Técnica perfecta II

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Capítulo seis.

Narra Ninette.

Tratalo como tu amigo, no como tu perro

Recordé las palabras de mi madre.

Al pasar tras de él pisé mal a propósito.

— ¡Ah! carajo... —gruñí.

— ¿Estás bien? —preguntó poniendo una mano en mi espalda intentando ayudarme— ¿Qué pasó?

— Ah, no nada —sonreí del lado— no te preocupes pero gracias por ayudarme

Di otro paso enfrente y pisar solté otro grito callado.

— Parece que no es nada bueno —levantándose de la silla.

— Estoy bien —aseguré.

— Déjame llevarte al médico, puede ser algo serio —dijo preocupado poniéndose frente a mi.

— No es necesario, de verdad —toqué su hombro y guiñé un ojo haciéndole saber que era parte de la actuación. Se la había creído— ¿A quién agradezco? —pregunté con una voz sutilmente tentadora.

— Payton Moormeier

— Muchas gracias, Payton —sonreí— solo... quiero pedirte un favor más —pause— ¿puedes ayudarme a ir a mi recámara? no creo poder subir esa cantidad de escaleras yo sola —hice una mueca finjiendo dolor.

Él sonrió meneando la cabeza.

— Por supuesto

Como mi mejor amiga, moví mi cabello sutilmente soltando su aroma dulce y puse mis manos en su pecho para subirlas a sus hombros sin buscar tentarlo aunque sé que él así lo creerá. Me levantó entre sus brazos y me apretó fuerte contra su pecho.

Caminó conmigo hasta subir las escaleras, me bajó suavemente cuando la puerta de mi recámara se interpuso.

— Sana y salva...

— Ninette Wilde —volteé a él sabiendo el poco espacio y "tratando de poner espacio" puse mi mano en su abdomen cerca del borde del pantalón y poniendo un poco de presión rasgué con mis uñas un poco más abajo.

— Ahm... —bajó la mirada a mi mano que estaba a centímetros de la entrepierna— me dio... mucho gusto... conocerte —dijo entrecortado.

— El placer fue mío —solté la palabra placer con un tono notoria y sutilmente tentadora.

Sin que él se diera cuenta sus labios se abrieron con sorpresa y se inclinó ligeramente a mi.

Descaradamente miré sus labios unos segundos y relamí los míos para volverlo a ver.

Mis dedos que estaban más cerca del centro hicieron una suave presión en su bulto, a lo cual él soltó aire pesado.

— ¿Estaría mal querer besarte, Moormeier? —murmuré.

Sus labios golpearon los míos apasionadamente. Mis manos jalaron del borde del pantalón a mi pegando su bulto a mi centro, gruñó y subió sus manos a mis pechos. Lo empujé un poco alejándolo de mi.

— ¡Hey! ¿Qué pasa? —reclamó.

— Enséñame a seducir mejor —sonreí con entusiasmo.

— ¿Me vas a dejar así? —preguntó con la obviedad de bulto resaltante.

— Enséñame y te dejó hacer conmigo lo que desees la próxima clase

— ¿Lo que deseé? —alzó una ceja.

— ¡Si! —asentí.

Me di vuelta en camino a las escaleras y al bajar los primeros escalones moví la cadera dando según yo un toque hipnótico a mi trasero.

Lo cual funcionó porque antes de llegar a la mitad sentí su agarre por detrás pegando mi trasero a su bulto. Solté un suspiro y forcejeé casi sin fuerza para zafarme de sus brazos. Puso su mano al rededor de mi cintura y la deslizó dentro de mi pantalón hasta llegar a mi parte femenina. Recorrió mi braga a otro lado y empezó a acariciar mi clítoris.

Empezó sus besos en mi cuello dejando largas lamidas en mi piel al mismo tiempo que su dedo medio empezó a meterse en mi centro.

— Payton... —gemí.

Él jadeó en mi oído y mordió el lóbulo de este. Tomé una bocanada de aire intentando no gritar.

— Estás muy mojada, preciosa —gruñó entre dientes sacando sus manos.

— Me dejaste con las ganas —dije entrecortada casi jadeando.

— Tu lo hiciste primero dulzura, eso no se lo puedes hacer a Payton Moormeier —sonrió encantador y metió sus dedos a su boca quitando mis líquidos—... dulce —inclinándose a mi plantó un beso sobre mis labios y siguió bajando las escaleras— ¡vamos! te voy a enseñar a seducir un hombre de manera vulgar, sutil y refinada...

Una vez abajo de nuevo en la cocina, le dio un último trago al vaso antes de acabárselo y servir más.

— Con estos trucos podrás tener en tu cama a cualquier hombre, desde un vagabundo hasta el hombre más rico del planeta

— Bien, sorpréndame profesor

— Primer paso: vístete atrevida, pero nunca de una manera vulgar —dijo sentándose frente a mi— ejemplo, ponte un vestido que te llegue una pulgada debajo de medio muslo, eso hará que los hombres, en el momento de tener contacto físico, querrán tocarte —explica— nos gustan mucho las mujeres que dejan ver algunas partes vitales de su cuerpo, nos hace querer descubrir más —sonríe sin mostrar dientes— nunca te pongas un vestido con tres escotes; el de la espalda, el del pecho y el del abdomen, eso es escandaloso —negó con una mueca dando un sorbo al jugo— busca algo que te quede ajustado del trasero y las piernas, es la parte favorita de todo hombre además del busto y los labios

— Tendré que anotarlo —bromeé.

— Con la práctica no necesitarás recordarlo, solo saberlo

— ¿Segundo paso?

— No seas la primera en buscarlo, así como hiciste con lo del "accidente", haz que él vaya a ti —hizo las comillas con sus manos— si estás en la escuela, chupa una paleta, muéstrame que tus labios son sensibles y sus movimientos harán que lo lleves al extasis —explicó— haz algo que lo provoque, que tenga la necesidad de ir hacia ti, ¿lo entiendes?

Asentí. Escuché cada una de las palabras de Payton, además de que veía como movía sus labios, esos bonitos labios.

— Tercer paso: contacto físico, tócalo como lo hiciste conmigo —sonrió con orgullo— pero jamás empieces a acariciar el bulto tan deprisa, haz que el hombre se sienta en confianza de pedirte ir a un cuarto, hazlo pedir por más. Siéntete deseada y hazte desear, eso hace del sexo un arte

Un arte. Y definitivamente comenzaba a serlo. Payton empezaba a enseñarme técnicas para atraer a los hombres y, apuesto a que me enseñaría nuevas formas de placer. Me siento toda una profesional y hace solo unas horas perdí mi virginidad.




Sex Intructor® | 𝐏.𝐌 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora