Payton —dijo por encima de mi hombro.

¿Cómo...?

Se separó de mi y me regaló una última sonrisa para después salir.

Me quedé unos segundos pensando.

Mis padres se asomaron por la puerta y yo caminé a ellos.

[...]

Llegamos a la casa y mamá me ayudó a vestirme para la fiesta de graduación de esta noche. Me puse mi traje beige y mamá me maquilló.

Unos minutos antes de que empezara la fiesta, mis amigas llegaron en una limusina pequeña de color negro.

Me despedí de mis progenitores y corrí a mis amigas. El chófer, el padre de Halley, condujo hasta la escuela, donde se llevaría a cabo todo.

Una carpa enorme de color blanco cubría el gran patio, se escuchaba música a un volumen alto desde adentro, y las luces parpadeantes nos puso a las cuatro en un trance de nervios y emoción.

El papá de Halley se estacionó sin mucha dificultad y todas salimos después de agradecerle el viaje. Nos tomamos de las manos y caminamos hacia el patio de la escuela. Entre risas y balbuceos de maravilla por lo que nos rodeaba, llegamos dentro donde pudimos apreciar más de nuestro alrededor.

Un DJ al fondo dándolo todo haciendo mezclas de canciones, una barra de aperitivos y bebidas en las esquinas, globos pequeños sin helio en el suelo con cerpentinas de colores y globos gigantes de colores con helio en el techo.

— Ninette... —llamó Monica a mi costado y la volteé a ver.

Hizo una señal de que volteara hacia atrás y así lo hice.

Mi corazón se detuvo.

Estaba caminando a mi a pasos veloces, su cabello estaba peinado de una manera encantadora, está vestido en su traje negro y lleva un pequeño ramo de flores nube.

Abrí mi boca para decir algo, pero mis pies dieron unos pasos hacia enfrente alejándome de mis amigas. Él ya estaba frente a mi, sus ojos estaban rojos y sus labios resecos.

Se ve tan guapo...

Te ves hermosa, Ninette —dijo soltando un suspiro.

— Payton... ¿qué haces aquí?

— No vine a arruinarte la noche ni a impedir que sigas pasando que soy un idiota, porque tal vez lo soy, pero necesito que me escuches

Asentí.

En sus ojos vi un destello de más tranquilidad.

— Esto es para ti... —estiró el pequeño ramo a mi y lo tomé, las miré con admiración— Ninette, te amo —soltó e inmediatamente lo miré— mientras estuve fuera, tuve cita tras cita, reuniones tras reuniones, ni siquiera me daba tiempo de comer o incluso bañarme... por favor Ninette, tienes que creerme —mordió su labio con fuerza— por favor perdóname por no haber estado contigo esa noche, por favor perdóname por haberte hecho llorar... de verdad lo siento Ninette

Jalé de su camisa a mi para rodear mis brazos al rededor de su cuerpo. Sin esperar ni un solo microsegundo, me rodeó con sus brazos.

Su aroma me inundó. Escuchaba su corazón palpitar rápidamente.

Escondió su cara en mi cuello y me sostuvo firmemente, tal vez deseando que no me fuera, pero tenía que pensar las cosas.

No puedes amar a dos personas al mismo tiempo.

Sex Intructor® | 𝐏.𝐌 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora