Me dejó ir

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Capítulo cincuenta y ocho.

Narra Payton.

Tenía a Ninette en mis brazos mientras viajábamos por el ascensor hacia el sótano donde estaban los autos. Me gustaba verla dormir, y más cuando estaba cerca de mi. La amaba, la amaba más que nada en este mundo y era lo único que me importaba, la única por la que no me importaría perder todo.

Cuando estuvimos en el sótano fui directo a mi auto, la acomodé en los asientos traseros con cuidado y antes de cerrar la puerta dejé un beso en su mejilla.

Me subí de mi lado y mientras me acomodaba en el asiento vi por el retrovisor que estaba apuntando directo a mi novia. Me dediqué a observarla así, vulnerable.

Es hermosa.

Tuve que pasar por momentos de confusión hasta llegar a la conclusión de que es mi persona ideal, la mujer que había roto todas las barreras en mi corazón. Es ella a la que amaría toda mi vida.

Al llegar frente a la casa de Ninette observé el rededor asegurándome de que su madre aún no hubiera llegado para poder subirla hasta su habitación.

Bajé a Ninette ágilmente del auto y tomé la bolsa de plástico para ponerla en su regazo y encaminarnos hasta la puerta. Saqué las llaves de mi pantalón y abrí la puerta, cierro la puerta con mi pierna una vez que entramos y comencé a subir por las escaleras.

Entré al cuarto y me golpeó el perfume y olor a ella. Caminé hasta su cama y la dejé suavemente para que no se despertara. La bolsa de plástico la dejé sobre el escritorio frente la ventana.

Miré hacia el exterior y sin evitarlo recordé la vez que la espié, estaba preparándose para verme y encontrarnos a escondidas conmigo.

Recordé las sensaciones antes recién descubiertas que encarnaba en mí al contacto de su piel con la mía.

Cuando la vi total y completamente destruída en ese cuarto de hotel, llorando como si su mundo se hubiera roto en millones de pedazos, en ese momento sentí que necesitaba estar cerca de ella, más de lo normal que había querido, que hubiera hecho cualquier cosa por terminar mi trabajo de cuarta y darle todo a ella, todo de mi.

Cuando noté el brillo en sus ojos cuando me veía a mí, cuando me sonreía a mi, cuando me hablaba a mí, era tan diferente que cuando lo hacía a alguien más.

Fue cuando me di cuenta de que estaba completamente enamorado de Ninette Wilde.

Me alejé de la ventana y al darme vuelta la vi tranquilamente dormida. No me di cuenta en qué momento estaba sonriendo, hasta que comenzaron a dolerme las mejillas. Inconcientemente mis pies se movieron hasta ella y caí lentamente sentado a su lado.

El calor de su cuerpo comenzaba a ser la más magnífica necesidad para mi.

Puse mi mano derecha al costado de su cuerpo y me incliné delicadamente sobre su rostro acercando mis labios hacia los suyos hasta juntarlos delicadamente.

- Hhmm... -se quejó.

Me separé rápidamente de sus labios encontrándomela sonriendo de una manera divertida.

- Hey -sonreí de nuevo acariciando su cabello--¿Cómo dormiste?

Arrugó la nariz y me sonrió abiertamente, se frotó los ojos y se estiró sobre la cama soltando un quejido.

- He dormido muy bien -soltó adormilada.

Acaricié su mejilla y pude sentir su piel estremecerse.

- Tengo que irme, mi amor -murmuré sin poder dejar de verla a los ojos.

En sus ojos hubo un destello que no pude entender o reconocer, pero lo dejé pasar porque rápidamente se abalanzó sobre mi juntando sus labios con los míos. Mis labios se entreabrieron junto los suyos y ese delicioso sabor a ella me llenó por completo.

De repente se separó de mí como si hubiera luchado internamente por hacerlo. Juntó su frente con la mía y abrí mis ojos esperando encontrarme con los suyos, pero ella los mantenía fuertemente cerrados.

- Te amo, Ninette -se escapó de mis labios.

Sus ojos se abrieron se golpe y sus manos acariciaron mi cuello.

- Yo te amo mucho más

Mi estómago y mi corazón se apretujaron maravillosamente, solo Ninette sabe cómo despertar esas sensaciones a mí.

- No lo creo -negué con la cabeza y antes de separarme de ella, dejé un beso sobre su nariz.

Caminé hacia la puerta y antes de poner un pie fuera de la habitación, Ninette me llamó.

- Payton...

Me giré sobre mis talones.

- ¿Si?

Tragó saliva duramente.

- No me odies... nunca -rogó.

Arrugué el entrecejo y al instante se borró.

- No tengo razones para odiarte, Wilde... y aunque las hubieran no podría nunca -respondí honesto.

Parpadeó un par de veces tratando de asimilar lo que acababa de decir. Se levantó lentamente caminando hacia mí y se detuvo unos pasos antes de tocarme, dio otro paso más, indecisa.

Estiré mis brazos a ella y la rodeé apretándola hacia mí. Ella inmediatamente me abrazó con más fuerza. Besé su cabeza y acaricié su espalda.

- Tengo que irme, dulzura

Sentí como a Ninette le costó trabajo soltarme y dejarme ir por la puerta de su habitación, pero al final me dejó ir.

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No puedo Marta

Ya no quiero escribir más, ¡esto duele!



Monica ):) 🐛

Sex Intructor® | 𝐏.𝐌 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora