Destruyendo hasta el alma

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Capítulo cincuenta.

Narra Ninette.


Se me estaban acabando los días con Payton, las horas que compartía con él sin ningún rechazo. Al penúltimo día de nuestra estancia en el puerto, decidimos quedarnos los dos solo todo el día en la cabaña.

En la mañana, Payton encendió su modo chef y nos cocinó unas tostadas con aguacate, queso filadelfia y trocitos de tocino, jugo de durazno y rollitos de Nutella con azúcar glas espolvoreada arria.

Nos sentamos en el balcón, en el piso, y desayunamos.

— Ayer tu mamá me dijo que cantabas como los ángeles —dije recogiendo su plato— ¿por qué no me lo había dicho antes, señor Moormeier?

Se levantó del suelo soltando un gruñido y me quitó los platos de mis manos.

— Creo que me confundió con Faith 

— No, no lo creo —quitándole de nuevo los platos.

Caminé a la cocina.

— Seguro quiso decir Faith, yo nunca cantaría —siguiéndome.

Dejé los platos en el lavatrastos y me volteé a verlo con una ceja alzada.

— Amh... —gruñó— tiene una pésima memoria, Ninette —caminó a mi con los brazos ligeramente estirados y al llegar frente a mi me rodeó por la cintura— a veces tiende a confundir las cosas

Asentí y me volteé para lavar los trastes.

— ¿No me crees? —chilló.

Hice un movimiento con mi mano para expresarle mi sarcasmo.

— No puedo creer que te haya dicho eso —masculló.

— ¿Qué tiene de malo? —pregunté intentando una voz dulce.

— No, nada, es solo que... quedó en el pasado —dejó caer su cabeza en mi espalda— es todo

Enjuagué mis manos quitando el jabón de mis manos y me sequé en la playera, volteé y él dio un paso atrás, lo jalé a mi y rodeé mis brazos en su cintura para abrazarlo, lo cual me correspondió al instante.

Dejé un beso en su pecho y me separé un poco.

— ¿Podemos ir a rentar películas? —pregunté con emoción.

Soltó una risilla y asintió, se inclino para dejar un beso en mi frente y se dio vuelta.

— Voy a cambiarme —anunció desapareciendo por la puerta.

Terminé de lavar los platos y corrí a la habitación para cambiarme igual.

Cuando me terminé de poner los zapatos, salí a la sala encontrándome a Payton esperándome en la puerta de la entrada mientras veía su teléfono, notó mi presencia y me miró guardando su teléfono.

— Vámonos —estiró su mano para tomar las llaves.

Salimos de la cabaña y caminamos al auto, subimos y Payton condujo hasta el centro donde habían personas vendiendo artesanías. Caminamos por todo el lugar observando los puestos.

Nos detuvimos en uno donde a Payton le había llamado la atención una cajita y mientras yo observaba las otras cosas de ese puesto, sentí unos jalones en mi playera, volteé lista para la guerra, pero vi a un pequeño niño de por lo menos tres o cuatro años.

— Hey... —me hinqué para quedar a su altura— ¿Donde están tus papás? —miré alrededor mientras lo tomaba de la manita.

Lo volví a ver y jaló mi mano cerca de su carita, se quedó mirando los anillos en mis dedos y luego me miró con ojos brillantes.

Estuve por decir algo, pero gritos me sacaron de ese trance.

— ¡Tom! ¡Ven mi amor! ¿donde estás? —gritó casi con desesperación.

Me levanté de golpe y a lo lejos vi a dos personas buscar por todos lados.

Miré a Payton quien también volteó a ver lo que sucedía. Tomé al bebé en brazos y caminé a donde la pareja estaba.

La mujer al verme corrió a mi y estiró sus brazos, tomó al bebé en sus manos y lo abrazó como si no lo hubiera visto en miles de años.

— Muchas gracias... —sollozó la mujer.

El hombre llegó a su lado y los abrazó con igual de euforia.

— No... no hay de qué

Eran una pareja de más o menos la edad de Payton.

La mujer llenó de besos a su bebé y me miró con una sonrisa en agradecimiento, asentí y me di vuelta.

Me sentía rara, mis piernas se sentían débiles y mis manos se sentían pesadas.

Al llegar a un lado de Payton, abracé su brazo y él dejó un beso en mi cabeza.

— Eres una heroína —murmuró.

Volteé a verlo y un impulso de decirle lo que pasaba me golpeó.

— Payton... —intenté decir.

— ¿Si...? —sonrió del lado.

Abrí la boca para decir algo.

No le va a gustar. Me va ha obligar abortar. Me va a dejar.

— ¿Para qué será la caja? —pregunté sintiendo un agujero en el estómago.

— Ahhh, para guardar fotos, recuerditos y cosas así —encogiéndose de hombros— ...de nosotros

No llores, no llores, no llores.

Volteé la cabeza inmediatamente al sentir las lágrimas apoderarse de mis ojos.

Payton pagó y me tomó de la mano para caminar a la tienda de películas. Él estuvo todo el rato recomendándome películas, parecía un niño pequeño cuando tomaba una y me decía su experiencia viendo esa película.

Pagamos y regresamos al auto.

Al llegar de nuevo a la cabaña, decidimos qué ver y  le pedí que fuera acomodando todo, corrí al baño y me encerré.

Y no aguanté más y me solté a llorar. Ya no sé que hacer, no sé si decirle o no decirle, no sé si podré sola sin él, no sé si estoy haciendo bien o mal. Yo quiero que lo sepa, pero no quiero que me abandone, no quiero que haga dejar a este bebé porque si lo quiero, pero también quiero estar con Payton. Hay muchas probabilidades, tal vez la mayoría sean buenas y terminará bien, pero de la minoría que son malas y no quiero saber cómo termina.

Es mucho que arriesgar y no quiero hacerlo.

Esto me está destruyendo hasta el alma, pero no puedo hacer nada al respecto. 

Mojé mi cara con agua y me miré en el espejo, estaba toda roja y mi nariz estaba tapada. Me soné un par de veces, mojé mi cara tratando de calmar el rojizo, parpadeé muchas veces tratando de que mis ojos dejaran de estar rojos.

Cuando regresé a la normalidad, salí de ahí y regresé a la habitación quitándome los zapatos. Me tiré a la cama boca abajo y dejé salir aire entrecortado. Me volteé y miré a Payton quien me miraba sonriente.

— ¿Todo bien? —preguntó estirando su mano a mi cara para hacer a un lado mi cabello.

Asentí con una sonrisa sin fuerzas.

Se arrastró hacia mi y me rodeó con sus brazos para recostarse sobre mi pecho. Lo abracé con todo mi amor.

Aspiré su aroma y disfruté el palpiteo de su corazón en mi vientre.

Estiró su mano al control de la tele y puso inicio a la película, acaricié su cabello y sintiéndolo entre mis dedos, lo peiné hacia atrás.

No sé cuanto tiempo pasé así, pero cuando Payton soltó una carcajada miré el televisor, no entendía nada, pero la risa de él me hacía reír a mi también.

Payton se acurrucó en mi regazo una vez más.



Sex Intructor® | 𝐏.𝐌 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora